Hace más de 6 años se presentó un brote de Ébola en África occidental. Hubo muchos contagiados y muertos, pero los mártires fueron como casi siempre, los médicos y el personal de salud. La historia se repite pero a una escala aterradora, los titulares de los periódicos dan cuenta que el personal de la salud cae como moscas en esta pandemia. La realidad del virus y su poder de contagio ha sido subestimada como lo fue en África hace 6 años y los resultados son evidentes. La única solución real que verdaderamente disminuyó el riesgo de muerte en África, fue el uso de PAPR (dispositivos de aire purificado con caretas o capuchas aisladas), el único problema: su alto costo (alrededor de US$2.000) y su costo de mantenimiento en filtros en cientos de dólares al mes. Su uso en África salvó vidas.
Hoy, el autor de esta nota, siendo ingeniero mecánico, junto con su esposa, odontologa de profesión altamente afectada por la pandemia y un colega ingeniero diseñaron y construyeron un PAPR (Powered, Air-purifying Respirator) con las prestaciones de uno de alta gama, pero con un precio de solo una fracción, el cual se puede masificar. Basados en el Manual de Metodos Analiticos de NIOSH, hoy tienen un prototipo listo para ser certificado y replicado, con la única intención de apoyar a los médicos y demás personal de la salud la compleja batalla contra el COVID-19 en Colombia.