Gente de todo el mundo viaja a Cali en agosto para vivir una de las fiestas de la cultura afro más grandes del mundo. La idea es reivindicar la cultura del Pacífico: comida, música, ropa y trago. Pero este último está en peligro para ser vendido: Diego Ramos, un político del Valle, quizo vender viche pero no le dieron el permiso porque su producción era industrial, y desde el comienzo del Petronio los tragos que se venden son hechos de manera artesanal. Al ser descalificado, el ahora empresario puso una tutela a la Alcaldía de Cali y l Festival Petronio Álvarez alegando que los tragos que se venden durante los ocho días de fiestas son un peligro para la salud.
El juzgado quinto de familia de Cali admitió la demanda y tiene en vilo la venta de los tragos tradicionales de la cultura negra, lo que podría poner en jaque la esencia misma de esta mítica fiesta del Pacífico.
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