José Celestino Trujillo es pescador y vive hace casi 80 años en la vereda Muelle Velásquez, en Puerto Boyacá. Durante décadas ha sido testigo de las transformaciones que ha sufrido ese territorio que lo vio nacer. Uno de los sitios en donde más se observan esos cambios, dice, es la Ciénaga de Palagua, el segundo espejo de agua dulce más importante del departamento de Boyacá, después de la Laguna de Tota. Este territorio pantanoso es hábitat de por lo menos 160 especies y uno de los lugares en donde se refleja la contaminación que ha dejado la industria petrolera que opera en la zona desde hace más de cinco décadas.
En su juventud, José Celestino se dedicaba a pescar en la Ciénaga de Palagua, que se ubica en el valle del río Magdalena, a unos 36 kilómetros de Puerto Boyacá. Celestino recuerda que en una red cabían tres o cuatro peces que en la región se conocen como bocachicos, cada uno con una extensión equivalente a la de un antebrazo humano. Hoy ya casi no se encuentran estos peces; si los hay, su tamaño disminuyó a tal punto que son del mismo largo de una mano.
Mongabay Latam y Rutas del Conflicto visitaron la zona. Durante el recorrido, no sólo evidenciaron las afectaciones que ha dejado la industria petrolera en el lugar, también escucharon a los habitantes de la vereda Muelle Velázquez. Ellos afirman que alrededor de 200 hectáreas de la ciénaga están contaminadas con residuos de hidrocarburos.
La contaminación en Campo Velásquez – Puerto Boyacá
En 1946, la Texas Petroleum Company inició la explotación de Campo Velásquez, el cual se encuentra al sur de la Ciénaga de Palagua, en la jurisdicción de las veredas Calderón y Velásquez. Casi 50 años después, Omimex de Colombia adquirió estos activos y hoy pertenecen a Mansarovar Energy. En su página oficial, la misma petrolera señala que en Campo Velásquez cuenta con 95 pozos petroleros en producción, 185 abandonados y 32 cerrados, sin que especifique la diferencia entre unos y otros. Allí se producen alrededor de 3270 barriles de crudo por día.
Milton Guzmán, administrador y socio honorario de la asociación de pescadores Asopezpalagua, cuenta que la empresa Mansarovar Energy adquirió los oleoductos subacuáticos que en un principio pertenecieron a la Texas Petroleum Company y luego a Omimex de Colombia. De acuerdo con Milton, las tuberías, por falta de mantenimiento y por la gran cantidad de crudo que bombeaban, solían romperse y el hidrocarburo se vertía en el agua. “A los tres o cuatro días veíamos la inmensa mortandad de peces”, expresa José Celestino, también integrante de Asopezpalagua.
Debido a su producción petrolera en Campo Velásquez, la empresa Mansarovar Energy es responsable de 37 de los 109 sitios contaminados por la actividad petrolera que existen en el municipio de Puerto Boyacá, de acuerdo con los datos entregados por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) para esta investigación.
Esos puntos de contaminación podrían ser considerados en el resto de Latinoamérica como “pasivos ambientales”, un concepto que se usa para referirse a los daños a ecosistemas y comunidades a largo plazo y que han sido provocados por proyectos extractivos, mineros o los rellenos sanitarios que se encuentran abandonados. Aunque esta figura no existe legalmente en Colombia, en el Congreso de la República avanza un proyecto de ley con el que se busca, entre otras cosas, crear el Registro Nacional de Pasivos Ambientales (REPA). Por ahora, esos impactos petroleros con las mismas características que un pasivo ambiental son denominados por el Estado colombiano como “impactos no resueltos”.
La base de datos construida para esta investigación transnacional logró establecer que en Colombia existen por lo menos 161 “impactos no resueltos”. Estos lugares contaminados se concentran en Boyacá, Santander, Antioquia y Putumayo.
