En estos días, divagando por el sinfín de noticias judiciales y legislativas, me topé con una que me dejó en una sola pieza. Es decir, anonadado. Después de leerla, increíblemente sentí un escalofrío que me recorría el cuello, obligándome a realizar ciertos espasmos, que encuadraban más en una representación jocosa que en un episodio agónico; es increíble el efecto que ocasiona enterarse de cosas tan mórbidas, aunque la vida nacional ya nos tenga acostumbrados a escándalos diarios.
Las privadas intrigas y pesquisas me llevaron de manera directa, como aquel que da en el centro de la diana, a las declaraciones dadas por el exguerrillero (es una burla llamarlo así, pero toca) Rodrigo Granda, uno de los jerarcas genocidas de este grupo al margen de la ley, el cual se refirió al macroproceso 01 que cursa en la JEP en contra de esta organización criminal.
Este agónico personaje, que parece más un paciente psiquiátrico por las cosas que dice y no un respetado funcionario, como se nos ha hecho ver, según informaciones del periódico El Heraldo, declaro: “Hay mucha manipulación”; todo en el marco de la situación en la que se encontraban los retenidos por las “extintas Farc”.
Es necesario acotar que la JEP, dentro del precitado macrocaso 01 que fue denominado como “toma de rehenes y otras privaciones graves de la libertad”, ordenaron, luego de aceptar concepto de la Procuraduría General de la Nación, al antiguo secretariado de este grupo criminal a que aceptaran la comisión del delito de esclavitud, en consecuencia, a los trabajos forzados y las deplorables condiciones en que mantenían a los secuestrados.
Ante tal acusación, según El Heraldo, el exguerrillero mencionó lo siguiente:
“Si alguna de las personas que estaba en retención decía que se sentía aburrida y que quería participar en ‘x o y’ trabajo de ahí mismo del campamento, se permitía, pero no era que fuera una obligación”.
Por consiguiente, afirma no haber incurrido en la conducta punible de esclavitud, y he aquí la causa de los escalofríos que recorrieron mi cuello ante semejante esperpento burlesco.
Ahora bien, con estas declaraciones, citadas textualmente, queda por decir que deberíamos preguntarle a cada uno de los secuestrados si las actividades de trabajo forzado ayudaron a sopesar sus trastornos mentales, o si después de realizar dichas labores terminaban más rejuvenecidos. Estas preguntas nos deben direccionar a recordar las imágenes tan vividas de la operación Jaque, en las que vimos a un grupo de secuestrados que precisamente no se veían tan felices ni venían saltando como aquel niño que acaba de venir de un paseo escolar.
¿En qué momento permitimos las afirmaciones divulgadas por estas personas?, ¿con qué cinismo viene a decir el señor Granda que los trabajos forzados era una distracción y que por eso ellos no cometieron esclavitud? Estas declaraciones expulsadas por este cabecilla dejan mucho que pensar en el campo de la psicología o psiquiatría, porque son dignas de un psicópata.
Posdata: autoridades colombianas, no dejen sin castigo estas acciones, háganlo en nombre de cada víctima.