En el Cauca, específicamente en el municipio de Argelia, tiene lugar acontecimientos francamente horrorosos, que dan cuenta del lado amargo de nuestra realidad. No se comprende que pasen estas cosas. Cinco años atrás se firmó un Acuerdo de Paz que puso fin al conflicto de más de cincuenta años con las Farc. Se trataba del compromiso por un país mejor, que construiríamos entre todos, una gran apuesta colectiva.
Sabíamos que poderosos intereses se oponían a ese propósito, trabajando las veinticuatro horas del día por hacerlo imposible, sin escatimar ningún recurso, legal o ilegal, moral o inmoral. Todos somos claros de quienes se trataba y trata. Lo que no imaginábamos, era que del lado de los rebeldes que buscaban la paz, pudieran surgir enemigos tan encarnizados de la reconciliación. Hoy es claro que unos y otros se dan la mano.
A fines de octubre se presentaron en la zona rural de Argelia hechos violentos, seguidos del desplazamiento forzado de comunidades y la caída de numerosos civiles en un campo minado, con heridas y mutilaciones graves para por lo menos ocho de ellos. Según denuncian gentes de la misma región, meses atrás ocurrió un hecho semejante, que dejó 11 campesinos heridos, muy cerca de donde ocurrió la nueva tragedia.
De las comunicaciones emitidas por una y otra organización, se infiere que en la zona se presenta una disputa por el dominio del Cañón del Micay, que involucra los municipios del Tambo y Argelia. Por un lado se encuentra la estructura Carlos Patiño, que con la Dagoberto Ramos y la Jaime Martínez conforma algo que llaman Comando Coordinador de Occidente. Todas estas hacen parte de la disidencia que encabezan Gentil Duarte e Iván Mordisco.
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En la zona se presenta una disputa por el dominio del Cañón del Micay, que involucra los municipios del Tambo y Argelia
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Por otro lado se encuentra otra estructura, la llamada Diomer Cortés, de la Segunda Marquetalia, la disidencia creada por Iván Márquez y Jesús Santrich. En la zona también opera una estructura denominada Hugo Carvajal Aguilar del antiguo EPL, así como alguna estructura del viejo ELN. Además se mueve por allí una banda criminal que llaman Los Pocillos, y como si hiciera falta algo, desarrolla asimismo sus operaciones militares el Ejército Nacional de Colombia.
Los Carlos Patiño, o sea los de Gentil Duarte, acusan a los Diomer Cortés, o sea los de la Segunda Marquetalia, de ser una misma cosa con Los Pocillos, con quienes trabajan conjuntamente. A estos últimos, al ELN y al EPL, los sindican de sembrar el terror en las comunidades. Por su parte los de la Segunda Marquetalia señalan a los de Gentil Duarte, de ser un grupo delincuencial que se ocupa de copar la zona con el propósito de cobrar los impuestos al narcotráfico.
La guerra se intensificó desde que llegaron los de la Segunda Marquetalia, quienes soslayando sus orígenes afirman con el mayor desparpajo, que algunos grupos armados que se apartaron de las negociaciones de la Habana, son el as bajo la manga del uribismo para hacer trizas el Acuerdo de Paz. Aseguran que con la complacencia del gobierno de Iván Duque esos grupos se dedican a cometer toda clase de injusticias contra la gente del Cauca.
Para cada uno de los bandos, su contrario está aliado con el Ejército. Así, para los Carlos Patiño, durante los últimos ocho meses no se ha presentado nunca el menor enfrentamiento de aquel con los de la Segunda Marquetalia, el ELN, el EPL y los Pocillos. Para estos en cambio, es claro que el gobierno nacional ha sido completamente permisivo con los de Gentil Duarte. Los Diomer Cortés dicen que llevan ocho meses haciendo lo que no quieren hacer gobierno ni Ejército.
Los de la Segunda Marquetalia aseguran que continuarán con su ofensiva político-militar contra el paramilitarismo, término con el que identifican a sus odiados rivales, llenos de moral revolucionaria y levantando las banderas del pueblo colombiano por una patria justa, digna y soberana. Sus enemigos aseguran que sus objetivos se mantienen, con la moral en alto, que el pueblo respalda y admira el sacrificio de sus hombres y mujeres. Que juran vencer y vencerán.
Mientras tanto, la población civil, los campesinos, hombres, mujeres y niños, viven entre mil fuegos. Los heridos y mutilados el pasado 31 de octubre, pertenecían a los corregimientos de El Plateado y Puerto Rico, veredas La Hacienda, Las Palmas y Santa Clara. Los gentiles afirman que el Ejército atacó la población que salía a pedir que no hubiera enfrentamientos en la región. Y que en su huida los campesinos cayeron en el campo minado sembrado por los otros grupos.
Los otros dicen que quien atacó la población fueron los gentiles, y que la gente cayó en campos minados sembrados por ellos mismos. Simultáneamente, líderes sociales y firmantes de paz mueren a granel en el entorno. Grotesco espectáculo el que ofrecen todos esos desquiciados, una verdadera vergüenza. Mejor no pudo soñarlo Álvaro Uribe.