El solipsismo político del POLO

El solipsismo político del POLO

Por: John Carlos Pabón Mantilla
junio 03, 2014
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El solipsismo político del POLO

Los resultados de la primera vuelta en las elecciones presidenciales han dejado el ambiente político bastante convulsionado, sobre todo en lo que refiere al tema de paz. Como de costumbre, para la segunda vuelta en las elecciones presidenciales el punto clave son las alianzas entre partidos, y en esta tarea es que hemos visto moviéndose a los dos candidatos en los últimos días. El candidato presidente Juan Manuel Santos, por su parte, a estado sosteniendo reuniones con los parlamentarios elegidos por el hoy fraccionado Partido Conservador; mientras tanto Zuluaga adhirió a su campaña, y nombro jefe de debates, a la excandidata presidencial de esa colectividad. Los verdes por su parte dejaron el “libertad” a sus electores, no obstante, le hacen un giño al proceso de paz, es decir, a la candidatura del actual mandatario.

Pero, ¿por qué los verdes no apoyan de frente y sin vacilaciones la campaña de Santos? Debemos hacer un poco de memoria, nada en la historia política de este país ha sido tan bochornoso como el discurso vacío, hueco y sin sentido del fundador del partido verde, en los días en que se enfrentó a segunda vuelta con el que es hoy presidente de la república; sí, hago referencia a Antanas Mokus y su denominada “ola verde”, que significo para el país una ruptura en la forma de hacer política, una donde no son necesarios los programas políticos, las propuestas y mucho menos las ideas fundamentadas como ideología de alguna clase o grupo particular, en tanto que su propuesta es construir una especie de país nirvana donde las contradicciones de clase y del sistema económico queden reducidas a su mínima expresión.

El Partido Verde, como bien es sabido, es un movimiento fundamentalmente ciudadanista (no en vano las mil referencias a la capital), y la característica esencial de estos movimientos es la crítica desde una perspectiva ética y moral al sistema capitalista, ellos aspiran a aliviar las consecuencias del sistema mediante la agudización de valores democráticos abstractos y el aumento significativo de las competencias estatales, entendiendo que la pobreza, la exclusión, el desempleo y la miseria, no constituyen factores estructurales, sino accidentes de un sistema que puede mejorarse éticamente. Las movilizaciones a las que convoca un movimiento como éste, son alrededor de denuncias sobre las actuaciones inmorales como la corrupción; lo que une a sus copartidarios no es un bloque de ideas e intereses de clase, sino básicamente los juicios morales de aprobación y condena a las actuaciones particulares.

Estas consideraciones son lo que hacen del partido verde un movimiento vacilante en las decisiones políticas trascendentes para el país; pero no son el único partido que ha quedado en el limbo en la segunda vuelta, el POLO también ha dejado un sin sabor en sus electores, esto se ve reflejado en las redes sociales, que para el senador Robledo no son sino pura vagabundería como lo afirmo en RCN radio. El comité ejecutivo del POLO que defendió a capa y sombrero al exalcalde de la capital Samuel Morenos Rojas por los escándalos de la contratación en las obras públicas, el mismo que saco a patadas de la colectividad al alcalde de Bogotá Gustavo Petro, los mismos que decidieron expulsar al Partido Comunista Colombiano so pretexto de doble militancia al integrarse al Movimiento Político Marcha Patriótica; un dato curioso antes de continuar, la candidatura de la doctora Clara López antes de lanzar a Aida Avella como vicepresidenta, solamente contaba con el 4% de la aceptación de los colombianos en todas las encuestas, al finalizar la primera vuelta alcanzaron el 15%, muchos de estos votos fueron de procesos como Marcha Patriótica, y lógicamente ahí están los 500 mil votos que la Unión Patriótica saco al parlamento Andino, no obstante, hoy después de la primera vuelta el POLO celebra como un triunfo sus dos millones de votos, como si fueran propios, y lo más curioso de todo esto es que se los restriegan a Petro, como sí en sus estatutos estuviese inscrito que son un partido de oposición a la Bogotá Humana del progresismo.

El día 29 de mayo del presente año, este acertado ejecutivo decide dejar en libertad a sus electores en segunda vuelta, pero no en la misma medida en que lo hicieron los verdes, estos se inclinan por el voto en blanco, otro dato curioso, el senador Robledo que en la campaña al congreso denigro, ultrajo y califico de poco ilustrados a quienes auspiciaron el voto en blanco, hoy es quizá el único senador que defiende dicha postura, cuando no han pasado dos meses desde las elecciones al parlamento, para Robledo el voto en blanco hoy representa la mejor opción, la opción democrática, etc. Pero los argumentos que aduce el POLO son más complejos en cuanto a la elección entre los dos candidatos a la presidencia, sin embargo, su nivel de complejidad es equiparado a su nivel de invalidez política; ellos afirman que el modelo que propone Juan Manuel es igual al de Zuluaga (léase Uribe), porque lo fundamental no es la paz, sino el modelo económico.

