Un legendario de la música vallenato, compositor e intérprete nacido en el barrio Gaitán de Valledupar, Rafael Cachaco Jiménez, impuso temas que hoy se reconocen como clásicos de la música de acordeón, tal es el caso de Flor de papel, canción compuesta por Diomedes Díaz y grabada al lado de Orangel Maestre en 1983, un año antes de que Maestre se coronara Rey Vallenato en la decimoséptima versión del festival.
“Yo todavía defiendo los clásicos del vallenato”, dice Rafael, quien inició cantando baladas, rancheras y boleros hasta cuando estudió en el Colegio Nacional Loperena y le cogió cariño al vallenato. En 1972, en tarima, presentó la canción Recordando mi niñez del compositor Camilo Name, presentación que realizó acompañado del acordeón de Chema Martínez, hoy desaparecido, con quien ganaron un importante concurso.
Sin embargo, es Flor de papel el tema que catapultó su carrera musical. “En México estuvimos casi dos años en el primer lugar, en Colombia aún se escucha y cuando voy a cantar en parrandas es el tema que tengo que cantar porque la gente lo pide varias veces”, afirma Rafael.
Con relación al vallenato actual dice que no tiene esencia, que es simple, que una canción se graba y a los dos meses desaparece. “El vallenato que tiene esencia y mensaje es el clásico, esa es la diferencia”, puntualiza.
En las grabaciones de sus discos lo acompañó el acordeón de Orangel y Gustavo Maestre, Gustavo Quintero, Nadin López (a nivel de presentaciones), Julio Rojas e Ismael Rudas, entre otros. “Con Ismael Rudas hicimos un trabajo en homenaje a Rafael Escalona por iniciativa de Daniel Samper; allí yo canto once canciones”.
Felizmente casado, tiene tres hijos profesionales, una hija en la medicina, una comunicadora social y un ingeniero industrial, todos organizados, con cuatro bellas nietas. A su edad, se dedica a componer nuevas canciones y está grabando un trabajo que se llama, Un aporte más al folclor, todas canciones de su autoría con cumbias, paseos y merengues.
Rafael Cachaco Jiménez pertenece a una generación de intérpretes y compositores brillantes, muchos de los cuales ya se han ido como Diomedes Díaz, Romualdo Brito o el mismo Rafael Escalona. En su caso, contamos con el privilegio de que nos acompañe siendo una leyenda viva del folclor, alguien que merece ser recordado siempre y a quien debemos agradecer –en un país de desagradecidos–, por su enorme creatividad para enriquecer la música vallenata, el folclor más representativo de la costa y, la verdad, identitario del país. Mucha vida para Rafa.