oHace seis años, Alejandro Santo Domingo decidió no vender su cadena de hoteles Decameron que venía seriamente a la baja, y darle un vuelco con un avezado gerente. Contactó al experimentado Fabio Villegas, quien venía de recuperar Avianca de la mano de Germán Efremovich, una empresa que precisamente los Santo Domingo había perdido y que terminaron vendiéndole al brasilero por cuatro pesos.
La historia de los Decameron se remonta a 1989. A pesar de los bombazos con los que Pablo Escobar pretendía acorralar al gobierno de Virgilio Barco el número de turistas empezaba a multiplicarse en la costa norte. Cartagena, Santa Marta y San Andrés eran los lugares favoritos. El magnate Julio Mario Santo Domingo se dio a la tarea de hablar con uno de sus mejores amigos, el argentino Lucio García, para que comprara el hotel San Blas de Cartagena. Julio Mario también puso un capital. Sin embargo, la guerra del narco al estado se recrudeció en 1991 cuando los carros bomba pasaron a ser parte del paisaje nacional. Por eso tuvieron que reestructurar el negocio y enfocarlo en el turismo nacional. Fue una larga fila de años en donde el fracaso económico parecía marcar el ambicioso proyecto hotelero de los Santo Domingo. La tormenta empezó a amainar cuando Lucio García decidió imponer el negocio del “Todo incluido”: perfecto para el bolsillo de la clase media colombiana, con excedentes medidos para vacaciones.
Esto ofrecería la posibilidad de tener una barra libre a un costo que cualquier familia podría costear. La aventura arrancó en 1992 y permitió un modelo de negocio que hizo que los hoteles abrieran por fin sus alas y se extendieran por todo el Caribe y el continente. En este momento tienen 27 hoteles en lugares como México, Panamá, Perú, Jamaica, El Salvador y Ecuador. En el año 2014 el grupo Terranum, propiedad de los Santo Domingo, se unió al fondo estadounidense Equity International compraron toda la cadena a excepción de unos hoteles que tenían en África específicamente en Senegal. Con todo y la inyección de recursos, las cifras no daban.
Villegas tomó las riendas del negocio y le dio la vuelta, con una dinámica que le dio el vuelo para pasar el año duro de la pandemia. El año anterior, en el 2019, la cadena hotelera habían cerrado con una utilidad de superior a los $ 60 mil millones que les dio el colchón para reacomodarse Tanto así que en el 2020, en medio de las cuarentenas del Covid seguía estando entre las 1.000 compañías más grandes del país, ocupando la casilla 920 con una dinámica de recuperación tal que al año siguiente, y gracias a los estímulos del gobierno Duque para reactivar la economía subió casi que 300 puestos hasta quedar en la posición 613 entre las grandes empresas del país.
Conocedor del negocio del transporte aéreo, Fabio Villegas amarró al esquema del “Todo incluido”, paquetes que incluían en muchos casos las aerolíneas de bajo costo, convirtiéndolas en sus grandes aliadas. De allí que la permanencia en tierra de Viva Air y Ultra Air se sintiera de un modo estruendoso en destinos como San Andrés, Cartagena y Santa Marta que estaban vendidos para la Semana Santa.
El modelo del todo incluido va amarrado a la posibilidad de conseguir tiquetes a muy buen precio, algo que en Colombia estaba asegurado con la existencia de Viva Air y Ultra Air. Los ocupantes de los hoteles Decameron sabían aprovechar los precios más económicos de las aerolíneas de bajo costo, un equilibrio que se rompió. Los precios por Avianca y Latam aumentaron exponencialmente y también los planes turísticos ofrecidos por el Decameron.
En los días santos dos noches y tres días en uno de los hoteles con su famoso todo incluido podían costar $ 6 millones la pareja. De no encontrarse una solución al tema del costo de los pasajes aéreos, el coletazo le puede llegar a la cadena Decameron y en general a la oferta hotelera de gama media y familia que habían encontrado una forma de disfrutar vacaciones a precios razonables y por más imaginativo que sea, esta vez Fabio Villegas no logrará hacer malabares.
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