El uribismo volvió trizas el acuerdo, sigue ahora la paz social, política y económica

El uribismo volvió trizas el acuerdo, sigue ahora la paz social, política y económica

Históricamente se tiene conciencia de que la paz exige un trabajo de reordenamiento de la vida, de sus condiciones concretas, de cómo distribuimos los recursos

Por: Lilia Solano
diciembre 06, 2021
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El uribismo volvió trizas el acuerdo, sigue ahora la paz social, política y económica
Foto: Pixabay

En un texto de aproximadamente el siglo VIII a.C aparece una frase que hoy puede sonar a expresión de protesta callejera: "el fruto de la justicia será la paz."

Desde tiempos tan distantes en la historia, se tiene conciencia de que la paz, en tanto fin, exige un trabajo arduo de reordenamiento de la vida, de sus condiciones concretas, de las maneras como nos las ingeniamos para distribuir los recursos, del mayor o menor grado de unidad y acuerdo en la repartición de las obligaciones sociales, de los modos en los que vamos a producir riqueza. En fin, de la paz, social, económica y política; depende también la vida digna.

Es todo este entramado de justicia el que ha estado en la agenda de nuestras preocupaciones como nación, mayormente durante los últimos cinco años, luego de que el silencio de los fusiles de la insurgencia permitiera que se escuchen con mayor claridad los otros ruidos: los de los fusiles oficiales, los de los obstáculos que desde el alto gobierno se le ponen al cumplimiento de los Acuerdos de La Habana, los de la corrupción, los de la represión brutal de la protesta ciudadana, los de la destrucción del medio ambiente, los del debilitamiento permanente de una economía para la vida. En síntesis, el ruido de la justicia al caer, diríamos parodiando la novela de Juan Gabriel Vásquez.

El Acuerdo de Paz logró la construcción de una institucionalidad muy importante en el país y vamos camino a un cambio, aunque se estén viviendo las consecuencias de mas de 70 años de imponer la guerra.

Se requieren transformaciones estructurales profundas que la cúpula del poder en el país no quiere aceptar y están impidiendo que se implemente el Acuerdo que cumple 5 años de firmado, estamos en la transición de un Acuerdo que volvieron trizas y que se implementó en forma mínima.

Los efectos devastadores de la guerra han marcado nuestra historia. Y por estos días, hasta sirven para justificar que el propósito de construcción de "paz estable y duradera" se haya lanzado por la borda.

Tenemos que hacer nuevamente un acuerdo político que nos lleve a una Paz social, política y económica que permita el liderazgo de nuevos sujetos políticos para que podamos avanzar.

Ejemplo de ello son una Constitución que ya se había encargado del salto al anunciar el paso de un Estado confesional (1886) a uno Social de Derecho (1991). Otro ejemplo es un acuerdo de desarme firmado en La Habana entre el gobierno colombiano y la insurgencia armada, y posteriormente corroborado en el Teatro Colón de Bogotá, entre otros ejemplos.

La paz exige que la tierra sea productiva y, por lo tanto, su titulación corresponda al campesino, que una planta deje de ser la excusa para un andamiaje criminal organizado con tentáculos internacionales que persigue al campesinado, que la tierra pase por una reforma rural integral, que podamos vivir en Paz con la naturaleza.

Se trata de la observación de derechos tan fundamentales que la comunidad internacional se conmociona con las cifras de 60.000 desplazados, 300 firmantes de la paz asesinados y ya se cuentan en miles lo lideres sociales asesinados en estos 5 años de violencia, desde que se firmó el Acuerdo de Paz.

¿Paz? Sí. Hay frutos. Salieron millones de personas a las calles y levantaron su voz contra los autoritarismos y la guerra, por la paz, por una economía para la vida, y no mas presupuesto para la guerra y la corrupción, por los derechos fundamentales y transformaciones democráticas. Este país cambio y nuevas fuerzas sociales transformadoras están en el forcejeo para poder instalar la paz.

La paz sufre. Sufre las contradicciones anotadas. Sufre los nexos entre armas y narcotráfico. Sufre la relación entre narcotráfico, control de territorios y poblaciones. Sufre la realidad del desplazamiento forzado, la del reclutamiento de menores y la violencia contra las mujeres.

Sufre las intenciones cada vez más expresas del alto gobierno para acabar, para socavar las instituciones endebles que se han construido, para impedir el cumplimiento de los acuerdos y para no permitir que la tierra sea restituida a las comunidades que la perdieron a manos del despojo armado del paramilitarismo y el crimen organizado.

La paz, entonces, es un todavía no. Lo que faltaba ya llegó, que es la fuerza para continuar el camino y después de este Acuerdo de paz, seguir a la construcción de la paz social, política y económica. Tenemos la matriz.

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