A Maradona lo perseguían sus demonios. Ya no aguantaba más su existencia. Su cerebro estaba carcomido por la farlopa, la ansiedad, los delirios de persecución, el síndrome de abstinencia y los continuos ataques de locura. Su carácter déspota hizo que su familia y amigos lo abandonaran y la soledad le asestó una puñalada trapera. ¿Cómo escapar de esta asquerosa vida? Solo la muerte le brindaría la paz que tanto añoraba y que por medios artificiales jamás pudo encontrar.
¡Urgente!, ¡última hora!, ¡murió Maradona! ¡No, cómo es posible, deben ser fake news, él es un dios inmortal! Vaya mazazo, estamos conmocionados. Qué vamos a hacer sin vos, Diego. Argentina llora y llora desconsolada. Che, brutal, se nos murió el dios humano, el mejor jugador de todos los tiempos. ¡Che, no puede ser, se nos ha ido Diego! No me lo puedo creer, debe ser un error, no es posible, la mano de Dios y esa gambeta es eterna. Esta noticia parece ser una broma macabra y en cualquier momento será desmentida por los medios. Sí, es cierto, se confirma que ha muerto el más grande, ¡No!, enséñanos a vivir sin ti. Los porteños se rasgan las vestiduras; gimen, berrean, lloriquean… Quiero suicidarme para estar con él en el cielo.
Buenos Aires y Argentina entera están en estado de shock. El planeta del fútbol sufre un verdadero cataclismo. Los hinchas no paran de sollozar, los más fanáticos se tiran de los pelos y se revuelcan en el piso. Ha sido un golpe brutal, las patotas o barras bravas se echan a la calle a cantar ¡oe oe oe eo Diego, Diego. Se fue el Diego. No, no, es una vil mentira, solo es una pesadilla y pronto lo veremos otra vez en los entrenamientos. Llantos y más llantos y cabezazos contra el muro de las lamentaciones del Obelisco. Los deudos se envuelven en las banderas del Boca o la Selección Argentina, otros sacan a relucir las fotos de Maradona o la camiseta con el número 10 de la albiceleste. Diego endiosado, un astro más del firmamento y todas esas milongas sentimentales. Argentina necesita imperiosamente mitos a los que aferrarse: Gardel, Perón Evita, Maradona o de lo contrario se iría al abismo.
Todos sus deseos de Diego eran órdenes que tenían que cumplirse a rajatabla, los caprichos más estrafalarios. ¿Qué querés, Diego?, ¿una mansión en la Costa Azul?, ¿un Lamborghini?, ¿qué querés, Diego?, ¿una mina bien libidinosa?, ¿qué querés, Diego?, ¿farlopa, marihuana, anfetaminas, champagne, whisky? Y el genio de la lámpara maravillosa lo complacía sin reparos. Era nuestro ídolo, el que nos levantaba la moral y hacía que sacáramos pecho como campeones del mundo, engordando el ego del monstruo que se creía el ombligo del mundo.
El soberbio D10S, el engreído D10S, recibiendo mil y mil elogios y alabanzas: sos el mejor, el más grande, un Dios viviente. Nació como un ángel y se transmutó en una cucaracha. Fue alguien que nos trajo felicidad, fue alguien que alivió nuestra angustia existencial. Le dio a su pueblo la alegría y la felicidad en los momentos más aciagos de su historia. El ilusionista que nos poseyó con su magia y genialidad en la cancha. Qué mejor ejemplo que el de ese niño humilde de Villa Fiorito que logró superarse y vencer la pobreza y la marginalidad.
El primer mandamiento de la iglesia maradoniana es amar a Diego por encima de todas las cosas. Más que a tu propio padre, madre, hijos o abuelos. El superman inmortal, el mejor, un jugador del mundo por siempre y para siempre. Todas son declaraciones grandilocuentes sublimando su figura en una apología mágico-religiosa sin precedentes. ¿Cómo puede ser un ejemplo o un modelo un personaje tan turbio y degenerado? La manipulación de los medios de comunicación ha sido un éxito clamoroso ¡Qué degradación!
