Su familia lo niega. Pablo Escobar podría ser un sanguinario pero amaba a los animales. Por eso creó un zoológico en su finca en el Magdalena Medio. Pero había una cosa que podía superar su amor a la fauna y era su hija Manuela. La pequeña quedó sorda de un oído y fue la principal víctima del atentado que le hizo el Cartel de Cali a su edificio Mónaco en el Poblado de Medellín. A partir de ahí desplegó aún más su insaciable sed de venganza.
Cada vez que podía veía a sus hijos en alguna de las múltiples caletas donde se la pasaba huyendo de sus enemigos, del gobierno. En la navidad de 1991, cuando su imperio se veía amenazado ya por el Cartel de Cali, el gobierno Gaviria, y sus amigos que no le perdonaban la barbarie, mientras estaba recluido en la cárcel que él había mandado construir para su gusto personal, su hija Manuela le pidió el más extraño de los regalos "papá quiero un unicornio" Aunque su esposa y su hijo lo negaron John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, afirmaba lo contrario. Si sucedió.
En su canal de Youtube el sicario favorito de Escobar, quien murió de cáncer este año, lo cuenta todo: el capo más peligroso del mundo, el que le traía los animales más exóticos de África a pedido de su hija, ordenó conseguir un caballo blanco, hermoso, un pura sangre, y ordenó incrustarle un cuerno de toro en la frente del animal. Además le pusieron alas de papel pegadas a su piel. Manuela saltaba de felicidad, por fin podía hacer realidad su sueño. Sin embargo, la felicidad duraría realmente poco. El caballo moriría de las infecciones que le produjo esas incrustaciones en la piel.
¿Por qué no creer cualquier mito que puede generar el hombre que llenó de hipopótamos el Magdalena Medio?
