El uribismo y Duque: los principales jefes de campaña de Petro para 2022

El uribismo y Duque: los principales jefes de campaña de Petro para 2022

Petro no es un mesías, pero recoge un inconformismo general por quienes dominan el país y tiene a millones viviendo con salud, seguridad y educación precarias

Por: Carlos Alberto Carreño Valderrama
mayo 03, 2022
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El uribismo y Duque: los principales jefes de campaña de Petro para 2022
Foto: Archivo

A menos de un mes de celebrarse las elecciones a la presidencia de Colombia y con una clara ventaja en las encuestas por parte del candidato de izquierda Gustavo Petro, vale la pena pensar sobre las circunstancias que desembocaron en que un líder con esta tendencia política y un antecedente guerrillero se encuentre tan cerca de llegar a la Casa de Nariño y suplir el puesto que hasta el momento ocupa un mandatario uribista de extrema derecha.

Desde un principio Iván Duque no se perfilaba como un presidente con una alta popularidad, sin embargo ganó las elecciones en 2018 con más de 10 millones de votos, algo que representaba más del 54% de la votación general, mientras su oponente Gustavo Petro, el mismo que hoy se perfila como eventual ganador, alcanzaba un 41% es decir alrededor de 8 millones de votos, si consideramos la distancia que tiene actualmente Petro con el candidato más cercano Federico Gutiérrez, (el cual ha recibido un expreso apoyo del gobierno actual) podemos encontrar una complicada metamorfosis en la conducta política de los colombianos, que no solo lo ha dejado en descubierto las encuestas, incluso en las elecciones parlamentarias la lista liderada por el candidato de izquierda denominada Pacto Histórico le arrebató varias curules a los partidos tradicionales del país, algo que muy probablemente pueda ser consecuencia de la gestión del presidente en curso y de lo que hoy representa el expresidente Uribe y su partido político para el país: “Austeridad y cero derroche”.

Durante cuatro años de gobierno las acciones del presidente Duque se han dirigido a darle la razón al inconformismo que Gustavo Petro llegó a liderar, luego de ingresar al Senado y declararse opositor del gobierno en curso.

El estallido social se convirtió en la bandera de Duque, el país entero tuvo que movilizarse en contra de reformas pensionales y laborales sin fundamento en el año 2019, y una reforma tributaria que exprimía el bolsillo de los colombianos en 2021, además de la extrema represión y violación de los Derechos Humanos por parte de las fuerzas armadas; así mismo nombres como Alberto Carrasquilla, Karen Abudinen y Diego Molano destacaron en el periodo de Duque y no precisamente por su buena gestión, todo lo contrario, funcionarios gravemente cuestionados e investigados por hacer todo lo contrario a lo que el presidente y su padrino político Álvaro Uribe prometieron en campaña.

De hecho el propio fundador del Centro Democrático fue enviado a juicio por manipulación de testigos y cada vez crece más el escándalo que le atribuye el penoso acontecimiento de los falsos positivos, todas fueron una serie de acciones, decisiones y desaciertos que hoy no solo dejan en crisis al país sino que paradójicamente construyen el perfil de Gustavo Petro como la única alternativa real y con claras opciones de llegar a la casa de Nariño, representando un cambio de la realidad política que cumple más de 12 años en el país.

¿La cura es peor que la enfermedad? Es incierto, lo que sí es verdad es que ese mismo discurso se vendía hace cuatro años, justamente cuando la mayor amenaza de un gobierno izquierdista era sufrir el mismo desenlace del país hermano Venezuela y contra todo pronóstico, cuatro años después, no estamos muy lejos ni somos ajenos de aquella realidad.

Todo lo anterior no resuelve que Gustavo Petro sea el mesías, pero sí demuestra un inconformismo masivo por aquella tendencia política que domina en el país desde nuestra independencia y que tiene a millones de personas viviendo en condiciones precarias de salud, seguridad y educación, algo que le resta importancia a las vidas y se la suma a las armas y a la violencia, esa política que fue reelegida por cuarta vez consecutiva el 17 de junio de 2018 bajó el slogan: ‘El futuro es de todos’.

El país clama a gritos un gobierno de paz, de la mano de líderes que no se empeñen en dividir el país y perseguir incansablemente a todo aquel que piense diferente, un líder que ponga la problemática social del país por encima de los conflictos bélicos que se presenten en otras partes del mundo, con un gabinete capacitado y entes reguladores que no sean de bolsillo, un presidente que no se dedique a censurar la información y mucho menos a  beneficiar aquellas industrias que destruyen la biodiversidad del territorio nacional, alejando así esas manos corruptas que se roban el dinero para la educación de los niños.

Colombia merece menos cárceles y más universidades públicas y una economía que no se fundamente en regalar dinero pero que sí genere empleo con nuestras propias riquezas, con nuestro campo, con nuestro valioso recurso humano.

Si Gustavo Petro reúne todas esas características o no, eso queda en manos de los colombianos, sin embargo, en cualquiera de los casos, en el escenario en que el candidato del Pacto Histórico consigue la victoria, se la debe en parte a la campaña tan impecable que le hizo durante cuatro años el uribismo.

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