El sueño americano que se nos convirtió en 'fake news'

El sueño americano que se nos convirtió en 'fake news'

Lo antes soñado ahora desconoce derechos de la mujer y de las minorías. Esa sociedad republicana, conservadora y religiosa comienza a destruir los logros de otros...

Por: Diana van Gompel de Romero
marzo 29, 2023
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El sueño americano que se nos convirtió en 'fake news'

Desde que tengo memoria los Estados Unidos de America se consideraba el país de las oportunidades, donde inmigrantes de todo el mundo llegaban, casi todos con una mano adelante y otra atrás, y lograban convertir sus sueños en realidad. Aunque no todos se convertirían en millonarios, la mayoría alcanzaba el “sueño americano”, un trabajo, un carro, una casa  con mínima cuota inicial, hipoteca a treinta años, educación gratuita para los hijos y una pensión que les permitiría vivir con dignidad. Para muchos que llegaban al gran país del norte huyendo de pobreza y violencia política, el lugar era en edén donde se sentían libres y seguros.

Los roles definidos del hombre proveedor y la mujer en la casa se establecían con aceptación en todos los estratos económicos y sociales ofreciendo la apariencia de un orden de vida moralmente correcto. El mundo entero miraba con buenos ojos esa sociedad ordenada, disciplinada, agradable donde las realidades se mantenían bien guardadas en el closet y se podían ignorar y negar en el hogar, en el trabajo, en la escuela y en el templo.

La mujer, convencida por su religión y siguiendo los “valores” aprendidos desde temprana edad, aceptaba su rol de esposa, madre, ama de casa, casi con orgullo, fantaseando con esa imagen de mujer detrás del trono con la que siempre se ha disfrazado la opresión, la discriminación y el abuso.

La película de la perfección, a pesar de las nuevas tendencias que armaban el desorden donde surgieron las sufragistas, el Black Power o poder negro, feministas, hippies, homosexuales, jamás lograron opacar el ideal del sueño americano y lo harían cada vez más atractivo. Para la mayoría de las personas que buscaban una vida nueva en ese gran país la sensación de seguridad, oportunidad y tranquilidad prevalecería por mucho tiempo.

Los movimientos antiracistas, feministas, y, en general, de derechos humanos poco a poco fueron logrando que esos derechos teóricos, muchos de los cuales aparecían en la misma constitución, se convirtieran en derechos reales. La eliminación de la segregación racial, el acceso al aborto y muchos más hicieron el paisaje más atractivo aún para los inmigrantes.

Llegamos al siglo XXI, y gracias a un mundo convulsionado y asaltado por oscuros intereses económicos, el sueño continúa vivo… pero cada vez más fiel a su nombre, un sueño que difícilmente se convierte en realidad.

Ellis Island es reemplazada por el Rio Grande y por las playas de la Florida si se logran conquistar el Océano Atlantico, las selvas del Darién, los coyotes, las temperaturas, el hambre, la sed y luego la esclavitud disimulada, la discriminación, la invisibilidad y el cansancio.

El Nirvana soñado, mientras tanto, sufre los embates locales del gran engaño al respeto de los derechos logrados por la mujer y por las minorías y esa sociedad republicana, conservadora, religiosa, egoísta e ignorante pretende y comienza a destruir los logros de derecho y libertad por los que tantos y tantas se han sacrificado. El derecho al aborto, el matrimonio de parejas homosexuales o lgbtq, para comentar dos de los derechos más vulnerables, están en peligro. En sus continuos tropiezos políticos el país pierde credibilidad, liderazgo, imagen y respeto.

En manos de una juventud no siempre unida en sus pretensiones pero que cada día come menos cuento reposa el futuro del sueño, no solo para nuevos inmigrantes sino para toda la población.

Para quienes no vivimos ni buscamos ese sueño americano y deseamos permanecer aquí en nuestro propio Nirvana, Colombia, ¿qué nos espera? Me vienen a la memoria las palabras de John F. Kennedy a los norteamericanos, “No pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tu por tu país.”  Llega la hora de ver noticias, aunque sean malas y nos disgusten y nos asusten. Debemos mantenernos informados de lo que sucede más allá de nuestro entorno para entender y defender la realidad y no permitir la desinformación debemos ejercer nuestro derecho a elegir gobernantes probos y honestos y, muy especialmente, a exigir que la democracia y los derechos de todos se respeten y que las creencias religiosas no se impongan a los no creyentes.

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