¡Que Messi es el que manda en el equipo!, ¡que escogió a sus amigos para titulares!, ¡que “Lio” no pesa!, así resume la prensa argentina su furia ante la desteñida presentación de su selección frente a una efectiva y eléctrica selección Croata, quizá convirtiendo al brillante diez del Barcelona en el depositario de una frustración colectiva. Una reacción irascible, quizá apenas una liberación, una catarsis que no resuelve un problema de fondo como es el paulatino desmejoramiento del balompié de ese país, invitado de honor a las citas orbitales, siempre con ribetes de favorito.
Si se revisan los duelos individuales, los desempeños hombre a hombre y el despliegue de ganas, el resultado de 3 por 0 en favor de Modric y Rakitic, Mandzukic y compañía corresponde a la claridad del planteamiento de los europeos, en contraste con la propuesta desordenada del equipo gaucho, limitado en la generación de juego con un Messi que, como ocultarlo, no aparece en los momentos cruciales a nivel de la selección Argentina.
El mutismo de “el genio”, su aspecto cabizbajo, señales que son decodificadas por la mayoría de la afición y la prensa especializada en cabeza del explosivo comentarista Martín Liberman, a como rasgos propios de una personalidad que le impide convertirse en el líder capaz de contagiar, de llevar ánimo, de transmitir nervio a sus compañeros en momentos críticos, como ocurrió tras el regalo de Caballero a Rebic.
Fácil es señalar a Messi, pero si se revisa el comportamiento del histórico Javier Mascherano que no gravitó como encargado de sacar el equipo, de un Otamendi “guapo” para golpear por detrás y marcar faltas pero sin efectividad en instantes definitivos frente a los rápidos contragolpes de Croacia, la conclusión es que el múltiple ganador del Balón de Oro, tiene en los jugadores, que supuestamente el mismo escoge, a unos mediocres asociados que no están dispuestos a acompañarlo y rodearlo para que su juego brille.
Si bien es cierto Argentina acusa una ausencia de libreto futbolístico en el terreno de juego, es posible que el entorno, especialmente en el contexto periodístico, se haya construido un imaginario colectivo de favoritismo, que no es coherente con su actual realidad futbolística y que, por lo visto hasta ahora, se sustenta en el desempeño de sus futbolistas en clubes en los cuales sobresalen, quizá por estar rodeados por los mejores jugadores del balompié mundial.
No está eliminada la selección Argentina y tiene una última oportunidad para mostrar jerarquía y algunos trazos de fútbol. Es posible que con 20 0 30 minutos de exhibición de la calidad de Messi, les alcance para superar a Nigeria y pasar a la siguiente fase. Son las dificultades propias de un conjunto que depende exclusivamente del momento que viva su diez, de su creatividad, de esas condiciones irrepetibles en otro jugador, características de tanto relieve que cuando no están, hacen que eclipse y con él, se apaga el equipo y, por supuesto, el sueño argentino de trascender en la Copa Mundo.
