El único colombiano que ha ganado la Champions League

El único colombiano que ha ganado la Champions League

"Iván Ramiro Córdoba, el jugador de fútbol más genial de Colombia"

Por: Fabio Andrés Olarte Artunduaga.
mayo 11, 2015
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El único colombiano que ha ganado la Champions League
Foto: tomada de futbolred.com

La competencia de fútbol de clubes más importante del planeta es, sin lugar a dudas, la UEFA Champions League. Ese trofeo que ha inmortalizado a leyendas del futbol mundial como Di Stéfano, Eusébio, Cruyff, Beckenbauer, Maldini, Zidane, Ronaldinho, Messi y Cristiano Ronaldo, es el sueño de todo jugador de fútbol profesional que milita en algún club del viejo continente. Y los futbolistas colombianos, por supuesto, no son la excepción. Varios son los compatriotas que han entrado a algún estadio y han formado una fila para escuchar los acordes del majestuoso himno de la competencia, pero solamente uno de los nuestros ha podido tocar la orejona con sus manos. Y no uno de los nuestros cualquiera, sino uno de los más grandes que ha dado ese suelo ensangrentado y que, por desgracia, hoy parece estar en el olvido. Perdón, válganme una corrección: el más grandioso de todos nuestros futbolistas.

Hace 38 años, en el hermoso municipio antioqueño de Rionegro, cuna de grandes personajes colombianos que también están en el olvido como el enorme caricaturista Ricardo Rendón, el sentido poeta Juan José Botero o el magnífico ensayista Baldomero Sanín, nació en el seno de la familia Córdoba Sepúlveda un muchachito que me llenó los ojos de buen fútbol. Iván Ramiro fue el nombre que, el 11 de agosto del 76, le dieron los padres al defensor más importante que ha parido mi Colombia.

En 1993 debutó en la Primera B con el equipo de su ciudad, aunque por su enorme calidad no pasó mucho tiempo defendiendo los colores del Deportivo Rionegro. Atlético Nacional adquirió su pase y le dijo a los colombianos: acá está creciendo un magnifico zaguero. Pero en el equipo de la capital antioqueña tampoco pasó muchas temporadas, pues el Club Atlético San Lorenzo de Almagro puso sus ojos sobre las piernas veloces del “Speedy González” criollo. Acá, en la Argentina, la rompió y demostró que si algo le sobraba era garra. Por eso, en enero del 2000, el poderoso Inter de Milán sacó la chequera del escritorio y desembolsó 16 millones de euros para llevarse al talentoso jugador al norte de Italia, para que defendiera la camiseta del equipo de los amores de otro formidable defensor: Giacinto Facchetti. Con el Inter ganó todo lo que jugó. Fue vicecapitán detrás de otro gigante, Javier Zanetti, y entre sus triunfos más importantes se pueden contar cinco scudetto, tres copas de Italia, tres supercopas de Italia, un mundial de clubes y, por supuesto, una Champions League. Con la camiseta nerazzurri escribió páginas de oro en la historia del club que tiene su estadio en el barrio de San Siro, e hizo llenar de felicidad a millones de tifosi, quienes pudieron disfrutar de los saltos, cortes y salidas del colombiano hasta el 6 de mayo del 2012 cuando dijo “adiós” en un derby contra el Milán. ¡Vaya forma de retirarse del equipo y del deporte que le cambiaron la vida!

¿Y por la Selección Colombia qué hizo Córdoba? Nada, dirán algunos que padecen de Alzheimer. O casi nada, dirán otros que tienen memoria selectiva. O todo, diríamos otros que recordamos perfectamente el gol más importante de la historia de nuestro futbol profesional. Y es que ¿cómo olvidarlo si nos dio el único título internacional que tenemos hasta ahora? ¡Yo, eso no lo puedo olvidar. Se los juro!

Yo, en esa época, tenía 10 años y, siendo sincero, solamente recuerdo que Córdoba saltó como una fiera y conectó con su cabeza un pase que le lanzó Iván López, la tarde del 29 de julio del 2001, en el Nemesio Camacho El Campín de Bogotá, cuando el cronometro me hacía sudar porque ya marcaba el minuto 65 y el arco del mexicano de Óscar Pérez parecía impenetrable. También recuerdo que me fundí en un abrazo que sentí interminable con las personas que me rodeaban y, además, por mi cabeza pasan imágenes de ese día que evocan felicidad.

La foto más común que recorre mi cerebro es en la que aparecen las sonrisas en los rostros de miles de personas que nos lanzamos a las calles a festejar el título de la única Copa América que tenemos hasta hoy en nuestras vitrinas pero que, seguramente, no estará sola por mucho tiempo detrás de ese vidrio grueso. Una felicidad que, probablemente, para muchos es superficial pero que para mí es incomparable, pues en esos momentos en las caras de mis paisanos solamente veía lagrimas que rodaban por sus mejillas. Estábamos en la era de los decapitados, de las violaciones, de los secuestros, de las bombas, de las masacres y de los balazos. Ese gol del señor que tenía puesta una camiseta amarilla con el número 2 en la espalda fue una gota de alegría en un océano de desesperanza. Con Colombia él jugó el mundial de Francia 98, aunque eso sí, casi, no lo recuerdo por culpa de mi edad. Lo que sí quedó grabado en mi memoria y de allí no saldrá jamás (a menos de que algún día el destino me la quite) fue ver a Córdoba levantar la Copa América en Bogotá.

Por eso Iván Ramiro Córdoba Sepúlveda es el jugador de fútbol más genial que le ha dado Colombia al mundo. Es tan bueno que, en el verano europeo del 2011, los italianos nos lo quisieron robar y le dieron una credencial que lo acredita como ciudadano italiano. ¡Qué tal los abusivos, no han querido entender que él es solamente nuestro!

 

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