El sonido del silencio

El sonido del silencio

Por: Nicolás Andrey Ariza Rodriguez
marzo 10, 2015
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El sonido del silencio

Entre escapularios y accesorios artesanales, vivió Juri durante 5 años. Ahora trabaja lavando platos en un restaurante en el barrio Galán de Bogotá donde aunque increíble de creer se siente más a gusto.

Hasta hace 4 años ella ha empezado a disfrutar de las ventajas de escuchar lo que tiene alrededor gracias a un implante coclear. Esta cirugía, como su nombre lo indica, es un implante de un pequeño dispositivo en su cabeza conectado a un moderador de volumen que siempre debe estar en su bolsillo. Ese dispositivo solo es útil para Juri, a nadie en el mundo le puede servir. Estuvo durante 24 años sin saber cómo era la voz de sus padres y hermanas, hasta el 28 de agosto del 2009, que fue el día de su operación, a la que persiguió durante 15 años.

El implante fue lo que le cambio la vida a Juri, una niña que se vio afectada hace 30 años por una meningitis, un virus potencialmente letal. Ella nació y disfrutó su infancia sin ningún problema, pero por la situación económica de sus padres y siendo una familia numerosa deciden vivir en un pueblo de Boyacá. Cuando la atacó este virus ella estaba muy lejos de un hospital con alta tecnología que la pudiera atender, ya que en el humilde hospital de este pequeño pueblo los médicos no podían detener este virus. Mientras pasaron las horas de su traslado a Bogotá este virus tenía como meta terminar con la vida de Yuri, pero no fue así, por algún milagro o razón no explicable solo le afecto sus oídos dejándola totalmente sorda. Después de meses en el hospital los médicos hablaron con sus padres y le informaron que ya no se podía hacer nada y que el daño estaba hecho.

Sus padres decidieron quedarse a vivir en Bogotá con todas sus cinco hijas. Se dedicaron a buscar por varios meses más opiniones médicas, pero ninguna decía que se podía mejorar eso con una cirugía.

Cuando Juri tenía tres años, en una tarde, su madre le estaba sirviendo el almuerzo y le dijo “¡Cuidado con la sopa que está caliente!” Pero ella no entiende lo que estaba diciendo y el plato se le cae ocasionándole quemaduras en su pecho y su pie. Nuevamente ingresó a cuidados intensivos en un hospital por varios meses y se recuperó.

Ella no solamente sufrió en la casa al momento de escuchar sino que estando en colegio fue punto de burla entre los compañeros durante la primaria. Al darse cuenta del dolor que le hacían sentir sus compañeros les dijo a sus padres que no quería seguir estudiando, a lo que ellos aceptan y ella queda sin estudiar el bachillerato, por lo que se dedica a estar en la casa haciendo oficio.
Cuando tenía 18 años, sucedió una desgracia en su hogar, una de sus hermanas es asesinada y Juri entra en mucha tristeza, empieza a ayudar a cuidar de sus sobrinos para superar este duelo, el cual le duró varios años.

Para cuando tenía 26 años empezó a tener problemas de salud, en algunas ocasiones se desmayaba. Su madre la llevó al doctor, donde le informaron que tenía hipoglucemia y niveles muy bajos de azúcar así que empezó un tratamiento.

Estando en una de esas citas de control en el hospital Santa Clara de Bogotá, apareció una persona que le cambiaría la vida. Era una Otorrinolaringóloga. Ella se acercó a Juri y le conversó, le dijo que la había visto varias veces en el hospital y le preguntó “¿Por qué estás aquí?”. Juri no le entendió, pero su mamá le habló con la doctora y le dijo que ella era sorda por un virus, esta Doctora se interesó en Juri y le dio una cita médica con ella. En el consultorio la doctora les pidió que le dejaran hacer unos exámenes auditivos y de laboratorio para dar un concepto, porque dijo “No todo está perdido con la ciencia médica del siglo XXI”.

Después de semanas de exámenes la Doctora dio su diagnostico que decía que el oído izquierdo estaba totalmente dañado y no se podía operar pero la buena noticia era que su oído derecho tenía varias partes buenas y se lograba operar. Juri no entendía lo que le decían, y con ayuda de su mamá le explicaron, es tanta la emoción que invadía a Juri que empezó a llorar y creía que era mentira pero era totalmente cierto.

La mamá de Juri, estaba feliz por esa noticia, pero iba bajando la sonrisa cuando dijo que no podían pagar una cirugía de millones de pesos, por lo que ¡Oh sorpresa! La doctora les comenta que hay una empresa estadounidense que estaba donando cinco de esos implantes en Colombia y que Juri era una de esas cinco personas.

El 28 de agosto de 2009 ingresó Juri con mucho miedo y lagrimas al quirófano. Después de 10 horas de cirugía le implantaron un dispositivo al costado derecho de su cabeza. Tuvo que esperar un mes para que sus cicatrices sanaran y el cuerpo aceptara ese nuevo aparato. Los días pasaron y ella no entendía por qué no escuchaba aún. Pasado un mes y sin ninguna reacción negativa, programaron el día esperado de septiembre para, por medio de un computador y un dispositivo externo, conectarla con los sonidos que por muchos años no escucho. En esa tarde ingresó a un consultorio, le instalaron el dispositivo externo adherido por un imán a su cabeza y un control apuntado en su cintura. Ella estaba muy nerviosa y con muchas lagrimas. Pasaron los minutos y le dijeron “¿Preparada?”. La conectaron, ella sonrió y sin poder hablar bien dijo “Huy muy duro”. Recuperó un 50% de la audición.

Ahí comenzó, durante un año, a utilizar el implante. Debió aprender desde las vocales hasta los colores, como si estuviese en Kinder.

Durante unos meses siguió trabajando en casa haciendo manillas y haciendo el papel de enfermera de su mamá que es diabética, inclusive después de tanto tiempo ya que Juri se encarga de todos los cuidados de la mamá debido a que sus hermanas están casadas y ella sigue soltera, aún no le ha sonreído el amor.

Estando en la casa llegó un familiar que le propuso trabajar con él en un restaurante, porque Juri tiene aptitud para la cocina, ella dijo que si, aunque le dolió mucho dejar a su mamá sola.
Este era el momento perfecto para darle un cambio a su vida de estar encerrada durante tanto tiempo, este era el momento para comenzar una vida social. Por eso es que ahora la podemos ver en un restaurante haciendo jugos y limpiando vajillas con una gran sonrisa esperando llegar a casa y contarle todo lo que hizo a la mamá.

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