El gobierno del presidente Duque viene de caída en caída: su débil gobernabilidad a causa de una aplaudible pero poco efectiva política de “cero mermelada” y una sociedad convulsionada por profundos problemas sociales y económicos le han costado su credibilidad y margen de maniobra, pues está en jaque y aún con sus peones del Centro Democrático, desesperados por ayudarlo, parece que perderá esta partida.
El país se prepara para lo que se espera sea una histórica movilización nacional con la participación de las centrales obreras, los sindicatos, profesores, estudiantes e indígenas, que busca exigirle acciones y cambios al gobierno ante sus frecuentes desaciertos en tan solo un año y medio. Es una realidad que el paro tiene razones fundamentadas en hechos, pero también en posibilidades no confirmadas que han tenido mucho eco en la ciudadanía.
Primero, contra la reforma laboral (posibilidad) que propone el pago del 75% del salario a jóvenes, salario diferencial por regiones, contratación por horas y hasta la eliminación del salario mínimo.
Segundo, contra la reforma pensional (posibilidad) que propone privatizar Colpensiones y dar pensiones hasta por debajo del mínimo.
Tercero, contra el holding financiero (posibilidad) que le quitaría el poder directo al Estado sobre las empresas financieras públicas y la posible privatización en cierto porcentaje de ISA, Ecopetrol y Cenit.
Cuarto, la lucha contra la corrupción (hecho) ante los escándalos de Odebrecht, cartel de la toga, vía al llano y en la universidad distrital.
Quinto, contra la ley de financiamiento (hecho) que busca darle excesivos beneficios tributarios a las grandes empresas, lo cual implicaría un aumento de impuestos a la clase media que siempre recibe la carga más pesada.
Sexto, la exigencia de un salario mínimo que permita tener una vida digna ante los elevados costos de la canasta familiar, transporte, vivienda, etc. Cabe anotar, que la propia Ministra del trabajo, Alicia Arango, ha dicho que prefiere renunciar antes que tener que bajar el salario mínimo, pues el Banco de la República tiende a culparlo de todos los males.
Séptimo, la exigencia del cumplimiento de los acuerdos con Fecode y los estudiantes (hecho) y la eliminación del artículo 44 de la ley de financiamiento que da a entender que los recursos de la educación pueden ser usados para pagar las demandas contra la Nación.
Octavo, el rechazo por la vía libre al fracking y a la práctica del “aleteo” que pone en riesgo la vida de los tiburones, pues sus aletas son cortadas para fines comerciales.
Por último, un rechazo a la posibilidad de regular la protesta y la exigencia de garantías para los líderes y lideresas sociales e indígenas que son asesinados sin piedad en todas las regiones del país prácticamente todos los días por grupos al margen de la ley.
Todo lo anterior, en medio de dos hechos gravísimos que escandalizaron a la opinión pública, el asesinato a sangre fría de Dimar Torres, excombatiente de las Farc, por parte del Ejército sin razón alguna y la muerte de ocho menores de edad a causa de un bombardeo militar contra las disidencias de las Farc en Caquetá.
La mezcla entre la coyuntura nacional y el estallido de indignación social en Latinoamérica como en Chile, Bolivia y Ecuador, en donde han logrado sustanciales cambios le dan más fuerzas al paro y esto tiene al uribismo con la piel de gallina y a la izquierda oportunista lista para sacarle provecho.
Ya no es sorpresa ver cómo el uribismo busca cualquier forma de restarle legitimidad a la protesta social, su máximo líder, el expresidente Uribe ha salido a decir que detrás del paro está el Foro de São Paulo (un foro de partidos de izquierda y ultraizquierda) y que anarquistas internacionales están buscando desestabilizar los gobiernos de la región.
Por un lado, José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, publicó una foto de un “rito satánico” por el paro que resultó ser una obra de arte en Medellín y su esposa María Fernanda Cabal que celebra la renuncia de Evo Morales en Bolivia y apoya enérgicamente las protestas en Venezuela, aquí en Colombia, las criminaliza.
El presidente Duque ha salido en varias ocasiones a decir que el paro está fundamentado en mentiras, que algunos sectores buscan incendiar el país, que no debemos dejar sembrar el odio y debemos construir en vez de destruir. Sumado a esto, ha hecho esfuerzos como pedirle a la ministra de educación que objete el artículo 44 de la ley de financiamiento y le aseguro a las centrales obreras que no habrá reforma laboral y pensional este año.
En definitiva, el uribismo tiembla ante el paro, la coyuntura social y política lo tiene contra la pared, especialmente por lo dramático que fueron los últimos hechos del bombardeo militar Caquetá que le costó el puesto al Ministro de Defensa, sin embargo, no debemos desconocer varias cosas, el presidente Duque no es culpable de todos los males del país, pues esto es la acumulación de años y años de una profundización de los problemas sociales que están a punto de colapsar y esto exige una acción estatal estructural y no superficial, pero de algo si es culpable el uribismo y es de poner a un joven brillante pero sin absolutamente nada de experiencia, que resulta en incompetencia, en el despacho presidencial, lo cual no es razón para buscar tumbar un gobierno legítimamente elegido en democracia, se trata hacerle serios reparos a un barco que ni siquiera ha podido zarpar del muelle por una fortísima atadura llamada uribismo.
Por el otro lado, la izquierda oportunista, como suele ser, quiere sacarle provecho a esto y fusilar políticamente al gobierno, seguramente hasta querrán sacarlo de palacio, lo cual es reprochable, pues algo muy cierto dijo el presidente Duque, no podemos seguir en la trampa de que el perdedor es enemigo del ganador, eso es nefasto para la cohesión social y no debemos caer deleitados en los discursos populistas que esa izquierda quiere usar para sus intereses.
Como repito constantemente, esto no es de derecha, centro o izquierda, esto es de un pueblo contra un sistema social pobre y desigual que saldrá a las calles a cambiar la historia. Finalizo citando a Jorge Eliécer Gaitán en uno de sus discursos más célebres: “...No me vengan con hipocresías, que conocemos sus nombres y el pueblo liberal y el pueblo conservador los conoce. Y saben que esas pequeñas minorías se defienden mutuamente, por encima de sus ideas para defender sus intereses, en contra de los intereses del pueblo que trabaja, en contra de la clase media y en contra de la clase trabajadora, en contra de los profesionales y en contra de los intelectuales, en contra de los industriales y en contra de los agricultores y de los cafeteros que no tienen el teléfono de las influencias políticas que funciona igual para las voces de la oligarquía conservadora que para las voces de la oligarquía liberal...”.
Posdata: El rector de mi Universidad (Los Andes), Alejandro Gaviria, decidió suspender todas las actividades académicas y administrativas del 21 de noviembre por motivo del paro, no incita a participar o no en las manifestaciones, pero deja abierta la posibilidad, pues invita a reflexionar sobre la necesidad de construir entre todos una sociedad más incluyente y democrática. Esto es sorprendente, ya que la única forma de que cancelen clases en nuestra universidad es que literalmente se estén incendiando los cerros, pero los tiempos han cambiado y ya no podemos estar de frente a Monserrate y de espaldas al país.