Tan bajo hemos caído, un drogadicto y abusador de mujeres, pedófilo, corrupto, defraudador del fisco es nuestro máximo paladín. Hizo lo que le vino en gana, pisotear a quien tuviera que pisotear hasta el punto de destruir vidas sin ningún remordimiento. Dios es infalible. ¡Este monstruo se creó con la complicidad de una sociedad completamente tolerante con sus fechorías! ¡Pero si D10S es argentino! Y dale al bombo. ¡¡Argentina!! ¡¡ Argentina!! Sin droga jamás hubiera llegado hasta donde llegó. No importa. El fin justifica los medios. Para crear al superhombre era necesario utilizar todo lo habido y por haber inyectarle complejos vitamínicos, sustancias prohibidas, estupefacientes, alcaloides, hormonas o esteroides anabólicos.
Cuidado que el fútbol es el negocio más lucrativo del capitalismo neoliberal, es un negocio que produce millones y millones de euros o dólares que manejan tanto los empresarios, mercaderes, mafiosos, clubs, o federaciones internacionales teledirigidos por la Fifa, que es una banda de hampones y ladrones que monopolizan el fútbol a nivel mundial.
La ciudad de Buenos Aires ha sido abatida por un tsunami de histeria colectiva, millones y millones de hinchas se han echado a las calles a rendirle el último tributo a su ídolo. La marabunta hace larguísimas colas y se pelean por entrar a su velatorio en la Casa Rosada donde han instalado la capilla ardiente. El féretro de Maradona de plata y caoba, custodiado por la Guardia Presidencial, está cubierto por la camiseta número 10 de la albiceleste. Aunque están absolutamente prohibidos por ley los funerales a causa de la pandemia del coronavirus todo está permitido para decirle adiós al héroe más grande de todos los tiempos aún a riesgo de que se contagien miles de ciudadanos. Resignación cristiana que este es el costo que hay que pagarle al demonio.
El partido de gobierno es el responsable de poner en peligro la salud pública. Pero es el sepelio de Maradona y cueste lo que cueste hay que hacer una excepción. La gente grita, maúlla, llora, otros se abrazan a su retrato en el que levanta la copa del mundo, otros secan sus lágrimas con la bandera argentina. Una marea de lágrimas ha desbordado en el río del Plata, y no es de extrañar tan apasionadas manifestaciones de fervor criollo, un sinigual melodrama, o tragedia griega en honor a su hijo más preclaro.
Este es el modelo en el que debe verse reflejada la juventud argentina y mundial. o sea, la del tramposo, la del marrullero, del chamullero y vicioso, un chanta, un Maquiavelo, el pibe de la viveza criolla, el toxicómano que aunque salió positivo en el mundial de fútbol de EE. UU. en 1994 luego como premio la AFA le nombró entrenador de la selección Argentina. Estos no son más que los valores supremos de una sociedad decadente y degenerada.
Yo conocí a Maradona en el año 1983, en la época que jugaba en el Barça, por intermedio de mi amigo argentino el negro Quiroga de Catamarca, que laboraba por ese entonces en la agencia de viajes Marina (encargada de organizar los viajes del Barça, Maradona y familia). Un día por sorpresa fui invitado a almorzar en la casa del astro. “Venite conmigo a la casa del Diego que ha preparado un asado para la muchachada”. "¿Con Maradona? No puede ser, ¡qué suerte! Pues vamos nomás", dije. Y allí encontré a un jovencito y muy simpático Maradona rodeado por todo su clan: su mujer Claudia Villafañe (que sostenía entre sus brazos a un bebé recién nacido, no sé hijo de quién). También estaba su apoderado y amigo de la infancia Jorge Cysterszpiler (que después lo traicionó y engañó) y parte de la patota de Villa Fiorito, supongo.
