Durante esta campaña presidencial, en varias ocasiones, al doctor Iván Duque, candidato del Centro Democrático, los periodistas le han preguntado lo siguiente: ¿en caso de resultar elegido como gobernante de Colombia, estaría manejado por el expresidente Uribe? Ante tal cuestionamiento el candidato ha respondido con toda claridad y sin vacilaciones. Sin embargo, esos mismos comunicadores jamás han interpelado a Gustavo Petro por la presencia de los partidos que lo respaldan en la internacional comunista del foro de Sao Paulo, que apoya totalmente y sin ningún empacho a la dictadura de Maduro en Venezuela. Como siempre, cabe recordar que los colombianos afiliados a esa logia marxista son: Progresistas, que es el de Petro; el Partido Comunista y la UP.
En la actual campaña electoral, las fuerzas totalitarias siguiendo las enseñanzas pérfidas del comunismo, utilizan la democracia para después destruirla. Esto significa que el triunfo de un candidato como Petro, sin importar la máscara que utilice, pone en peligro la libertad y democracia, ya que todo ese proceso izquierdista tiene más de 60 años de conspiración infiltrando la educación y a las organizaciones sociales, entre otras, y lo que no han logrado mediante las armas lo buscan con las elecciones.
Pues bien, en mi opinión, el marxismo rudimentario del candidato izquierdista de marras llevaría a Colombia, en caso de ganar, a una situación más calamitosa que la de Venezuela en menos de 2 años. Las finanzas en el país no son boyantes como sí ocurría con Hugo Chávez en la nación vecina, que exportaba hace 10 años más de 2 millones y medio de barriles de petróleo y los precios superaban los 100 dólares; por lo cual la receta del socialismo del siglo XXI, así el candidato progresista lo niegue, se convertiría en una calamidad nacional.
De acuerdo a los anuncios del candidato del foro de Sao Paulo en lo relacionado al petróleo, el carbón y ciertos sectores de la economía nacional que se expropiarían, prácticamente acabarían con el aparato productivo, al igual que Venezuela, lo que aumentaría la pobreza y como ingresos solamente quedarían las remesas que mandan de otros países y los dineros del narcotráfico, que son insignificantes para satisfacer las necesidades de 50 millones de colombianos. Lo anterior produciría una estampida de la población colombiana a países vecinos igual o peor que la de Venezuela, en donde muchos jóvenes profesionales les tocaría vender caramelos en los transportes públicos de Quito, Lima, Santiago o Buenos Aires, o empleándose en peores oficios.
Así mismo, en un gobierno totalitario todos los empleados públicos tendrán que acudir a las movilizaciones para respaldar al régimen so pena de perder el empleo, y el resto de la población chantajeada por la cartilla de racionamiento o el carné de la patria sino asiste a las manifestaciones no tendrá la ración de comida como ocurre en Cuba y Venezuela; por eso cuando se engaña, especialmente a la juventud con el cuento del cambio o con el sofisma de que llevamos 200 años con los mismos, hay que medir la repercusiones catastróficas que eso tiene.
No obstante, presagiando la derrota el candidato Petro ha comenzado a hablar de fraude, sin ninguna evidencia real, sino mediante especulaciones y dice que van a inscribir 100 mil testigos electorales y pide llenar las plazas públicas a las 4:00 p.m. el 27 de mayo, que es como una especie de levantamiento. En lo referente a los testigos cualquier partido está en su derecho de cuestionarlos, lo malo es buscar el alzamiento de sus fanáticos, quedando claro que para el totalitarismo comunista las elecciones sirven pero si las ganan.
No se nos haga extraño que con un triunfo del candidato de los sectores marxistas, al otro día de su elección baje la bolsa de Colombia en una forma estrepitosa, se dispare el precio del dólar como nunca antes y las calificadoras de riesgos le bajen al país de una manera dramática la capacidad de inversión, amén de que los patrimonios de pequeños y medianos propietarios quedarán como la canción que se conoce como el “cariño verdadero” que ni se compra ni se vende, y los grandes capitales se irán del país. Todo esto puede ocurrir si caemos en la trampa del castrochavismo, también conocido como socialismo del siglo XXl, que es de acuerdo al propio Fidel Castro el marxismo, palabras expresadas por el sátrapa en el 2010.
Colombia se encuentra en el dilema entre defender la democracia o caer en el totalitarismo comunista, que mediante el engaño ha conquistado a sectores despistados para conducir al país a una aventura irracional, de ahí que hay que recordar a Napoleón cuando decía: “la realidad tiene un límite la estupidez, no”.