Por estos días de febrero se conmemoran 20 años de la cruel masacre que acabó con la tranquilidad de los habitantes del corregimiento de El Salado en el Municipio El Carmen de Bolívar, en los Montes de María, Bolívar.
A propósito de la conmemoración de los hechos de El Salado, leía un escrito del cronista Alberto Salcedo Ramos, cuya reflexión incluía un texto que llamó poderosamente mi atención ¨Mueren, luego existen¨, y es que quizás tiene muchísima razón el autor, porque lastimosamente fueron los días de terror causados por un grupo armado de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quienes armados de fusiles, motosierras, palos y martillos permitieron que el Estado Colombiano conociera que por allá por las tierras de los Montes de María existía una comunidad que padecía de un total abandono por parte del Estado de derecho y que lo único que lastimosamente había llegado era la sangre, el terror y la muerte.
¿Conociéramos la existencia de Bojayá en el Chocó, si no fuese por la masacre del 2002? Creo que no, es penosamente el dolor lo que ha visibilizado a muchas comunidades de nuestro país, pues es cruel, pero en algunos sitios de la Colombia profunda llegó primero el terror y luego llegó el Estado.
La crueldad de lo acontecido dejó un saldo de decenas de personas muertas, violentadas y torturadas. Esos 4 días de febrero del 2000, quedaron marcados para siempre en la memoria de los sobrevivientes, la masacre de El Salado, no es la única que sucedió en nuestro país, por eso años, tanto guerrillas como paramilitares son los responsables de sembrar terror en muchas comunidades a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Hoy valoramos el esfuerzo de la Comisión de la Verdad que promueve actos de reconciliación entre víctimas y responsables de esta masacre, pero quizás la mayor reparación para estas víctimas no es una indemnización monetaria, es saber la verdad de lo que ocurrió, quienes son los responsables y, sobre todo, tener la plena garantía de que actos como estos nunca más se repetirán.
Para quienes insisten en la guerra y en sembrar el odio y el terror, sería bueno que pudieran escuchar los relatos de las víctimas de El Salado para ver si de una vez por todas entienden que lo que ocurrió entre el 16 y el 19 de febrero del año 2000 en esta comunidad es de aquellas cosas que nunca debieron pasar en Colombia.
