Ni Messi ni Cristiano Ronaldo han construido un mito tan grande como lo hizo Ronaldinho. Era capaz de todo y conquistó todos los trofeos en los que jugó. Pero su fama y poder lo condenaron a convertirse en un hombre acabado por la fiesta, el trago, y las mujeres.En 2007, cuando el brasileño ya era la estrella absoluta del Barcelona, un equipo capaz de destrozar al Real Madrid en su propio campo, pero golpeado por los excesos Ronaldinho desató junto a Robinho, su rival de equipo pero amigo de selección, una fiesta que se desbordó por casi 24 horas. El 10 del Barça ha sido vencido por el alcohol varias veces, y ese día no fue la excepción. Decenas de botellas de whiskey se acabaron esa noche que se extendió hasta horas de la tarde el siguiente día. Al final, tuvo que salir escondido en el baúl de un carro para evitar la presión de la prensa carioca, que no le perdonó sus excesos. El resultado y los desmanes fueron aún más inquietantes: más de 40 condones pidieron los dos jugadores esa noche, que Frank Rijkaard, entonces entrenador del Barcelona, no se aguantó. A pesar de ser el jugador más importante del equipo, el técnico holandés ni siquiera lo convocó al siguiente partido de la liga española.
Su vida no ha sido nada fácil. A los 8 años su papá se ahogó en una piscina frente a sus ojos y desde ese día sonríe y celebra los goles con la misma felicidad que desbordaba su ídolo. Al principio, escondió su dolor en el alcohol, pero lo que era un problema que se podía controlar, terminó siendo el pan de cada día. Era un crack, nadie lo dudaba, pero no le gustaba entrenar. Se ausentaba y faltaba a las prácticas sabiendo que igual jugaría y deslumbraría a su público. Solo hasta el viernes volvía a aparecer en la concentración del equipo, como lo contó su propio compañero de equipo en el PSG, equipo en el que jugó entre 2001 y 2003, Jerome Leroy.
Tal vez, uno de los momentos que mostró más el el declive de Ronaldinho fue en su paso por el Flamengo, cuando ya lo había ganado todo pero no duraba en los equipos por sus interminables fiestas. Cansado su equipo le pidió bajarle a la rumba, Ronaldinho respondió comprando una discoteca al frente de su casa para construir un túnel, que tuvo todos los permisos, para no volver a pisar las calles.
Estando en Flamengo Ronaldinho cumplió 32 años. Como ya era de esperarse, 'Dinho' botó la casa por la ventana. Considerada una de sus fiestas más estrafalarias, alquiló uno de los hoteles más prestigiosos de Río de Janeiro y durante cinco días no descansó. Las críticas le llovieron al jugador, que le restó importancia al hecho y tildó a los medios cariocas de chismosos. "En Europa no se meten en la vida privada de los jugadores, y si así fuera, nunca ganarían nada", sentenció el 10 de Flamengo.
A pesar de que ganó la Copa Libertadores con el Atlético Mineiro en 2013, el único gran título que le faltaba, la celebración se desbordó por lo grande. Después de quedar campeón, al igual que sus compañeros se tomó unos días libres, pero Ronaldinho nunca volvió al club. Se despidió feliz y haciendo creer que podría volver a ser un crack que termina sus días de gloria en el país que lo vio nacer. No regresó a los campos de entrenamiento del club mientras su hermano Roberto de Assis, su manager igual de fiestero y derrochador, rescindió el contrato con el Mineiro y confirmó que Ronaldinho se iba para México.
El resto es historia patria. Ronaldinho siguió despilfarrando su dinero en trago y mujeres. Al astro le acaban de cancelar su pasaporte para que no pueda salir de Brasil. Hoy tiene una deuda de más de $ 2 millones de dólares por construir en un área protegida. Nadie sabía que el exjugador estaba quebrado, pero cuando el fisco brasileño embargó sus cuentas para cobrar la deuda, se encontró con 26 reales —menos de 30.000 pesos colombianos—. Es todo lo que aparentemente le queda a Ronaldinho. Pero su respuesta, propia de su historial, volvió a enardecer a las autoridades e hinchas: apareció en Kenia para promocionar unas canchas de fútbol y se tomó una foto con varios exjugadores como Rivaldo o el Chico Serna. Al igual que muchos otros jugadores, como Maradona, el brasileño cayó en los excesos que lo expulsaron del Olimpo de los mejores de mejores.