Zona en donde se encuentra la tubería subacuática en la Ciénaga de Palagua. Foto: Juan Carlos Contreras.El Aceitero, localizado en la zona de la Ciénaga de Palagua, por ejemplo, es una de las áreas afectadas por la contaminación de hidrocarburos en Puerto Boyacá. Los pescadores le llaman así precisamente por la abundancia de petróleo que hay en sus profundidades. Al prender los motores de los botes o meter un listón de madera al agua, el hidrocarburo se hace visible en la superficie.
Leonardo Granados es abogado, asesor de la Alcaldía de Puerto Boyacá para la defensa estratégica del territorio y director de la Corporación San Silvestre Green, una organización no gubernamental que tiene como propósito contribuir al desarrollo sostenible. Granados asegura que en el punto en donde se encuentra El Aceitero confluye el daño medioambiental: “Después de georreferenciar las zonas de contaminación y los predios afectados por las operaciones en Campo Velázquez de Mansarovar, se concluye que las aguas corren a la Ciénaga de Palagua y llegan al Aceitero. Esto ha generado un 90% de pérdida hídrica y de pescado”.
La Ciénaga de Palagua está conformada no solo por sus 180 hectáreas de espejo de agua, sino también por las 1200 que tiene de humedal. Las fincas aledañas se surten del agua que proviene de este cuerpo hídrico, así lo explica Mauricio Salazar, ingeniero forestal, coordinador de la Unidad de Gestión Ambiental Municipal (UGAM) de Puerto Boyacá hasta finales de 2022 y fundador de la Mesa Ambiental del municipio. En época de precipitaciones, explica Salazar, la lluvia se mezcla con el petróleo, circula por las veredas y finalmente desemboca en la ciénaga.
En 2021, los dueños de 18 predios iniciaron acciones penales y administrativas en contra de la empresa Mansarovar Energy por la contaminación del agua en la zona; aunque aseguran que son más los afectados.
Uno de los predios contaminados es El Jordán. De acuerdo con la ANLA, este lugar es uno de los 37 pasivos ambientales que acumula la petrolera en esta región. Según Édgar y Giovanny Bermúdez, padre e hijo ganaderos propietarios de El Jordán, su finca ha sido afectada por las operaciones en Campo Velásquez. Hace dos años, ellos intentaron abrir jagüeyes, unos lagos pequeños para que sus animales se hidrataran. Para su sorpresa, el agua estaba llena de petróleo. “Nos comunicamos con la empresa, en ese momento había personal para que fuera a revisar. Tomaron unas pruebas y dijeron que en efecto había contaminación, pero nunca volvieron ni nos dieron respuesta. Mansarovar siempre ha estado enterada de esa situación”, cuenta Giovanny.
Los Bermúdez ahora solo tienen terneros. Cuentan que cuando tenían vacas, los animales se deshidrataban y si tomaban del agua contaminada se enfermaban, perdían peso, abortaban y morían. Y es que, en la época de verano, la temperatura en la zona alcanza hasta los 40 grados centígrados y los pozos de agua potable se secan.
Rutas del Conflicto y Mongabay Latam buscaron por varios medios una entrevista con Mansarovar Energy para obtener su versión de los hechos. La empresa respondió únicamente un par de preguntas. Sobre el Aceitero, asegura haber realizado las actividades de diagnóstico de primera fase para así establecer una estrategia de intervención. En cuanto al Jordán, Mansarovar afirma no tener permiso de acceso al predio.
Giovanny Bermúdez aclara que al no haber sido posible una conciliación directa con la petrolera, él acudió a Leonardo Granados y solicitó a Mansarovar que todo lo correspondiente al caso lo trataran con su representante legal. “Generalmente, cuando a las empresas se les da permiso para ingresar a un predio, entran a eliminar evidencias. Como estamos en un proceso con la Fiscalía General de la Nación para hacer el recaudo de material probatorio, la petrolera podría incurrir en el delito de destrucción y ocultamiento del mismo. Por tal motivo, no se le ha permitido el ingreso a la finca”, explica el abogado Granados.
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