De repente, cuando consumíamos sendas botellas de vino y degustábamos bife, el matambre y los chinchulines (traídos directamente de Buenos Aires), Maradona se dirigió a mi intrigado por mi acento. "¿De dónde sus vos, che?", preguntó. Y yo le dije: "Soy colombiano". A lo que él me respondió: "¡Uy! No sabés lo que quiero a Colombia". Y ahí mismito me di cuenta de su extraordinario amor por el “polvito blanco tan rico”. El negro Quiroga me pasó su cámara para que eternizara ese momento histórico (che, por favor, tómame una foto). Y esta es la imagen que ilustra este artículo. Por allí se veían sus amigotes de Villa Fiorito (que más tarde supe que se llamaban Néstor el Ladilla y Jorge el Chino), a los que Maradona consentía en todas sus desvaríos hasta el punto que les pasaba la llave de sus autos de alta gama Ferrari Testarossa o Mercedez Benz último modelo para que se fueran de parranda por Barcelona. Y era muy fácil imaginarse lo que se le venía encima en compañía de esos parásitos buscavidas decididos a aprovecharse de la fama y la guita del ídolo supremo.
Lo cierto es que Barcelona fue la ciudad que engendró al monstruo. Allí comenzó su penoso viaje a los infiernos inducido y alentado por las malas compañías. “La fama le presentó una blanca mujer de misterioso sabor y prohibido placer”. Maradona tenía todo el dinero del mundo para hacer y deshacer a su antojo. Libremente eligió el vicio y el degeneramiento, los fiestonones, la bohemia, las minas fornicadoras, las prostitutas de lujo, los grandes banquetes, las discotecas, los paseos en yate, los jets privados en los que viajaban a distintas ciudades del mundo a seguir la joda. “Virtudes” que lo condujeron a una larga agonía que terminó el 25 de noviembre del 2020. Era tal su indisciplina que muchas veces llegaba tarde a los entrenamientos del Barça o sencillamente no asistía. Pero los directivos y el cuerpo técnico se hacían los de la vista gorda. Si es Maradona, calla, calla, tapa y tapa.
Así se forjÓ el carácter rebelde de un niño engreído y malcriado, ególatra, truhan y mentiroso. Pero se le toleraba todo al mejor jugador del mundo. ¡¡El mejor toxicómano!! Pásale la cachimba de maría al crack, dale más farlopa, whisky, champagne, psicotrópicos, anfetaminas y luego del subidón venía la maldita resaca que lo dejaba noqueado. Se comportaba como un gánster o un pandillero que con un lenguaje soez le mentaba la madre hasta sus más queridos amigos, un analfabeto que no sabía ni leer ni escribir y se pasaba el día entero frente a un televisor viendo partidos de fútbol. Eso sí, un gran maestro en el arte de esnifar coca de forma compulsiva. Él nunca pagó nada, entraba a cualquier tienda, comercio o restaurante y tan solo bastaba con su presencia para que todo le saliera gratis.
Él nos ha dado tantas alegrías en el campo de fútbol que nos ha hecho recuperar el orgullo de ser argentinos. ¿Quién iba a ponerle límites a nuestro héroe? Imposible, nadie lo iba contradecir a riesgo de ser reprimido a trompadas. Paradójicamente Maradona protagonizó en 1984 la campaña antidrogas de la Generalitat de Cataluña: “Haceme un favor, Disfruta de la vida. Y si te ofrecen droga, simplemente di no”. Luego, el muy viciosos se iba con su patota a consumir alcaloides y emborracharse en los antros y discotecas. También en Argentina fue el emblema en 1995 de la campaña “Sol sin drogas”, propuesto por el presidente Carlos Menem. Esta es la hipocresía en la que se fundamenta nuestra sucia sociedad de consumo capitalista. No olvidemos que la prensa mundial lo encumbró a los más alto del Olimpo. Es el mejor jugador del mundo, che. Maradona no podía caminar por las calles porque los hinchas se peleaban por tocarlo, besarlo, pedirle autógrafos o hacerse una foto con él. Era tal el desmadre que se montaba tenía que intervenir las fuerzas del orden o de lo contrario podría producirse un grave incidente.
