(Advertencia: Para quienes viven solos y limpian su propio baño, por favor hacer caso omiso de esta columna).
Cuando yo tenía como 3 años, una prima (de mi misma edad y a quien considero más como una hermana que una prima) se sorprendió un día y le dijo a mi tía, “¡Mira, Aquecandro hace pipí parado!” A pesar de tener tan poca edad, para ella era muy claro que hacer pipí así era mucho más sencillo, cómodo y rápido. En esto creo que están de acuerdo el 99 % de las mujeres y los hombres.
El problema está en que los hombres nos “creímos el cuento” y nos sentimos tan orgullosos de esta ventaja que podemos llegar a ser un poco desconsiderados con las personas con quienes convivimos. Hacer pipí de pie en los baños públicos de los centros comerciales, aeropuertos, estadios, etc. es lógico por eficiencia, higiene y comodidad. Sin embargo, ¿alguna vez nos hemos preguntado esto cómo puede afectar a las personas con quienes convivimos? ¿Les hemos preguntado a nuestras abuelas o mamás o hermanas o esposas o novias si esto les incomoda?
Algunos dirán, “¡esto en mi caso no las afecta porque yo levanto la tapa y solo queda salpicado por debajo!”. Asumiendo que esto lo está diciendo un hombre con buena puntería, quienes, a juzgar por el estado de los orinales en los sitios públicos, de estos hay pocos, sería interesante que nos contaran si ellos alguna vez le han preguntado a la persona que limpia el baño en su casa si preferirían limpiar un sanitario que no estuviera salpicado por todos lados. Hay lugares en donde a mí mismo me da tanto asco levantar la tapa que termino alzándola con el pie y no con la mano. Y ni hablar de cómo algunos borrachos dejan el sanitario: salpican la tapa, por debajo de esta, el piso, hasta inclusive algunas veces colorean hasta el papel higiénico.
¿Hacer pipí sentado es más demorado? Sí, pero máximo 30 segundos. Para quienes esto sea una excusa válida es porquede entrada tampoco tienen tiempo ni para ellos mismos o porque es más importante su bienestar que aquel de las personas con quienes conviven.
No olvidemos ese valioso dicho de nuestros abuelos: ‘lo cortés no quita lo valiente’. Y si nos cuesta trabajo ser atentos en casa, difícil será serlo por fuera como, por ejemplo, detrás del volante. (Para quienes vivimos en Bogotá: ¿Será que si todos los hombres hiciéramos pipí sentados el tráfico de nuestra ciudad sería menos agresivo?)