Hasta ahora en el planeta no se conocen sino dos sistemas políticos: la democracia liberal y el totalitarismo (con sus diferentes dictaduras, en especial las comunistas). Los demás son acomodamientos, en donde se habla de una tercera vía que perfectamente se puede ubicar también en la democracia liberal. Así que la izquierda, con sus diferentes remoquetes que vive proclamando el tan cacareado “cambio” en Colombia, debe de dejar de engañar a los incautos en vista de que se conocen sus reales intenciones.
Es un contrasentido que sectores de la denominada izquierda, que abrazan al engendro marxista, se pronuncien a favor de la socialdemocracia o admiren el sistema democrático de los países escandinavos en Europa, por los avances económicos y sociales de la población, porque tanto la socialdemocracia como los gobiernos de los países mencionados hacen parte de la democracia liberal, quiérase o no, siendo esa admiración comunista falaz.
Históricamente, el comunismo totalitario o marxismo ha perseguido a la socialdemocracia, que hace parte de la democracia liberal; ya que el sátrapa ruso de Lenin fue despectivo con la Segunda Internacional de los Trabajadores, dado que los sofismas de Karl Marx fueron cuestionados en esa organización, por eso el genocida ruso organizó su propia internacional de bolsillo en 1918.
Sin embargo, la persecución marxista a la socialdemocracia ha tenido otros acontecimientos, como la expulsión que hizo el partido socialista italiano a los socialdemócratas a principios del siglo XX, impulsada ni más ni menos que por Benito Mussolini, que era un marxista recalcitrante y quien más tarde, para mostrarse como un “auténtico revolucionario”, fundó el fascismo (de ahí que el fascismo es hijo del marxismo).
Para continuar con el acoso histórico del marxismo en contra de la socialdemocracia no se puede olvidar el vergonzoso papel que jugó el partido comunista alemán (KPD) a principio de los años treinta del siglo pasado, cuando apoyó a Hitler en contra de las aspiraciones de los socialdemócratas, contando con los aplausos y el respaldo irrestricto de lósif Stalin.
Y en Latinoamérica el comunismo ha sido verdugo de gobiernos socialdemócratas, siendo el caso más emblemático el de Carlos Andrés Pérez en Venezuela, cuyo partido, Acción Democrática, hacia parte de la Internacional Socialista y por supuesto tenía un ideario socialdemócrata, pero las fuerzas totalitarias del comunismo (encabezadas por Hugo Chávez y azuzadas por el tirano de Fidel Castro desde Cuba) comenzaron a empedrar el camino al infierno para el país vecino, desde el 4 de febrero de 1992, con un intentona golpista encabezada por el fallecido expresidente que en ese tiempo era teniente coronel.
La primera etapa de esa empresa criminal culminó en diciembre de 1998 cuando fue elegido presidente Hugo Chávez, continuando el calvario para el pueblo venezolano hasta nuestros días, espoleado por la banda de Nicolás Maduro, quien convirtió a Venezuela en un país de pordioseros.