Así vivió su último partido Simón, una víctima más del virus

Así vivió su último partido Simón, una víctima más del virus

El encierro tuvo mucho que ver en una persona que amaba los espacios libres, el intercambio con sus amigos. Así fue su último encuentro deportivo

Por: Carmelo Antonio Rodríguez Payares
enero 14, 2022
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Así vivió su último partido Simón, una víctima más del virus
Foto: Cortesía

Fue muy duro para mi familia, los amigos cercanos y, en general a quienes conocieron a mi hijo Simón, aceptar que una persona con tanto futuro decidiera ponerle fin a su vida atándose una reata en su cuello.

"Es que era una persona tan alegre, jovial, lleno de vida y sin ningún contratiempo en el horizonte que pudiera frenarle sus sueños, por eso fue para nosotros una tragedia que todavía no hemos asimilado, a pesar de que tomamos la decisión de mudarnos de aquella casa en donde el jueves 25 de junio del 2020, a eso de las 7 de la noche, nuestro hijo Simón González Restrepo, de apenas 13 años de edad, se nos fue para siempre", dijo Felipe González Castaño.

Él es el padre de un futbolista que en el Festival de Festivales del 2020, el 9 de enero y cuando su equipo, Villas del Carmen de Sabaneta y, en su calidad de arquero, hizo un golazo desde la mitad de la cancha al equipo Picacho Paraíso, a quien sus demás colegas de este 2022, le rindieron un tributo de admiración que retumbó en toda la Marte 1 como un abrazo a la eternidad al pequeño que desde su posición de portero, estaba llamado a ser una de las más promisorias figuras de este deporte, si tenemos en cuenta que aquel año de su desgracia lo había fichado el Deportivo Independiente Medellín para que hiciera parte del Equipo del Pueblo, a pesar de que tenía otras dos opciones para hacer parte de los mismos como fue el Envigado Fútbol Club y el Club Estudiantil Semillero de Belén.

Sebastián Ramírez Zuluaga, su director técnico que lo acompañó a lo largo de más de seis años en su proceso de formación como persona y futbolista, rescató para todos el gol histórico que todavía no ha sido superado en esa cancha que es el escenario por excelencia en los últimos 37 años que lleva este torneo, en donde, además, desde hace 12 se le abrieron las puertas para que las niñas afectas al deporte del fútbol compartieran estas historias de vida.

Hace apenas tres días que celebramos el segundo año de aquel tanto que marcó el pequeño Simón y 19 meses de su trance a la eternidad, pero quienes lo conocimos nos parece, no tanto absurda aquella decisión a la que todavía no le hayamos una explicación, sino que es como el argumento o la trama de una película sensacionalista porque lo cierto es que por su hábitos de vida, por la forma como era querido por todo su entorno, empezando, por supuesto, por su familia, sus padres Felipe y Lila Restrepo Maya y su hermano mayor Agustín, no resulta lógico que alguien así pudiera tomar una decisión de semejante alcance, dice mientras observa una foto que sirvió para mostrarla al público al igual que su camiseta con el número uno.-

Simón González Restrepo nació el miércoles 30 de mayo del 2007 en la clínica Medellín del Poblado, bajo el signo de Géminis y su padre al recordar una vez más el insuceso, atina a decir que al pequeño lo afectó demasiado el encierro derivado de la pandemia porque para él su vida era la de estudiar, estar en las canchas y jugar hasta tres partidos.

Pero además aquel año tenía definida en parte su vida porque el 10 de enero, un día después de aquel gol, recibí una llamada de Felipe Trujillo quien, desde la gerencia del Deportivo Independiente Medellín me notificó que este equipo estaba en la posibilidad de abrirle sus puertas para que ingresara, poco a poco, al fútbol profesional colombiano, y como le dije que a pesar de tener otras dos alternativas y siendo hincha del Nacional, se enamoró del rojo de la Montaña al punto de declararse como uno más de sus seguidores cuando se vio rodeado por las figuras de este equipo en una tarde en el camerino.

Eso para él fue definitivo, como también para sus dos compañeritos, Juan Camilo Giraldo y Edwin Silgado, quien de la mano de Juan Diego Zuluaga, el Segoviano, hacían parte del Club Visión y daban este paso que para cualquier futbolista es comparable con el cumplimiento de un sueño y el comienzo de hacerlo realidad.

Aparte del fútbol, Simón era un virtuoso con la guitarra y pintaba, y a pesar de lo duro que le tocó en el cierre más prolongado de la pandemia, era un buen estudiante del colegio Carlos Castro Saavedra de La Estrella, en donde cursaba el grado sexto y era el que marcaba el liderazgo en los demás compañeros que le o veían como una persona comprometida con sus obligaciones y quien triunfó en varias ocasiones, como en el torneo interno que se juega en Sabaneta, fue campeón nacional de esa disciplina jugado en la capital del Magdalena, Santa marta y subcampeón dos veces en el torneo de la Liga de Fútbol de Antioquia y catalogado como el mejor de la cancha.

Ese encierro, insiste su padre, tuvo que incidir mucho en una persona que amaba los espacios libres, el intercambio con sus amigos y yo creo que de alguna manera el fue una víctima colateral de este virus que mantiene en vilo al mundo entero.

Aquella fatídica noche llegué a eso de las siete de la noche a la casa después de cumplir una dura jornada laboral, recuerda el Ingeniero de Alimentos, Felipe González Castaño, y luego de un corto diálogo con Simón, quien se dirigió a su cuarto, me dispuse a terminar el día con la rutina que nos había impuesto la pandemia y a eso de las ocho fui a su cuarto para que me prestara el computador y encontré la puerta cerrada y con seguro y no atendió mis apremiantes llamados y luego de hacer un rodeo por el balcón de la otra pieza de Agustín me encontré con aquella escena cruda y real y apenas tuve las fuerzas suficientes para desatarlo y salir con él rumbo al hospital Manuel Uribe Ángel de Envigado en donde nada pudieron hacer los médicos que lo atendieron.- Me quedé abrazado a mi pequeño hasta sus últimos segundos y estoy agradecido con todo el equipo que hoy bajo el rótulo de Municipio de Sabaneta, le hizo este homenaje en la cancha en donde nacería una figura como las tantas que nos ha dado el Festival de Festivales.-

Simón perdió el partido de la vida, pero dejó un gran legado y sembró una semilla que sus padres harán todo lo posible para que germine, y por eso no resultó extraño que tanto su padre como este redactor hiciéramos referencia al libro de Piedad Bonnett, la excelsa hija de Amalfi que describió su propia tragedia sufrida con su hijo Daniel, quien también tomó esa misma decisión.

En Lo que no tiene nombre se refleja una forma de seguir cuidando al hijo más allá de la muerte, de defenderlo contra el frío, comprarle ropa nueva, preguntarle por los estudios y por su arte.

Este relato nos recuerda que aunque no haya ningún sobre en la habitación, todo suicidio es una carta a los seres que se dejan en la vida.

El dolor, el amor, los recuerdos, las imaginaciones, los sentimientos de culpa, la conciencia de haber ayudado y la certeza haber ayudado a la humanidad nos interpelan sobre nuestra propia realidad.

Dice Luis García Montero que la gran literatura convierte la historia personal en una experiencia humana colectiva.

Por eso este libro habla de la fragilidad de cualquier vida, de cualquier mundo en el que pueden desaparecer los oficios y las artes, de cualquier estado que pretenda engañarnos con su estabilidad. Habla también de la necesidad de seguir viviendo.

Paz en la tumba del pequeño Simón y que los dioses del Olimpo le muestren allá arriba los triunfos que le esperaban en esta tierra.

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