Me encuentro en la revista de Avianca del mes de mayo, firmado por Ramiro Valencia Cossio (ex alcalde, exgobernador, exministro, exdiplomático, ex montones de cosas importantes), un artículo titulado con la categórica afirmación Sí, Dios existe.
Y me pica la lengua.
No me pica, debo aclararlo, por lo liviano y meloso del artículo. Eso me parece perfecto y acertado. ¡Nadie quiere subirse a un avión rumbo a Riohacha y encontrarse con un ensayo de Foucault!
Me pica porque se mete con los científicos (y lo que es con los científicos es conmigo) y porque se mete con los ateos, lo que es igual a decir que se mete con mi persona.
El resumen de la columna es tan extenso como profunda su fundamentación: don Ramiro vio la ecografía de su nieto próximo a nacer y concluye, por ello, que no hay duda de la existencia de dios.
Mire usted, lo reconozco: todas las deducciones metafísicas derivadas de la emoción de un abuelo me parecen justificadas, siempre y cuando las mantenga reservadas a su fuero personal y no intente convertirlas en verdades colectivas. Y eso, exactamente, es lo que hace Valencia, con una ligereza insultante.
Refiriéndose al universo y a la realidad humana (¿?),escribe el ex: “Algunos científicos afirman que todo esto es una simple“equivocación cuántica”: allá ellos “.
Primera afirmación que asusta por lo mal parado que deja al personaje: lo que digan los científicos lo tiene sin cuidado.
Pero lo que sigue es aún peor —¡no sabe uno si llorar o reírse! —: “Otros, son ateos por moda o por miedo a interrogarse a fondo. También los respeto”.
¡Ha descubierto el filósofo la causa del ateísmo: la moda o la pereza!
Eso sí. Que a nadie le quepa duda de que respeta tanto a los científicos como a los ateos (aunque no parece haberle alcanzado el respeto ni para estudiar lo que postulan los primeros ni para leer algo sobre el origen de los segundos).
El vocablo de moda, es definido así por el diccionario de la Real Academia de la Lengua: “Que en un momento determinado goza de destacada aceptación”.
Pregunto a Don Ramiro. En esta sociedad goda, reaccionaria y camandulera, qué goza de mayor aceptación: ¿la creencia en un dios o el oficio de cuestionarlo? Entonces ¿de verdad cree que el ateísmo está más de moda que la superstición religiosa?
¡Don Ramiro! ¡Don Valencia! Dispense usted que empantane su aterciopelada reflexión: lo que está de moda (lo que ha estado por siglos y sigue estándolo, para desgracia de la humanidad) es creer en un amigo imaginario; y la vergonzosa y extendida costumbre humana de no interrogarse a fondo, produce creyentes, ¡no ateos!
Debería cuidar un poco lo que escribe en sus reveladoras columnas el filósofo Valencia Cossio. Y debería hacerlo para bien de la sólida credibilidad de la que goza entre los lectores de las salas de espera de los consultorios odontológicos.