¡Viva la mano de Dios! él nos vengó de la derrota de las Malvinas en el partido contra Inglaterra. Es más grande que San Martin. Argentina llora, el duelo es antológico, esto es algo increíble ver para creer. Las televisiones transmiten en directo el velatorio, los titulares de la prensa, la radio, no pueden ser más elocuentes: “En las manos de Dios”, “Dios ha muerto”, “A qué planeta te fuiste”, “Dios ya está en el cielo”. El mundo entero está pendiente de los luctuosos acontecimientos que se desarrollan en Buenos Aires. Tal sobredosis de dolor es algo que nos deja anonadados.
El presidente peronista Alberto Fernández llora embriagado de dolor por la irreparable pérdida y besa el ataúd del astro; se yergue y levanta los puños al cielo como saludándolo. la vicepresidenta Cristina Fernández coloca un rosario sobre su ataúd y ora por el eterno descanso del comandante antisistema y anticapitalista. Desde luego que a la momia de Maradona le están sacando altos réditos políticos. Se aprovechan de la gran devoción popular que desata Maradona. Y es que tienen que utilizar todas las tácticas y artimañas para recuperar el aliento en estos momentos de tan masacrante crisis económica: el dólar se dispara imparable, la inflación sube como la espuma, la deuda externa impagable, el FMI aprieta el gaznate y el país está al borde de la bancarrota.
Más ajustes y planes de austeridad y de repente un paquetazo o tal vez otro corralito. Así que a resistir a punta de mate y galletitas criollas. La peste del coronavirus no da tregua y quien va a aguantar más de siete meses en jaque, ¡sálvanos Diego, tú que estás en el cielo! ¿quién es el responsable de este criminal velatorio en el que los hinchas no guardan las distancias de seguridad ni usan el barbijo? Son más de un millón de devotos que alborotados pululan por las calles; tiran piedras, y rabiosos se enfrentan a la policía decididos a tomar la Casa Rosada para arrodillarse ante el féretro de su ídolo. De nada vale la ética, la moral o la dignidad humana pretenden coronar a un tirano abusador de mujeres, acosador y pedófilo.
Cardenales y obispos le dan la extremaunción a la momia de Diego, lo bañan con agua bendita lavando todos sus pecados para que goce de la gloria de Dios, el Papa Francisco le envía un rosario bendecido para su viaje a la eternidad. En las pantallas gigantes se pasan los goles históricos, especialmente los del partido contra Inglaterra: el milagro de la mano de Dios y también el gol más bonito de la historia cuando se gambeteo a todo el equipo inglés. ¡Qué golazo del pibe de oro, che! Algo que se ha quedado grabado a hierro candente en el cerebro de los argentinos. La fanaticada desfila por la capilla ardiente entre gritos y desgarradores y gemidos de dolor y le dejan sus ofrendas, fetiches y recuerdos. El 10 de la selección, el único e indivisible, el creado y no creado que se sacrificó por nosotros como Cristo en la cruz. Más flores y más flores, toneladas de coronas de rosas y de laurel algo que nos hace recordar el sepelio de Evita, las colas kilométricas, los aullidos, autoflagelaciones y una sinfonía de plañideras retumba por toda la ciudad.
