El proceso de selección del candidato presidencial del Centro Democrático terminó con la elección de Óscar Iván Zuluaga. Un hombre tapizado de méritos personales y dotado de una bonhomía y don de gentes propios de otros tiempos más hidalgos. Zuluaga, en cuya campaña estuve y a quien tengo el honor de conocer de cerca, es un excelente administrador ejecutivo más que un político audaz, lo sé bien pues trabajé de cerca con Duda MendoCa en la estupenda estrategia comunicacional que condujo, impulsada por la turbina de Uribe, con la que se le ganó limpiamente a Santos en una primera vuelta clara, e indudablemente también en la segunda que le robaron el mismo presidente y la pandilla que le acompañaba, con plata y trucos judiciales que el país conoce y no vale la pena repasar.
Óscar Iván Zuluaga fue víctima de un robo. No lo derrotaron, lo timaron. Y luego fue también víctima de una persecución canalla contra él y David su hijo, por parte de una fiscalía dirigida por ese hombrecito perverso y rencoroso que es Eduardo Montealegre, apoyado por sus secuaces desde la jaula que dirigía.
Y es precisamente por haber sido él víctima de un timo, que Óscar Iván no podía permitirse el lujo de que el proceso de selección del candidato del Centro Democrático -que ganó- tuviera mácula alguna. Él y nadie más que él, debió ser quien exigiera a la auditoria y a las encuestadoras que entregaran absolutamente todas las “encuestas descartadas” que fueron las que no se contabilizaron por no pasar los filtros que pactaron los contendientes.
Pero no lo hizo, y el partido, que tenía el deber de hacerlo, fue ligero cuando no abundó en claridad, con lo cual obviamente se desató una explosión de inconformidad, pues la gente hoy en día tiene un arma -que son las redes sociales- con la que antes no contábamos; cada persona con twitter, es el dueño de su propia emisora. Y no protestaron los de Cabal solamente, sino los Alirio, los de Paloma, los de Nieto, y muchos que consideraron irrespetuosa la falta de claridad a la hora de entregar los soportes para que la auditoria fuera eficaz.
Paloma y Alirio calmaron a los suyos, Cabal, salió al quite y aunque los malquerientes en la prensa santista trataron de armar un conflicto insalvable, y los seguidores de los precandidatos cruzaron espadas un par de días, el proceso culminó esta semana con el respaldo de todos a la candidatura de Zuluaga.
¿Qué sigue? Armar las listas de Senado y Cámaras, para que Zuluaga pueda emprender campaña artillado de sus generales. Y es ahí donde empieza a escribirse la nueva historia del uribismo sin Uribe. Veamos:
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El proceso de selección dejó dos grandes ganadores, Zuluaga que es ya el candidato, y María Fernanda Cabal, quien de ser una senadora mordaz e inteligente, pasó a ser un fenómeno político
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El proceso de selección dejó dos grandes ganadores, Zuluaga que es ya el candidato, y María Fernanda Cabal, quien de ser una senadora mordaz e inteligente, sin pelos en la lengua, pasó a ser un fenómeno político que conectó especialmente a la juventud con un sector ideológico que no suele concitarlo. La Cabal hizo clic en la opinión, por eso en las encuestas abiertas y sin filtros que hicieron en días previos a la selección, incluso alguna de las mismas encuestadoras, el resultado fue 37 % a 14 % en favor de la Cabal. Y es precisamente porque se convirtió en un suceso de opinión, que todos los uribistas esperaban que el anuncio siguiente fuera que María Fernanda Cabal sería la cabeza de lista al Senado del Centro Democrático; nada más y nada menos que la locomotora de reemplazo del titán de la tracción electoral que ha sido Uribe durante veinte años de victorias sucesivas. Ella, prudente, no la exigió, pero sus partidarios sí. Y el sentido común y la lógica cartesiana más elemental, lo aconsejan también.
No sería comprensible que el Centro Democrático, que es Uribe, desperdiciara la facilidad de contar con una figura que hasta los peores adversarios reconocen está dotada de ese raro y particular magnetismo, tan esquivo en política, que produce líderes de masas, de esos que solo se dan pocos en cada generación. Porque sí, la Cabal tiene Factor X. Sus discursos encantan, sus planteamientos seducen, sus explicaciones se entienden, su serena crítica desviste las inconsistencias de los adversarios, y su nombre aglutina multitudes, pues la gente de ese sector ideológico se siente identificada con su manera de pensar y expresar sus planteamientos. Y sería un absurdo monumental no aprovechar su carisma, ese raro Factor X, para que sea ella quien encabece la grey senatorial que Uribe deja acéfala y que requiere más que nunca de esa nueva estrella que renueve la dinámica a un partido que se caracteriza por ser el más disciplinado y consistente de los que tenemos en Colombia, pero que sufre el desgaste natural de ser partido de gobiernoí
Quienes se oponen a que María Fernanda Cabal encabece la lista de Senado, aducen que es imposible irrespetar la promesa ofertada a Miguel Uribe Turbay para encabezar la lista al senado. Y es verdad que la palabra dada debe respetarse, aunque sea exótico el fundamento para haberla dado. Veamos: Miguel sacó 400.000 votos para la Alcaldía, y a primera vista cualquiera piensa que son votos frescos para alimentar la cantera centrodemocrática de Bogotá. Pero no hay tal, los votos de Miguel fueron en realidad los votos de la Alcaldía de Peñalosa, quien se la jugó a fondo por él. Y si bien Miguel cabalgando sobre el prestigio de Peñalosa se convirtió en un gran elector, ese caudal fue eminentemente coyuntural, porque buen candidato y todo, esos votos no son suyos. Y si lo fueran, vale la pena recordar que las votaciones de una misma persona para cuerpos colegiados y cargos uninominales son absolutamente diferentes en cuantía.
La llegada de Miguel Uribe al Centro Democrático podría ser igual de espectacular si él, en un gesto de humildad -que no mostró cuando le pidieron retirarse en favor de Galán para que no ganara Claudia- esta vez sí cediera para que la heredera natural de Uribe en la cabeza de Senado sea la Cabal quien se ganó ese derecho. Y sin perder nada Miguel podría probar sus condiciones de combatividad y activismo, asumiendo la Cámara de Bogotá y agigantar sus resultados, incluso en lista cerrada si quiere, con la ventaja de que todo voto a partir del último de la vez pasada se atribuiría a su presencia.
Así, quedaría armado el uribismo para enfrentar el porvenir electoral, ya sin Uribe en la batalla, y Zuluaga podría apoyarse en listas muy exitosas para enfrentar la consulta.
@sergioaraujoc