Estoy de acuerdo con la propuesta del presidente Petro de un Transmilenio gratuito, porque, aparte de reducir sustancialmente costos, supone un beneficio para la inmensa mayoría de sus usuarios, que ganan poco o muy poco. Pero con todo y lo buena que es, esta propuesta no resuelve del problema de fondo que es el sistema de transporte actualmente existente en la capital de la república que para empleados y trabajadores es un tormento cotidiano. Caro, ineficiente y muy contaminante.
Ignoro las estadísticas recientes, pero basándome en las anteriores, sé que son millones las horas hombre de trabajo que se desperdician cada día en el actual sistema de transporte. Lo que supone, no solo un cansancio y un estrés adicional y ciertamente inmerecido para los trabajadores formales e informales, sino que representa una devaluación de hecho de sus ingresos.
Porque se ven obligados a prolongar su jornada de trabajo con unos desplazamientos demorados, estructuralmente ligados la realización de su trabajo y por los que desgraciadamente no reciben ningún pago extra.
La contaminación es un capitulo aparte que tiene sin embargo tanta o mayor importancia en esta época asediada por el cambio climático. Y de la que tiene evidentemente culpa las incontables horas de funcionamiento adicional de los motores de combustión interna utilizados por automóviles, buses y busetas.
Mientras los ingenieros de las metrópolis del Norte están dedicados a reducir la emisión de CO2 incrementando la eficiencia energética de los motores, Bogotá se permite el lujo de mantener la contaminante ineficiencia energética de su actual sistema de transporte. Aunque el problema no es exclusivo de Bogotá: lo comparten en menor medida Cali, Barranquilla y otras ciudades del país.
Sé que son millones las horas hombre de trabajo que se desperdician cada día en el actual sistema de transporte. Lo que supone, no solo un cansancio y un estrés adicional y ciertamente inmerecido para los trabajadores formales e informales, sino que representa una devaluación de hecho de sus ingresos.
La solución, o por lo menos la parte mas importante de la misma, está en los metros, los tranvías y los trenes de cercanías con motores eléctricos. Yo sé que una transformación tan importante de nuestros sistemas de transporte depende de las alcaldías y los consejos municipales y distritales, pero también se que, si el gobierno nacional hace propuestas muy atractivas para la ciudadanía en este terreno, resultara mucho más fácil vencer la resistencia de quienes en dichas instituciones defienden los intereses de los empresarios que se lucran con la perpetuación de dichos sistemas de transporte.
El presidente Petro debe asumir este reto y hacerlo creando una compañía nacional del transporte, una empresa pública con atribuciones legales suficientes para abrir concursos que permitan contratar la construcción de metros, tranvías y distintas modalidades del ferrocarril en todo el territorio nacional. Y por ende de contratar los estudios previos de factibilidad. Empresa que se encargará igualmente de garantizar la transparencia de los concursos, de velar por el estricto cumplimiento de los términos de los contratos, de supervisar la construcción de las obras contratadas y de facilitar por todos los medios disponibles el escrutinio público de los compromisos y actividades tanto suyas, como de las empresas contratadas.
Ella también sería la responsable de presentar proyectos de transporte público al debate y la aprobación de las instituciones municipales y distritales y sería, desde luego, la única en capacidad de abordar la construcción de obras de carácter estratégico como lo son los metros de Cali y Barranquilla, la ampliación de los metros de Bogotá y Medellín y la construcción de los ferrocarriles que unan a Barranquilla con Buenaventura y a esta última con Florencia, Caquetá.
Todos proyectos que beneficiarían enormemente el desempeño económico del país y mejorarían sustancialmente la calidad de vida de todos nosotros.
