Crecí con las historias que me contaba mi abuela sobre aquellos tiempos donde el cine a blanco y negro llegaba a la ciudad, en aquel teatro donde se reunía la gente a disfrutar las películas de artistas como Cantinflas, Pedro Infante y demás. El Teatro Aurora era el centro cultural de la ciudad a mitad del siglo XX, donde se hacían todo tipo de actividades culturales, bailes, conciertos. Con nostalgia me relata mi abuela que no sabe en qué momento tan entrañable lugar se convirtió en nada, muchos dicen que fue por la llegada de las nuevas tecnologías, los cassettes, DVD, donde ya se podían ver películas en la comodidad de tu casa.
A finales del siglo XX el teatro cumplió su "última función", por así decirlo, pues ya se había convertido en poco o nada. Desde ese entonces esa fachada colosal con diseño hermoso se convirtió en símbolo de olvido para nuestra ciudad, por dentro se transformó en un ecosistema aislado, donde solo queda la estructura y las sillas deterioradas por el óxido. Se debe hablar de este lugar como patrimonio cultural e histórico de la ciudad de Riohacha, pero tal parece que en tantos años de olvido a nadie le duele ver como se desmorona poco a poco parte de la historia de nuestra ciudad. En pleno 2021 y mas de 80 años de su inauguración (1940), este teatro es la muestra mas clara del abandono cultural por parte de los gobernantes de nuestro distrito, solo queda una fachada repintada de blanco, como quien dice, para disimular el deterioro de sus cimientos.
Hace un mes jóvenes del distrito lo usaron para plasmar su descontento social en medio de un estallido de la juventud en el país, dejando plasmado murales y arte espontánea en su fachada y paredes. Unas semanas después borraron los murales vilmente, censurando la expresión artística de la juventud, pero como a esta juventud le sobran ganas de cambiar las cosas lo volvieron a pintar. Esto duró unas horas, pues los volvieron a borrar.
Es acá donde la hipocresía de esta ciudad, sus dirigentes y medios de comunicación conservadores en general sale a relucir, ahora resulta que si les duele el Teatro Aurora. Un teatro que ha estado en absoluto abandono, ahora sí es patrimonio que se debe "cuidar y preservar" deslegitimando las expresiones artísticas que hacen los jóvenes como forma de protesta y justificando el actuar censurador de personas que borraron los murales. Raro que les duela precisamente cuando ven que un grupo de jóvenes lo toman como lienzo para mostrar descontento con los problemas que se viven en nuestro departamento y nación. Si es así, entonces se logró lo que se quería, mostrar que no les duele las paredes, sino el mensaje.
No pretendan darnos cátedra de cultura y civismo cuando en esta ciudad la protesta social se ha llevado de manera pacífica y nuestra forma de mostrar ese descontento ha sido con el arte y si a ustedes le hiere que pintemos por "no tener estética", "por ser unos vándalos" pues viéndolo bien los vándalos serían aquellos que aprovechan la noche para ocultar los mensajes y censurar a la juventud.
Concluyo con un extracto del poema Malos tiempos para el arte (Ricardo Fernández Esteban): "En estos tiempos de actitudes cínicas, me niego a ser el cicerone de posverdades que enmascaran el desplome de lo que debería ser veraz política. Se miente sin descaro a nuestros prójimos que adoran el engaño y nunca lo cuestionan, porque escuchar lo falso es lo que mola".