El triste olvido al que hemos sometido a los adultos mayores

El triste olvido al que hemos sometido a los adultos mayores

Descontextualizados de su situación, intentamos comunicarnos con ellos a través de plataformas que no usan o que apenas descubren. Es hora de hacer un cambio

Por: María Camila García y Mateo Uribe / MAM Proyect
abril 23, 2020
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El triste olvido al que hemos sometido a los adultos mayores
Foto: Leonel Cordero

Desde el 24 de marzo las calles de Colombia quedaron totalmente vacías, el coronavirus se había convertido en un problema para este país y la cuarentena obligatoria tomaba forma. Ahora, una vez extendido el aislamiento hasta el 11 de mayo, las situaciones económicas, sanitarias y psicológicas de las personas comienzan a afectar a la población colombiana y en especial al grupo más vulnerable de esta pandemia: los adultos mayores.

Betty miró la chuspa grande de jabón Fab que le dura mes y medio, estaba a punto de acabarse. Hizo una bola y le alcanzó para lavar la ropa que tenía. A sus 60 años el estrés la vuelve a agobiar, pues toda su vida ha sido una mujer trabajadora y ahora, en medio de la pandemia, no tiene un peso.

A unas cuadras de su casa en el barrio San Nicolás, un grupo de jóvenes reparte mercados para los que más lo necesitan. Con publicaciones en Facebook y Twitter, y miles de notificaciones, salen estas personas a recibir un poco para subsistir, pero ninguna notificación le ha llegado a Betty. No le ha vibrado su celular, no ha recibido ese sonido de alerta para salir a recogerlo. Betty, como muchos adultos mayores, no conoce del mundo digital, no tiene internet y lo único que utiliza es WhatsApp.

En el barrio Villa Colombia se ganaba la vida haciendo aseo en la casa de una doctora, pero ella está parada, ¿qué puede hacer ella? El 31% de las personas mayores en Colombia aún trabaja, según el informe de la Fundación Saldarriaga Concha del 2015. Además, las mujeres mayores en Colombia laboran un promedio de 30.99 horas semanales, como lo dice dicho análisis.

Y así como Betty, sus empleos más comunes se encuentran en la informalidad, el 84% de las mujeres mayores de 60 años tienen trabajos informales.

Betty, como muchos adultos mayores depende de su pensión, que en su caso recibió después de la muerte de su esposo y que estuvo a punto de perder. Cada mes, y como parte de su rutina, se dirige a las oficinas de BBVA a reclamarla, pero todo esto cambió una vez la cuarentena fue obligatoria. Y al igual que Betty, el 77% de los adultos mayores reciben menos de un salario mínimo como ingresos mensuales.

Betty recibiría un poco más de dinero, pero tiene una deuda de cuatrocientos mil pesos con el banco. A ella no la llamaron y no tenía un correo para enterarse que podía congelar su cuenta. Además, para hacerlo debía entrar a una página web que no conocía y llamar o enviar un mensaje de texto a un número que no sabía.

Para subsistir en estos tiempos difíciles, se ha propuesto a plancharle a un vecino todo lo que necesite por veinte mil pesos, su único ingreso actual.

En su cuarto sobrevive con dos mujeres más, su madre (de 80 años) y su hermana (de 61), con la ayuda del subsidio que recibe su madre de Colombia Mayor, un programa del gobierno que ayuda a esta población y de la que hacen parte 1 millón 703 mil 586 adultos mayores, de los cuales el 57% son mujeres y más del 42% son hombres, según la información del Ministerio de Trabajo.

En la línea de atención del subsidio para el adulto mayor no hay inconveniente, pues con una autorización firmada por la persona mayor puede hacer el proceso. Sin embargo, para Betty fue una tarea dura, todo lo que le tocó hacer para conseguir el subsidio de su mamá... "A mí me tocó llevarla porque eso fui como 5 veces y eso me pusieron miles de obstáculos. Entonces yo me le enojé, hasta me toco conseguirme un huellero para eso", dijo.

No obstante, y después de tantas vueltas, no pudo conseguir el subsidio y tuvo que volver de la mano de su “mamita”, como ella la llama, para que finalmente se los dieran después de tomar dos taxis, esperar tres horas en la fila y tener mucha valentía para enfrentar el miedo de que algo malo le pasara a su mamá.

No es normal que Betty o su mamá cojan taxi, pero ahora el transporte público pasa cada dos horas y caminar por la calle es muy peligroso. Ella puede dar fe de ello. La semana pasada una mujer en una moto la intentó robar.

Ella se había hecho una resonancia en la pierna y de paso había reclamado unos medicamentos que llevaba en su bolso. Mientras caminaba cojeando por el parque de San Nicolás, una mujer se le acercó por detrás con un cuchillo y la intentó robar, pero Betty, con la presión baja y caminando como pudo, llegó a la estación de Policía que había en ese parque. "Donde esa mujer me corte, a mí no me hubiera matado ese coronavirus, sino ese oxido de ese cuchillo que cargaba. A mí me dio muchooo miedo y las calles están muy peligrosas", señaló.

A Betty la llamaron para decirle que sus medicamentos para la hipertensión se los llevaban hasta la casa, pero de eso pasó una semana y media, por lo que decidió ella misma irlos a reclamar. Por otro lado, Betty no sabe que en las redes hay un grupo de jóvenes que se ofrecen a hacer mandados a los adultos mayores, quizás algún mensaje o imagen le haya llegado al Whatsapp intentando ayudarle, pero ella sóolo sabe enviar y reproducir notas de voz.

Betty sale cuando necesita (por salud, por comida y por plata), pero siempre protegida con un tapabocas, abrigada y con antibacterial.

Se escucha angustiada cuando habla porque se ha gastado el último dinero que les quedaba del subsidio para el adulto mayor en dos bolsas de garbanzos para tener que comer y en el alquiler del cuarto que les sirve como asidero para escapar de esta pandemia. "A veces siento tanto desespero que quisiera tener un trapito rojo en la puerta como señal de ayuda", comenta.

Como sociedad hemos relegado a Betty y a muchos adultos mayores a no encontrar otro medio de comunicación que el trapito rojo. En un pasado, los dejamos por fuera del mundo digital como analfabetos y aunque algunos han aprendido, otros no tienen los medios para hacerlo. Ahora, descontextualizados de su situación, nos comunicamos con ellos por plataformas o medios en los que no están o están aprendiendo a estar.

Posdata. Para ayudar a una mujer mayor, una llamada sería más efectiva (las instituciones tienen esta base de datos), además de un sistema pensional y de salud para la población mayor, quienes aumentan más rápido que el resto de segmentos poblacionales. Lo anterior sin olvidar una planeación de desarrollo y bienestar que los incluya dentro de los procesos de alfabetización digital.

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