Hace unos días todavía había fe. La semana pasada una serenata virtual avivó el fuego de la vida que aún flameaba dentro del pecho de Paula Durán. Su esposo, el ex futbolista Sergio Vega, buscó al cantante vallenato Pillao Rodríguez para que le cantara una de las canciones favoritas de ella, La consentida se llamaba. El 21 de enero Paula presentaba alguna mejoría. Al menos así lo sentía su pareja. En mayo del 2022 Paula y Sergio habían dejado todo en Colombia para buscar el sueño americano. Tenían dos hijos, ella estaba embarazada de un tercero pero estaban jóvenes, tenían fuerzas. Se ubicaron en una casa que encontraron en Concorde, un pequeño poblado de California.
Consiguieron trabajo, todo parecía marchar bien hasta que unos extraños dolores empezaron a preocupar a Paula en pleno embarazo. Creían que era uno de los achaques propios de este estado pero, ante el primer chequeo médico, en noviembre del 2022, descubrieron la devastadora verdad: Paula tenía cáncer y, lo peor, es que no podían hacer absolutamente nada ya que estaba el cáncer se encontraba en estado terminal. Le quedaban, a lo sumo, dos meses de vida.
Era un cáncer de estómago que había avanzado con la intensidad de un incendio voraz. Ya había hecho metástasis en el cerebro. El cáncer gástrico es uno de los más severos, de los que más cuesta recuperarse si no se detecta a tiempo. La única buena noticia que recibió Sergio y Paula es que el bebé que esperaba no corría ningún peligro.
Para Sergio era un pequeño infierno el ver como su amada se consumía inexorablemente. Tan lejos de casa, tan traumático todo. ¿Quién iba a esperar que a dos personas tan jóvenes la vida las encerrara de esta manera? Pocos días después de que su tercer hijo naciera, Paula fue desahuciada. El nueve de enero los médicos de Paula no tuvieron otra opción que bajar los brazos. Habían perdido la batalla.
Sergio, infatigable, quiso hacerle un homenaje a su amor mostrando en Instagram las imágenes de su matrimonio en este video publicado por él mismo:
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El 21 de enero Sergio se levantó con ganas de creer. Por eso consideró como un augurio prometedor que el cantante Pillao Rodríguez estuviera dispuesto a cantar para su amada la que sería su última serenata. Incluso la serenata le recordó a Sergio momento más felices:
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La fe que había se diluyó hoy. Para despedirse, en días pasados, alcanzaron a llegar sus papás. Les quedó de consuelo `poder verla antes de que el sufrimiento pasara. Ahora la gran pregunta que queda es saber si Sergio, el exfutbolista que la amó hasta el final, regresará de nuevo con sus tres hijos al país.
