Una de las cosas más graciosas que ha visto últimamente el doctor Francisco Lopera fue unos huevos en un supermercado. Decían en el sobre de presentación que estaban enriquecidos con una fórmula del Himalaya que previene el Alzheimer. Esto es una de las cosas que siempre le advierte a sus pacientes: no existe una fórmula comprobada, un remedio oficial para prevenir o curar una enfermedad que en este momento sufren 36 millones de personas en el mundo. Él, como tantos otros científicos, está intentando desarrollar un fármaco que lo borraría de la faz de la tierra.
En esto lleva 32 de sus 65 años de vida, en un proyecto llamado “Iniciativa para la Prevención del Alzheimer, API Colombia” que desde el 2014 cuenta con un presupuesto de USD$ 100 millones y que desarrolla en los laboratorios de la Universidad de Antioquia –de donde es egresado- en colaboración con el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, el Instituto Banner de Arizona y el laboratorio Genentech de San Francisco California.
La primera vez que tuvo contacto con esta enfermedad fue en 1984 mientras era residente de neurología. Era un hombre del pueblo de Belmira a la que su familia, desesperada, lo había llevado a Medellín a ver qué se podía hacer. La particularidad era su juventud, 47 años, algo atípico en una enfermedad que usualmente empieza a desarrollarse después de los 65 años. El hombre era el cuidador de una finca pero ya estaba tan mal, ya no podía recordar ni siquiera su nombre, que no le quedó más remedio que dejar de trabajar.
Lo internaron inmediatamente y Lopera, con una cuadrilla de médicos, viajaron hasta Belmira y descubrieron que su papá y su abuelo también sufrían la enfermedad. Reunieron datos, le hicieron la genealogía y detectaron la primera familia con una forma hereditaria tipo Alzheimer. Se pusieron a investigar y en Belmira no era el único municipio en donde habían familias con este tipo de problemas. En Angostura y en Yarumal también existían linajes enteros que arrastraban esa desgracia. Era tan rara esa mutación del gen que hasta le pusieron nombre: “La mutación paisa”.
Los estudios los publicaron en la revista científica de la Universidad de Antioquia. Ken Kosic, gurú de la neurociencia, profesor de la Universidad de California, lo leyó y le gustó tanto que se fue a Medellín a conocer personalmente a Lopera en 1994 y desde allí empezaron una unión que los ha llevado a buscar el cromosoma que marcaba el gen de esas familias paisas. Lo consiguieron y los resultados se publicaron en un ya célebre artículo del New York Times. La historia de esa familia paisa con esos problemas genéticos fueron replicados en el Scientific American. El trabajo de investigación de Lopera se conoció en todo el mundo.
Y Lopera se volvió una autoridad como lo demuestra en esta presentación sobre ¿Qué es el Alzheimer? que presentó en esta Charla TEDx en el 2017 en su Medellín, su ciudad.
Es difícil que un grupo de científicos de Estados Unidos tengan en cuenta sus pares latinoamericanos. Sin embargo Lopera ha cautivado no sólo a Kosic –con quien vino de la mano un convenio con la Universidad de California-, sino que Banner, uno de los mejores del mundo en ese tipo de investigaciones, creen que desde las instalaciones de la Universidad de Antioquia saldrá uno de los remedios para evitar el Alzheimer.
La fama no lo toca. Sigue con su Subaru noventera negra y viviendo en una pequeña finca en Itagüí junto a su esposa, la fonoaudióloga y compañera de trabajo Clara Mónica Uribe. Paralelo a su trabajo científico realiza, con el Grupo de Neurociencias de la Universidad de Antioquia, talleres de enfermería, charlas y hasta consejos sobre como una familia debe cuidar a un enfermo. Aconseja siempre seis pasos para intentar evitar una enfermedad de la que en realidad no se sabe nada: ser lo más sociable posible, leer bastante, hacer ejercicio –mucho ejercicio-, comer y dormir bien. Sin embargo nadie está exento de experimentar esta pesadilla. La enfermedad puede estar incubada desde los 28 años y manifestarse 30 años después. Lo primero que se olvida son las llaves, después vendrá olvidarse hasta de sonreír. Eso ya es la muerte.
Uno de los regalos que más puede apreciar Lopera y su equipo son los cerebros: ya tiene 342 de gente que ha sufrido la enfermedad en su laboratorio y cree que son de una riqueza invaluable ya que ayuda a conocer a fondo un mal del que no se conoce demasiado. Según revistas norteamericanas científicas, el camino para enfrentar la aparición del mal del Alzheimer precoz, que obsesiona al Doctor Lopera, estaría a punto de encontrarse en los laboratorios de la Universidad de Antioquia. Un avance que el prestigioso periódico New York Times no dudó en reseñar.