Al titiritero que aspira gobernar a Colombia en cuerpo ajeno le conviene tener de su lado un candidato fácilmente manejable, fácilmente manipulable, sin experiencia, preferiblemente joven, sin recorrido, inexperto en política y si es posible con buena pinta para utilizarlo como gancho para atrapar una buena porción del voto femenino. El títere tendrá suficientes razones para estar tranquilo, porque todo el trabajo político y el proselitismo estarán a cargo de su padrino.
El futuro títere le agradecerá al titiritero haberle allanado el camino para lograr el prematuro éxito y haberle evitado el natural desgaste que requiere la actividad política: no pasó el títere por ser concejal, ni diputado ni tampoco alcalde. Tampoco pasó por ser gobernador, ministro ni nada parecido. No pasó por la academia como profesor universitario, ni perteneció a la rama judicial. Todo esto, como es natural, tiene que haberlo realizado todo aquel que aspire a ser presidente de la República. Pero no, el titiritero le evitara todo y lo aupara directamente a la presidencia con los votos que supone tiene amarrados. Eso si nosotros lo consentimos.
De la noche a la mañana, al títere nos lo convierten en un fenómeno político, a través de encuestas amañadas y sesgadas. Increíble. Al titiritero si se le atraviesa una persona de experiencia lo más seguro será que se estrella y se le enreda sus innobles propósitos y no logra su cometido. Necesita a alguien que le garantice que en el camino no se vaya a “torcer”, que no lo vaya a traicionar, que sea sumiso y obsecuente. El titiritero no piensa volver a caer y menos en una nueva “traición” santafereña.
Como el titiritero es buen amigo del estado de opinión lo explota con toda la intensidad del caso y está seguro de que esta manguala, producto de la manipulación y el contubernio con los medios, le dará los frutos que se reflejaran en voticos en las próximas elecciones. ¿Será que volvemos a caer? Quizás el tiro salga por la culata y haya un nuevo despertar. Haya un nuevo amanecer.
Es un hecho que el titiritero aspira a gobernar en cuerpo ajeno. Con lo que no cuenta el titiritero es que una vez instalado en el trono su muñeco de ventrílocuo, una vez esté revestido de poder, el títere no va a querer funcionar como aspira su mentor y comienzan las discrepancias y las tensiones, estilo Lenin Moreno y Rafael Correa en el Ecuador. Comienzan las presiones y el primíparo en política, va abriendo los ojos o se los abre la real politik o se los abren los enemigos del titiritero que son muchos. Poco a poco el primerizo va aprendiendo de manera contundente a decir no, se va dando cuenta que el presidente es él y no quien pretende gobernar en cuerpo ajeno. Ahí vendrán los lógicos problemas. Presiones dictadas desde la lógica de un José Obdulio Gaviria no funcionarán y ahí vendrá de nuevo el grito estridente: ¡¡Nos traicionaron!! Lo que sucederá es que ese estribillo, por segunda vez no funcionará, no tendrá eco, ni tendrá credibilidad.
¿Cuál sería la razón para votar por alguien que de antemano se sabe va ser una marioneta o un títere manejado por mentes con planes protervos y con claros antecedentes brumosos? No sé si en Colombia se ha perdido el sentido del detenido análisis de las cosas, no sé si ya no se miden las consecuencias y los riesgos, no sé si se ha perdido la responsabilidad y la seriedad en la toma de decisiones, pero lo anterior es tocar fondo en la medida de que nos dejemos manejar y manipular por los mismos de siempre. Ya es hora de darle un revolcón a esto.
Aparte del tradicional miedo y demonización que utilizan como arma de dominación, le embuten descaradamente a la gente a través de los diferentes medios abyectos a su causa derechista, un títere nacido de la noche a la mañana cuyo único mérito será ser hijo de alguien. Qué descaro. Qué insulto a la inteligencia.
Pero el títere ya existe ya está posicionado, ya es una realidad política prefabricada.