Argentina experimenta la peor crisis económica de su historia, la pandemia del coronavirus descontrolada y de repente ¡maldita sea se muere Maradona!. ¡No! Nos ha caído la maldición gitana. ¿Qué hemos hecho para merecer semejante castigo? Pero no importa, aquí lo prioritario es homenajear a Diego, y si muere alguien por el coronavirus será un mártir que lo acompañe en su viaje al más allá. Si hacemos un psicoanálisis profundo del inconsciente colectivo esta actitud de kamikazes hace parte de la idiosincrasia de los argentinos. ¡Qué felicidad! No hay para “morfar” pero si para chupar y emborracharse o drogarse en nombre del mejor jugador del mundo. ¡hambrientos del mundo comed fútbol, sedientos del mundo bebed fútbol. De alguna manera hay que apaciguar el duelo y atenuar el dolor del pueblo por la partida del D10S. Como dice el tango Amarga despedida: “a mi puerta llama la traidora, sé que no veré la aurora del nuevo día”. En Buenos Aires se desata una verdadera revuelta popular, una revolución sin ideología en la que se enfrentan policías y los hinchas de las barras bravas.
Cuando en el 2017, el gobierno italiano le levantó los cargos a Maradona por defraudar al fisco (debía 40.000.000 de euros), entonces pudo viajar a Italia a recibir el homenaje que le ofreció el ayuntamiento de Nápoles. Como si se tratara de un nuevo Cesar fue proclamado “ciudadano honorífico” de la ciudad. Miles de napolitanos se echaron a la calles para darle la bienvenida.
En una cena ofrecida en su honor por la camorra napolitana y aunque tenía restringido por los médicos todos los excesos gastronómicos, etílicos o de estupefacientes no se privó de nada, desde las botellas de vino o de champagne o la farlopa que se servía en bandeja de plata. Maradona completamente zombi quiso tomar la palabra para agradecer a sus anfitriones pero apenas pudo pronunciar unas cuantas frases inconexas. En el momento en el que a altas horas de la madrugada debía cortar un gigantesco pastel de nata y chocolate no alcanzó ni a hundir el cuchillo y por poco se va de bruces. De inmediato fue retirado por sus escoltas que lo llevaron de regreso a su hotel.
Allí lo esperaban miles de “tifosi” que montaban guardia que al verlo llegar entonaron sus cánticos de: “¡Oh mama, mama mama, Oh mama, mama, sai perchè mi batte il corazon, ho visto Maradona…!”. Diego emocionado se subió al techo de la camioneta y mientras saltaba enloquecido se acariciaba impúdico sus tetas. Posteriormente cuando subió a su suite presidencial abrió la ventana y comenzó a tirar a la calle las almohadas, las sábanas, cobijas y hasta los floreros. Su fanaticada enfervorecida se peleaba por hacerse con los exvotos bendecidos por el ídolo. Gritos y vociferaciones, ojos desorbitados, delirio y sobredosis. Los directivos del Napoli han decidido que desde ahora en adelante el estadio San Paolo se llamará San Diego Maradona.
Hasta tráfico con kilos de cocaína, pero salió libre gracias a sus relaciones con los políticos, policías y militares, che, pero que se habrán creído si es totalmente inocente. Y si se enredaba el asunto sus abogados lo sacaban pagando millonarias fianzas. Diego es intocable, una figura universal que merece respeto.
Cuando en múltiples ocasiones dio positivo por dopaje se disculpó diciendo que era medicina para curar la gripe o el dolor de cabeza. Y encima le cubrieron las espaldas los médicos y el cuerpo técnico y sus compañeros.
Hasta que saltó el escándalo en el mundial de EE.UU 94 cuando tras el partido de Nigeria dio positivo por cinco sustancias de efectos estimulantes: efedrina, norefedrina, seudoefedrina, norseudoefedrina, metaefedrina. Dicho cóctel tenía el propósito de bloquear las trazas de cocaína que irrigaba su sistema sanguíneo. Sin embargo, Maradona juro por su madre que jamás se había drogado. “Me cortaron las piernas”. ¿Acaso fue víctima de una conspiración imperialista por sus ideas políticas revolucionarias? ¿Cómo callar el grito de los desposeídos?
Maradona que ya había dado positivo con el Napoli que ante sus fechorías dio por terminada su relación en el año 1992, luego para rematar también se dopó con el Boca Juniors, hecho que irremediablemente aceleró su retiro definitivo de los campos de fútbol.
