El sueño autoritario del Centro Democrático

El sueño autoritario del Centro Democrático

"¿Cuál será su próxima retorcida y fantasiosa narrativa para convencer a más de cuarenta millones de colombianos?"

Por: Stella Arenas Romero
noviembre 28, 2019
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El sueño autoritario del Centro Democrático
Foto: Las2orillas

Dos definiciones del diccionario de la RAE para el adjetivo inepto [1. No apto ni a propósito para algo. 2. Necio o incapaz] resumen en muy pocas palabras la gestión del actual gobierno colombiano. Ni qué decir del sentido de la palabra incompetente. En algo más de año y medio después de posesionado, no ha logrado resolver el panorama planteado por el país que recibió, y mucho menos ha podido funcionar de manera eficiente con su equipo de gobierno. Tanto así que algunas voces de su propio partido han dado muestras de inconformidad con la estrategia para el manejo de la crisis que pone en evidencia sus torpes maniobras políticas, sociales y económicas. Han llegado a solicitarle, incluso, que se tome una licencia para que la vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, se encargue del manejo del país.

A siete días de iniciada la protesta social, que no da muestras de solución pronta, el compás de espera al que se hace acreedor cualquier funcionario al comienzo de su ejercicio ha terminado con un saldo altamente negativo. Hasta hoy hemos visto con indignación la manera en que un puñado de senadores del partido de gobierno, liderados por Álvaro Uribe Vélez, han venido torpedeando insistente y furiosamente los acuerdos de paz. Con todo tipo de argucias aún hoy pretenden eludir el cumplimiento de una política de Estado.

Vociferando todos los días el triunfo del no en el plebiscito para refrendar el acuerdo logrado con las Farc, además de recordar una y mil veces el triunfo del político designado por el caudillo antioqueño con aproximadamente 10 millones de votos, este puñado de radicales enfurecidos se propuso sumir a toda una nación en otra confrontación que pretende involucrar “dos bandos”: el uribismo y sus adalides, promotores de debates poco serios y sensatos, cargados de recriminaciones, insultos y señalamientos. Del otro lado pusieron a todos aquellos que disienten de sus posturas verticales, llámense oposición o simplemente ciudadanos agotados por las venganzas, masacres, falsos positivos, desapariciones forzadas y desplazamientos, todo esto producto de un conflicto interno que, pese a la firma de la paz, tampoco quiere ser reconocido, ni siquiera para impedir la repetición del despojo de tierras y favorecimiento al paramilitarismo, hoy denominado de mil formas distintas, extendido en gran parte de las zonas rurales de Colombia. Situación ampliamente comprobada mediante intensas investigaciones judiciales y periodísticas

El mordaz discurso de la propagación de los cultivos de coca, achacado ad infinitum al acuerdo de paz de La Habana, a la conformación de facciones disidentes de la antigua guerrilla, que además de perpetuar el ideario guerrerista, pretenden crear la perfecta cortina de humo para ocultar una gran cantidad de hechos de corrupción, clientelismo y favorecimiento a los grupos económicos e inversionistas extranjeros dedicados a saquear el país bajo su mirada complaciente. Es el truco de la “confianza inversionista” avalado por Duque y heredado de su mentor.

De este modo, la gran mayoría de colombianos parecemos apenas espectadores del sainete montado por los escuderos de Uribe Vélez, decididos a defender a grito herido el pedestal montado para su caudillo a través del gobierno actual. Prácticamente en todos los espacios de opinión abiertos por la prensa colombiana o extranjera y en el propio recinto del Congreso, los miembros del CD se convierten en energúmenos paladines dispuestos a ejercer otra forma de terrorismo. Contra estos deplorables personajes está la gente común en la calle desde el 21 de noviembre.

Los medios de comunicación, por su parte, se han dedicado en un noventa por ciento a la noticia más inmediata, hechos de vandalismo, heridos, interrupciones de la movilidad y, por fortuna, a las inocultables imágenes del descontento social de todos los sectores sin excepción. Sin embargo, gracias al manido argumento del rating, muy contados espacios de opinión son capaces de atraer al ciudadano poco interesado o sin formación para escuchar análisis claros y bien informados, por ejemplo, de las solicitudes de los organizadores del paro y su real viabilidad. De este modo, la marejada de información proveniente de las calles apenas permite ver la realidad de fondo, igual que si hubiesen lanzado gas lacrimógeno.

En conclusión, la ineptitud, la incompetencia de Iván Duque Márquez y su característico cinismo fueron el detonante de la protesta contra la oleada de injusticias que desde hace mucho tiempo aquejan no solo a los más vulnerables, marginados o excluidos. ¿Aún insisten en los fantasmas del “castrochavismo” y el Foro de Sao Paulo? ¿Cuál será su próxima retorcida y fantasiosa narrativa para convencer a más de cuarenta millones de colombianos? ¿Cuánto tiempo más vivirá el sueño de la ultraderecha en Colombia?

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