El pasado 15 de diciembre, Leopoldo López, opositor venezolano, compartió en Twitter una foto en la que se mostraba con Álvaro Uribe en el Ubérrimo. En el mensaje que acompañaba la imagen decía: "Reunidos con @AlvaroUribeVel, un buen amigo de la lucha por la libertad de Venezuela. Hablamos sobre la necesidad urgente de salir de la dictadura para poner fin al sufrimiento de nuestro pueblo que hoy llora por la muerte de hombres, mujeres y niños inocentes en Güiria".
Sin embargo, esa no es la única visita que recibió el expresidente en su megafinca ubicada en Córdoba. En días pasados, Alirio Barrera, exgobernador de Casanare (quien se dice que podría aspirar en la próxima contienda electoral), estuvo allí. Así mismo, Fuad, Alex y Arturo Char, al igual que Dilian Francisca Toro. Se comenta que en estas reuniones el gran tema fue el 2022, lo cual no sería de extrañar, sobre todo ahora que ya se empiezan a configurar alianzas y planes de cara a los comicios. Los poderosos no quieren perder lo suyo y probablemente harán lo que sea para mantenerse en su lugar privilegiado.
Y aunque Uribe no es lo que solía ser y su influencia se ha visto notoriamente reducida, cosa que él mismo reconoce con tristeza, todavía es un actor relevante en la política colombiana. No en vano, sigue siendo uno de los ejes de polarización, sus seguidores continúan defendiéndolo a capa y espada, sus opiniones siguen siendo escuchadas y su padrinazgo continúa teniendo peso. Sin lugar a dudas, su papel será determinante en las elecciones del 2022, en las que se escogerá al sucesor de Iván Duque.
Amanecerá y veremos que no hace falta que se encuentre en la Casa de Nariño o en el Congreso para seguir decidiendo lo que pasará con las riendas del país. Odio decirlo, pero el poder va a donde esté él, porque él es el poder.