Carlos ‘El Mono’ Ramírez descubrió que el centro de Bogotá, donde congresistas, políticos, funcionarios de la Casa de Nariño y de muchos ministerios tienen que almorzar, era la gran oportunidad para un negocio de restaurantes. Hace diez años empezó ubicando casas viejas en sitios claves, por donde pasa un gran público y que podía transformar en comedores muy interesantes. Ramírez arrancó con la bolera San Francisco, un clásico, que estaba abandonado y que él revivió.
Al ‘mono’ solo lo detuvo la pandemia, cuando el centro quedó sin actividad. Hace un año volvió a arrancar con sus restaurantes y con el vigor de uno nuevo. El último de sus proyectos, que pronto abrirá sus puertas, se cocina en la mitad de los pasajes Rivas y Paul, donde venden el tradicional mercado de artesanías desde hace más de 130 años al frente de San Victorino.
El más exitoso de los ocho restaurantes que tiene ‘El mono’ Ramírez es Madre, uno de los sitios preferidos de reunión de políticos, igual que Padre y separados por cinco cuadras. Ramírez empieza por recuperar la arquitectura, luego los transforma en lugares amables y luego vienen la carta y las bebidas, donde da oportunidad a que se luzcan jóvenes chefs, sin grandes pedigree, pero con buena sazón. Sus restaurantes ofrecen una carta original que no le resulta extraña a nadie y que sobre todo pueden comer agradable. Allí es un lugar donde se encuentran los encorbatados con hippies y turistas que se pierden en el centro histórico de la ciudad.