Cuando urgentemente se lo llevaron a Cuba bajo la protección de Fidel Castro para intentar desintoxicarlo a las pocas semanas de internamiento se filtraron imágenes en el Centro de Salud de Pradera en La Habana en el que disfrutaba de una orgia con prostitutas, drogas y alcohol. Todo resultó una farsa. Y como era prácticamente irrecuperable se optó por hacerle un ritual de santería para ver si le sacaban el espíritu maligno del alma. Pero todo fue en vano pues el diablo ya lo había poseído hasta la médula de los huesos.
Entraba en las clínicas y despreciaba a los médicos, y en el momento menos pensado se fugaba y se iba esnifar cocaína o a embucharse de alcohol con sus compadres. ¿Quién podía controlarlo? ¿Quién iba a calmar sus más bajos instintos? Enloquecido por las adicciones agredía a su círculo cercano, le pegaba a su pareja, acosaba a las mujeres, las intentaba abusar, o las abusó o las intentaba violar o las violó. ¿Quién sabe? Las víctimas siempre tenían las de perder pues prevalecía la palabra de Maradona. Evidentemente la mujer que lo denunciaba era una zafia que deseaba sacarle la plata al jugador más grande del mundo. Todas las acusaciones fueron archivadas. Caso cerrado.
Su tumba en el cementerio Jardín Bella Vista se convertirá seguramente en una pirámide, en una catedral, en un santuario con un mausoleo de oro donde los fieles peregrinarán a dejarle ofrendas y a rogarle milagros. El negocio no puede terminarse y las ambiciones económicas de sus familiares no tienen límites.
Maradona es un objeto más de consumo hay que sacarle millonadas de dólares o euros en publicidad, es el negocio más lucrativo no importa que se drogara que se dopara que fuera un delincuente a un monstruo insaciable de coca y estupefacientes, a un tramposo versero. Pero tenía un corazón grande, grandísimo que no le cabía en el pecho. Pero esta vez el drogodependiente crónico no pudo sobrevivir. La mama coca, la diosa blanca a la que tanto adoraba lo condujo a la tumba. El cuerpo de Diego estaba envenenado por múltiples adicciones y todo esto sumado a las cirugías a las que fue sometido en el corazón o el estómago para ponerle un bypass gástrico lo tenían con la soga al cuello. “Ese polvito blanco tan rico” “che, boludo, pásame la cachimba de maría, loco”. Le encantaba la dolce vita, los lujos más excéntricos, y el despilfarro, aunque el muy hipócrita asegurara que era un revolucionario amante del Che Guevara, Fidel Castro o Chávez se comportaba como un burgués reaccionario.
Maradona era un atleta de alto rendimiento que sufrió graves lesiones en la cancha, un tremendo desgaste físico que lo dejó medio lisiado. Hasta tal punto llegó su decrepitud y decadencia que apenas si podía hablar, pues su cerebro quedó inservible achicharrado por la farlopa. Parecía más un anciano en fase terminal autoinducida. Sufría hipertensión, ansiedad, angustia, delirios de persecución; un deplorable estado psicológico que los psiquiatras intentaban aliviar a base de barbitúricos, sedantes, ansiolíticos, antidepresivos. Y encima lo torturaba el síndrome de abstinencia; los demonios lo perseguían e inevitablemente lo condujeron a la autodestrucción. Su familia más cercana aconsejada por sus abogados ahora intentan culpar a los médicos de su fallecimiento (una demanda para sacar una millonada, claro) Pero lo cierto es que Maradona no murió de un ataque al corazón, Maradona ya estaba muerto, hace tiempo que se suicidó, se negaba a tomar las pastillas para sus problemas coronarios (miocardiopatía dilatada severa), es decir, ya no soportaba su demencial existencia. Respeten su decisión de morirse y descansar en paz. Tampoco podemos descartar que algún enfermero o enfermera, médico o médica compasivo le haya aplicado la eutanasia.