Con profunda desolación recibí la decisión del Consejo Superior Universitario de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas al momento de designar rector por los próximos cuatro años. El mundo entero está encontrando que las mujeres al frente de instituciones entregan más y mejores resultados, es evidente que la corrupción va de la mano de acciones que en la mayoría de los casos son ajenos al ser, al sentir y al quehacer de las mujeres.
Pero no creo que debamos centrarnos en una postura de género de forma exclusiva, para develar lo que aconteció y merece una evaluación por parte de la comunidad universitaria y en general de la capitalina, que al final de cuentas es quien financia con sus impuestos a la UD, la Universidad de Bogotá.
En pleno Consejo Superior Universitario, el representante de los exrectores (suplente), el señor Lombardo Rodríguez, autor de una reforma que llevo a la universidad a ofrecer unas licenciaturas con un océano de conocimiento, con un centímetro de profundidad, se tomó la palabra, de manera reiterada, para en varios discursos rebosantes de superioridad moral, señalar, a su juicio, como debía votar cada integrante del CSU.
Del mismo modo enarbolo las banderas de la representación estudiantil, de manera populista, para llevarlos a la máxima del paroxismo y conducirlos, con la tutela del gran maestro, por los caminos de la ignorancia disfrazada de actitud contestataria, hasta que el par de ‘líderes estudiantiles’ optaron por la decisión a la que los inducía vehemente el señor Lombardo, retirarse de la sesión, para así lograr su preciado triunfo; mientras ellos disfrutaban alejándose, creyendo que estaban marcando el futuro de la UD.
Retomemos, en la intervención dónde el señor Lombardo Rodríguez adoctrinaba, sobre como calificar, a cada uno de los representantes del noveno de poder, el señor dejo claro que carecía de decencia aquel consejero que calificaba con una baja nota a quien, según él, hacia una buena presentación.
Discurso demagogo, que llena de júbilo el corazón de las graderías. Muy similar a aquel que, dicen, se escuchaba en las asambleas de la UD por allá en los 80 y 90’s, y que llevo a la universidad a una crisis profunda, de la que hasta ahora estaba saliendo, pero que auguro volverá de forma precipitada, tras la decisión del CSU.
Vale la pena recordar que las presentaciones de las cuatro candidaturas, estaban rebosantes de lugares comunes, las mismas fórmulas, muy poca creatividad y una repetición constante de imaginarios para cautivar mentes insulsas; no obstante en ese mar de pobreza creativa para afrontar problemas, las dos mujeres candidatas eran una luz al final del túnel y se presentaban como un faro que permitiría abrir, con mucho trabajo y esfuerzo, una ventana por donde podría la UD entrar a la educación del siglo XXI.
No sobra recordar y recalcar que la composición del CSU-UD es evidentemente una organización machista, patriarcal, donde no se escapan ni la representación de docentes y mucho menos la de estudiantes, incluso la delegación del gobierno de Iván Duque es llevada por hombres, lo que evidencia el talante y el mérito que le reconocen a las mujeres en esta institución, que debería ser una abanderada en la lucha por la igualdad de género.
Al momento de calificar, se vieron las caras sonrientes de lo que podríamos denominar como la bancada uribista en el CSU-UD, las miradas cómplices, las risitas socarronas y la actitud pendenciera de aquellos hombres, poderosos, que una vez más habían logrado menospreciar el poder femenino, silenciar su voz e imponer a la fuerza y con el veto de una calificación la posibilidad que en la Universidad llegará una mujer a la rectoría.
Es importante que todas y todos sepamos quienes llevaron al señor Tarazona al décimo piso de la sede de la 40, fueron ellos:
El representante del presidente.
El representante del Ministerio de Educación.
El representante de los exrectores. Fabio Lozano – Lombardo Rodríguez
El representante de los egresados. Carlos Fajardo
Importante resaltar que el representante de los egresados, hoy saliente, dio su voto, a pesar de contar con detractores al interior del equipo de trabajo del señor Tarazona. Pero la línea ideológica peso mucho más al momento de tomar la decisión y la doctrina uribista marco el futuro de la UD.
No sobra indicar que el señor Fajardo rompió relaciones con la anterior administración, pues al ser él quién entregó algunos documentos que incriminaban al ex director del Idexud, el hoy condenado Wilman Muñoz por corrupción, Fajardo pretendía imponer al nuevo director de ese instituto para poder seguir haciendo los convenios como la actualización catastral en Bucaramanga, convenio investigado y con costos elevados para llenar las arcas de muchos, sin embargo, como la cosa no paso como él quería por ello se fue lance en ristre contra Ricardo García y digo contra él, pues contra otros directivos que le siguieron su juego y le permitieron adueñarse de la oficina de egresados, nunca se pronunció.
No vienen buenos tiempos para la UD, se viene la adjudicación de unas obras que requerían de equipos directivos impolutos y que tuvieran las manos limpias para tomar decisiones, pero según la calificación y votación todo se hará de espaldas a la comunidad, mientras que aquellos que respaldaron la designación, ajenos a la institución y el representante Lombardo Rodríguez y el egresado Carlos Fajardo que dejo a su pupilo sentado en su curul, estarán en un festín que le traerá a la UD grandes problemas, de los que espero puedan salir, tras acabar esta recién instalada administración.
Son cuatro años, eternos, que requieren de ojos vigilantes y liderazgos estudiantiles reales, así como egresadas/os que vigilen lo que pasa en la U de Bogotá. Cuatro años para que las mujeres se tomen el poder en la UD, las docentes, las estudiantes, las egresadas y entre todas empujar una candidatura propia, sin complejas alianzas, sin el poder de los hombres en nuestros hombros diciendo que hacer o que decir, para demostrar, como lo hace el movimiento político con cuna en Medellín, que Estamos Listas.