Cada año por estas fechas se realiza la Feria del Libro de Bogotá que reúne a miles de asistentes. Como visitante asiduo del evento quisiera señalar nueve puntos que, desde mi punto de vista, son reprobables. Empecemos:
- Es una feria cara. No es solo que cada año la entrada aumenta de precio, sino que adentro todo cuesta un ojo de la cara; desde una simple hamburguesa con gaseosa hasta la edición más modesta de un libro. La gente que organiza la Feria suele olvidar que una de las razones por las cuales la gente no lee en Colombia, es el precio astronómico de los textos y, por supuesto, nunca he visto una Feria donde este factor se haya tomado en cuenta.
- Es repetitiva. La Feria del Libro, salvo alguna excepción, siempre suele dejar la impresión de que es la repetición de la repetición. Se repiten charlas, lanzamientos y conciertos; se repiten muchos títulos de textos, hasta las editoriales se localizan siempre en los mismos puestos de los pabellones. Cada año que visito la Feria, siempre salgo con la sensación de déjà vu .
- Ensalza a autores mediocres. En los últimos años me he encontrado con la sorpresa de que las filas más largas de público para solicitar el autógrafo de un autor o la firma de un libro, no están ante escritores serios, sino ante esas figuritas triviales de farándula que son los youtubers. Es doloroso aceptarlo, pero con esas elecciones, el público colombiano demuestra ser más palurdo de lo que parece.
- La mayoría de lo que se vende son best sellers. Cada vez que se acaba el evento y los periódicos publican la lista de libros más vendidos , casi siempre lo que la gente compró en su mayoría fueron best sellers triviales y de temitas de moda. Es decir, las personas parecen comprar dejándose llevar como borreguitos por la publicidad, por lo que el mercadeo les induce a adquirir. Esa lista final de los más vendidos de la Feria, casi nunca deja ver lectores avezados que saben olfatear textos por sí mismos y que no se dejan lavar el cerebro por el marketing de editores, libreros y medios de comunicación.
- La mayoría de charlas y lanzamientos están semivacíos. Siempre que he ido a la Feria, por curiosidad me acerco a algunos lanzamientos de libros o a algunas charlas, salvo unas pocas muy concurridas, la verdad es que a la mayoría de estas conversaciones suelen asistir entre 10 y 15 personas. No más. ¿Se justifica multiplicar tanta charla con asistencias exíguas? ¿No habría que hacer algo al respecto?
- Panamericana.Cada año, esta librería y editorial copa varios pabellones o muchísimo espacio ofreciendo lo mismo que uno puede encontrar en cualquiera de sus sucursales en el país, sin siquiera una mínima diferencia. ¿Qué gracia tiene? A veces he pensado que la Feria debería reducirle el espacio a la Panamericana y en su lugar permitir que aparezcan varios editores o libreros pequeños que al menos sean originales.
- No hay libros electrónicos. Como ya dijo por ahí un periodista hace un año ¿No es sospechoso que en la Filbo casi no haya ninguna muestra del mundo del libro electrónico? ¿Qué intereses comerciales se esconden ahí?
- Sobrecupo. Ciertos fines de semana en la Feria es cierto lo que dice el chiste: hay tanta gente en los pabellones que uno no se siente en un evento cultural, sino en un vagón repleto de Transmilenio.
- La publicidad. Siempre ocurre que por estos días los medios de comunicación repiten sin pena ni gloria los mismos clichés de siempre alabando la lectura y el libro (“Leer libera”, ”Eres más culto si lees”, “Leer te hace grande”, “Un libro te salva” o cosas así). ¿No se les ha pasado por la cabeza lo que decía un gran escritor y crítico como C. S. Lewis, quien aseguraba que leer más jamás había convertido a alguien en mejor persona? ¿Qué las cualidades éticas de una persona rara vez tienen que ver con el hecho de que lea mucho o no? Por favor, no más demagogia.