Hubo una época en que Jaqueline Henríquez era la comediante más importante de este país. Su personaje de la boba Pía en Sábados Felices nos hacía reír cada semana. De hecho, su talento le dio para protagonizar los sábados al mediodía durante los años ochenta Chispazos, uno de los mejores y más recordados programas humorísticos de Colombia. Pero no solo era una gran comediante, Henríquez participó en novelas de rating históricos como Café con aroma de mujer, Pandillas, guerra y paz y Pasión de gavilanes.
Sin embargo, un día dejó de aparecer en pantalla. Hace diez años, exactamente, cuando emitieron la última temporada de Pandillas, guerra y paz. Hace unas semanas la volví a ver, casi me pongo a llorar. Me encontré a una señora prematuramente envejecida, tomando jugo de naranja en una esquina de la carrera 9 con calle 78, temprano en la mañana. Estaba en compañía de dos perritos. Nadie la asistía. Eso sí, lo único que me reconfortó fue ver cómo los bogotanos la reconocían e intentaban atenderla preocupados de verla tan deteriorada. Ella sonreía y tal vez se acordaba de los buenos tiempos.
No puede ser que nuestros actores, los que ayudaron a cimentar nuestra infancia, tengan finales tan tristes. No puede ser el abandono tan grande en que están sumidos. Nada más recuerden a nuestra adorada María Eugenia Dávila, alcoholizada y olvidada en una clínica de recuperación. Así murieron tantos.
Yo creo que a pesar de sus problemas de movilidad Jacqueline debe tener intactas sus capacidades mentales. Algo tendrá que aportar una mujer que junto a su hermana, Judy, ayudaron a forjar uno de los capítulos más gloriosos de la televisión nacional. Una mujer que no solo fue grande en la televisión sino también el cine. Una de las primeras películas más taquilleras del cine nacional, El taxista millonario, fue protagonizada por ella.
Quise tomarle una foto a Jacqueline para titular esta nota pero preferí no hacerlo, el respeto hacia un arte que amo me lo impidió. Jacqueline tiene mucha vida, ojalá pueda levantarse y volver a ser la gloria que fue.