Aunque la Universidad Sergio Arboleda, le abrió las puertas para refugiarse una vez logró escapar del juicio que le preparaba el gobierno de Hugo Chavez por haber sido la cabeza más visible del golpe petrolero de abril del 2002, la oficina que aún ocupa Pedro Carmona en el cuarto piso del edificio de negocios Prime de la universidad es tan chiquita como la que alguna vez tuvo Betty la Fea en Ecomoda. Un cubo estrecho en donde escasamente caben sus caballeros de Malta, una orden fundada en Jerusalén en el siglo XI a la que Pedro Carmona pertenece.
A sus 81 años el venezolano que dejó su país siendo presidente de Fedecámaras, se mantiene erguido, con una agenda absolutamente copada y llevando con mano de hierro el programa de Maestría en Gestión Energética que comanda desde mayo del 2002.
Su régimen físico no da tregua. Se levanta poco antes de las 6 de la mañana y se pone a caminar un circuito de 4 kilómetros que rodea el barrio La Carolina, la zona residencial en el norte de Bogotá donde vive con su esposa Gladys desde que llegó a Colombia. Vestido con un traje tan austero como su oficina sin ventanas, Carmona nos atiende de afán porque ese 15 de septiembre sale con un grupo de estudiantes a Madrid, donde la Sergio Arboleda tiene sede.
A pesar del exilio, Carmona no tiene saudade. La nostalgia es un lujo que no puede darse. Tenía 61 años cuando estalló todo y la vida se le partió en dos . Era presidente de Fedecámaras, la asociación de gremios venezolanos que entró en conflicto con el gobierno de Hugo Chávez desde su misma llegada, el 2 de febrero de 1999, cuando arrancaron las protestas en Caracas.
El 10 del 2001 la oposición dio una muestra de fuerza al paralizar el centro de la capital con una huelga general de 24 horas convocada por la Confederación de Trabajadores de Venezuela todo por la designación, como presidente de Petróleos de Venezuela, al economista de izquierda Gastón Parra Luzardo. Chávez encadenaba la televisión venezolana.
Canales como Radio Caracas o Venevisión, con una probada trayectoria de décadas de transmisión, pasaban durante horas los discursos de Chávez afirmando que no había paro, que todo era un truco de la oposición y de los Pitiyankis, nombre con el que descalificaba a sus opositores.
Las marchas se tomaron Caracas. La cúpula del ejército empezó a tambalearse. El 9 de abril del 2002 empleados de la estatal PDVSA pararon por completo la producción petrolera. Chávez decidió entonces despedir a 17 mil empleados de la petrolera. Entonces se desató un pandemónium en Caracas. Una movilización de miles de caraqueños caminó hasta Miraflores pidieron la salida de Chávez y por 28 horas lo hicieron.
El Comandante de la Revolución Bolivariana fue detenido todo un fin de semana. Mientras Carmona y los viejos reductos de partidos tradicionales venezolanos como Acción Democrática y COPEI descorchaban champañas, a Chávez sus leales paracaidistas lo rescataban de una base militar en Barinas y las hordas que bajaron de barrios tan representativos del chavismo como el 23 de enero, bajaron de los cerros y sacaron a los golpistas.
Carmona era uno de los hombres que con más ahínco los colectivos chavistas y la guardia venezolana buscaron. Alcanzó a huir a la embajada de Colombia, en ese abril del 2002 el embajador era Luis Guillermo Giraldo, desde donde contactó con el entonces canciller Guillermo Fernández de Soto, el canciller del presidente Andrés Pastana y aterrizó en Bogotá el 3 de mayo del 2002. Obtuvo estatus de refugiado y un tiempo después obtuvo la nacionalidad colombiana con lo cual puede seguir sus actividades tranquilamente. No así muchos compatriotas suyos. Una nube se posa sobre los exiliados políticos venezolanos refugiados en Colombia.
Desde el 7 de agosto, cuando Gustavo Petro asumió la Presidencia, todo cambió. El interés del nuevo gobierno de restablecer relaciones con el gobierno de Maduro, tendría una contraprestación complicada: la entrega de los refugiados políticos. Aunque el presidente Petro desechó con vehemencia esa posibilidad, el miedo ronda.
El primero en empacar maletas fue Julio Borges, expresidente del congreso venezolano, quien vivía en Bogotá hasta julio pasado pero junto a él salió del país otra docena de influyentes políticos opositores al chavismo.
Pedro Carmona duerme tranquilo. Tan tranquilo que nos concedió este caballero de la Orden de Malta nos concedió esta entrevista desde su despacho en la Universidad Sergio Arboleda.