Lo que acaba de ocurrir en Ecuador es un fuerte llamado de atención contra el exitismo, el triunfalismo y la gula ansiosa de poder de un amplio sector del petrismo. Basta con darle hoy un breve repaso a las cuentas de Twitter de los más fieles admiradores del líder de la Colombia Humana para darse cuenta de que ahora todo es lamentos, preocupación y rabia. Le han dado un puñetazo en la boca del estómago a los que desde ya están subidos en el bus de la victoria, y quemando totes y lanzando voladores y destapando cervezas, como si el señor Petro ya fuera el presidente de Colombia.
Por otra parte no hay nada más negativo en esta vida que dar un juego por ganado, o una victoria por segura. “Los partidos de fútbol terminan cuando terminan”, solía decir con una mezcla de sarcasmo e inteligencia un popular narrador de fútbol de nuestro país.
En esta misma línea, los seguidores del Líder de la Colombia Humana parecen vivir una carrera contrarreloj como si ese afán y esa mezcla de angustia y aceleración ayudaran en algo. No les vaya a dar un infarto, respiren profundo que faltan trece meses y pedazo para se conozcan los resultados de las urnas. Repitan conmigo: Om, Om, Om… Es un mantra que relaja mucho. “Vístanme despacio que estoy de afán”, solía decir ese genio de la estrategia llamado Napoleón.
Por ahora que los petristas respondan si le van a seguir creyendo a las encuestas de la Revista Semana, y a su pasión desbordada que quiere ver mañana mismo a Petro entronizado en la Casa de Nariño como si fuera el Sagrado Corazón de Jesús. Así que miren con desconfianza la zanahoria endulzada que la derecha y la ultraderecha les pone delante del hocico, no vayan a caer en la trampa de las desilusiones ópticas. Recuerden, mis muy sabihondos fanáticos, que según la fábula para que un burro empuje la carreta le ponen una zanahoria lo bastante cerca para que crea que la va a alcanzar y a la vez lo suficientemente lejos para que no lo logre. Las elecciones presidenciales 2022 todavía están distantes, y si quieren construir ese sueño deben tener más serenidad más flema, más seso y menos emoción, pues que yo sepa ninguna empresa ni gran sueño se construye desde los apasionamientos encarnizados, sino desde la prudencia, la razón y la sabiduría, de tal forma que ese proyecte integre en unidad a todo un país.
Mis amigos petristas, menos tripas y más corteza cerebral porque dos siglos de tradición derechista en nuestro país no se rompe tan fácilmente. Les deseo una pronta recuperación de este duro golpe que es un llamado de atención… y paciencia y a barajar las cartas, como decía don Quijote de la Mancha.