2020. El año más complejo de la historia reciente porque colapsaron ciertas premisas que dábamos por sentadas. Algunas reversibles, pero tantas muertes, lo único realmente definitivo. Toda la especie humana afectada, la única globalización total de nuestra historia. En el horizonte, para Colombia, el Tour de Francia como evento importante. Cancelado en el mes de julio, arranca hoy, sábado 29 de agosto de 2020. La importancia para Colombia es porque este no es un país acostumbrado a ser potencia mundial. Tampoco es un país acostumbrado a estar unido en un propósito. Y, ya hemos visto, no es un país que suela valorar a sus jóvenes. En este Tour de Francia, con 10 colombianos, entre ellos el ganador del año pasado y el ciclista con mayor proyección en los últimos años, el de Zipaquirá, Egan Bernal, 23 años, este país es el más fuerte de todos.
La primera etapa. No podía ser de otra manera. Qué infierno. Ante el ruido de una subida de casos con el virus en la zona cercana a Niza, algo de tensión en el pelotón, que sale con tapabocas. Hay gente en las calles pero no tanta. No es la celebración habitual, pero en medio de los nubarrones, se valoran algunos gestos que sugieran la normalidad, al menos de los eventos que nos alegraban en el mundo pasado. Hay algo de conmovedor en la resiliencia de las personas, de sus tradiciones. La alternativa, ¿cuál sería? Parar todo, ¿por cuánto tiempo? La ciencia al servicio de controlar, de manera razonable, el virus. Dio pues permiso el virus, de arrancar. Infierno no, tormenta. Porque se puede intuir cómo controlar el virus, pero aún no, las nubes, y entonces cae agua por montones. Un peligro. Por lo menos la mitad del pelotón se cae. Lo que es relativamente emocionante en un momento, ver cómo los mejores ciclistas del mundo sortean la carretera húmeda, se vuelve sufrimiento. Demasiadas caídas. Y todos se paran y siguen, afortunadamente. No podía ser otra de otra manera, la primera etapa del Tour de Francia del 2020.
Egan Bernal. Inmensa presión. Campeón del año pasado, líder de un equipo británico que, desde su fundación, era para capos británicos. Un dolor de espalda previo, preocupante. Cierta ansiedad visible en los primeros duelos con Primoz Roglic, su mayor rival. Roglic lo batió todas las veces en esas primeras de cambio, decía el narrador de fútbol. Lo provocó. En los momentos difíciles de Egan, Roglic bajaba, se le ponía al lado, lo miraba, y volvía y subía. Egan no está acostumbrado a ser segundo y sufre, se esfuerza innecesariamente. De ahí, a lo mejor, el dolor de espalda. Yo creo que es bueno porque madura. Es bueno ser segundo cuando uno siempre ha sido primero. Es formador. Y, los superdotados, no tanto de las piernas sino de la mente, como Egan, suelen aprender más ahí que cuando ganan. Roglic se cae antes del Tour. A lo mejor, él también, está ansioso. Al fin y al cabo, su rival es, nada más y nada menos, Egan Bernal. Que no quepa duda: el equipo de Egan no es el equipo dominante de la década pasada. Sin los corredores más experimentados, con un capo joven, es un equipo fuerte pero que espera a que otros, el Jumbo Visma y el Astana en principio, tomen el control de la carrera.
Education First. Usualmente un equipo menor, el Education First, discretamente, llega al Tour con una de las nóminas más fuertes. Rigoberto Urán a la cabeza, uno de los ciclistas más experimentados y más respetados del lote. Probablemente, no sea en realidad el capo del equipo. Es el jefe en la carretera, irá hasta donde pueda, con la mayor responsabilidad, dirigir y ordenar para que brillen los dos ases colombianos que ha llevado a su equipo, el de Soacha, Daniel Martínez, y el de Medellín, Sergio Higuita. Corredorazos. Martínez parece listo para estar bien arriba en una carrera de tres semanas. Un motor que no se funde en las subidas y que lo lleva a estar bien alto en la contrareloj. Gran combinación. Higuita que, me parece, es el más ambicioso de todos. Siempre va a fondo. Hoy, en la primera etapa, con medio pelotón en el suelo, llegó a tope en el primer lote, rodeado de gigantes expertos en el embalaje, él que es diminuto.
Los de Boyacá. Nairo llega feliz al Tour, algo que no pasaba hace años. Antes llegaba con la presión de estar en el Movistar que nunca terminó de estar con él. A lo mejor, con buenas razones. Pero Nairo ahora en un equipo de la B, algo así, se ve contento y relajado. Se rodeó de amigos y en este equipo sí están con él. Venía subiendo como en sus mejores épocas, antes de la pandemia. Si Nairo va a ganar un Tour es este, nunca había estado tan abierto, no para cualquiera claro, pero es que Nairo no es cualquiera. Lo importante es que no pierda la sonrisa, se la merece. Mientras Nairo empieza a dibujar sus últimos Tours como favorito, el de Pesca, Boyacá, Miguel Ángel López apenas debuta. Es el del pedalazo más fuerte en la subida de los colombianos. Sentado siempre, con cadencia alta, es el más parecido a Roglic también. López es podio en Giro y Vuelta y tiene todas las condiciones para ser podio en el Tour. El equipo, totalmente alrededor de él, es potente. Hoy se cayó en una movida inusual y muy criticada en el lote, atacar en la bajada con lluvia. Se recuperó bien y la tragedia no fue.
El Chavito y los demás. Chavito, el diminutivo, sería solamente por su baja estatura porque Esteban, el de Bogotá, es un hombre de años en la carretera, que se ha parado de las caídas que hubieran acabado a casi cualquier otro, y que, con esos años, entiende bien su condición, hasta donde puede llegar y qué objetivos trazarse. El los señala, ir por etapas. Lo dudo. Su líder Yates no parece con la constancia necesaria para estar bien arriba tres semanas y Chaves, si las cosas se le dan dijo el futbolista, es un ciclista muy sólido. Le falta un top 10 en el Tour. Este año será, o quizás algo más. Eso quisiera yo, pues. Están, por último, Anacona y Dayer Quintana, cuidando a Nairo, y la revelación del año, Harold Tejada, el de Pitalito, cuidando a López. No hay capo sin gregarios y estos son fundamentales en sus equipos.
Los 10 de Colombia. 10 ciclistas jóvenes, que se respetan entre ellos, hechos a pulso, liderando la escuadra colombiana en la carrera más importante del mundo. Siempre me conmueve, sobre todo, cuando se apoyan mutuamente. Lo que sea que quede de la nación colombiana, la representan ellos, con esa bandera, ese himno, esa solidaridad en la carretera, más allá de los equipos. Viéndolos, siempre está la ilusión, de que Colombia y los colombianos, son posibles. Fuerza.
@afajardoa