Ante esta apreciación debemos profundizar un poco, el POLO afirma que hay que darle viabilidad a los diálogos, no obstante, su concepto de paz es cercano al del Uribismo, para estos dos la paz no constituye más que el silencio de los fusiles, es decir, el fin de la confrontación militar; al igual que el uribismo, el POLO confunde las causas con las consecuencias, por tal razón piensan que la paz se traduce a una dejación de armas por parte de los grupos insurgentes, y brindarle al Estado el monopolio de las armas (cosa que nunca ha tenido), todo esto sin necesidad de una trasformación del modelo económico y político del país. Pensemos para develar esta falsedad en los puntos de acuerdo que están sobre la mesa de la habana.

Como es lógico en un país como el nuestro, donde el campo ha sido olvidado durante toda la historia de la nación, el conflicto es fundamentalmente campesino, es decir, por la tenencia de la tierra, recordemos que Colombia es el único país de Latinoamérica que no ha realizado reforma agraria, y el 77% de la tierra está en manos del 13% de los propietarios, pero además el 3,6 de este grupo selecto tiene el 30% de la tierra; el 15% de la superficie agropecuaria ha sido despojada de manera violenta, esto son 6,6 millones de hectáreas, y el 80% de los pequeños campesinos tiene menos de una Unidad Agrícola Familiar (UAF). En la mesa de la habana el primer punto pretende contribuir a la solución del problema agrario en el país, brindando cambios profundos en el campo colombiano, de manera que el desarrollo agrario sea una posibilidad. Si el desarrollo de este punto no mejora la realidad del agro en Colombia, como ha intentado plantear el Senador Robledo en sus elocuentes debates sobre el agro entontes ¿qué lo hace?

En varias ocasiones el Senador Robledo ha puesto en la palestra pública las desastrosas realidades que atraviesa el campo colombiano, haciendo ahínco en lo perjudiciales que han sido los TLC firmados en los últimos gobiernos, pero se queda corto en las miras, cuando indica que el problema del campo radica en la apertura económica realizada por el Gobierno de Gaviria a principios de los noventa, hasta los analistas económicos más cercanos al institucionalismo como Salomón Kalmanovitz, entienden que el problema del agro colombiano proviene desde la fundación de la patria, y que no han sido atendidos por los gobiernos de turno. Por otro lado, el camino que propone el POLO es que la conciencia ilustrada de los colombianos, artos de los chantajes, de los políticos de turno, elijan con su voto, no solo un gobierno democrático, sino a su vez un parlamento con la misma característica, se le olvida al senador, que la clase política de la elite de este país ha sido capaz de perpetuar las peores violaciones a los derechos humanos para negar esta alternativa, un ejemplo claro de ello, es el Frente Nacional, y el más reciente de ellos es el genocidio de la Unión Patriótica.

Es por ello, y no por otra razón, que el segundo punto puesto en la mesa de habana es la participación política, cosa que se ha malinterpretado por algunos medios de comunicación, he incluso por algunos sectores políticos del país, este punto no sólo contempla la forma en que las FARC van a participar en la política, primero porque las FARC han hecho política desde su fundación, entiendo el concepto de político más allá de la mera participación en las urnas, y segundo porque lo que se contempla en este punto es la ampliación del espectro democrático del país. Colombia, según las elites, es la mejor democracia de Latinoamérica, no obstante, todos en el país sabemos, aunque no sepamos nada más, que el sistema electoral del país está lleno de prebendas, clientelismo y corrupción; no se puede hablar de la mejor democracia del continente, cuando el 62% de los habitantes aptos para acudir a las urnas no lo hicieron, con la gravedad de que se trataba de elegir el mandatario de la nación. Es claro que existe un desinterés por lo político, en un país donde los conceptos a los que se ligan las figuras públicas de la política es a la corrupción, el narcotráfico, paramilitarismo, etc., salvando alguno que otro.

En variadas ocasiones el senador Robledo ha solicitado a los gobiernos de turno garantías para ejercer oposición, ha tenido que soportar junto a otros senadores de oposición literales pupitrazo en la aprobación de las normas y leyes que rigen la nación, ha tenido a su vez que soportar con epígrafes como terrorista por estar en una bancada que no pertenece al clero gubernamental, o a los partidos tradicionales, es por eso que se me hace extraño que el senador más votado del país no se dé cuenta de la magnitud de cambios que necesita este país, pero y sobre todo que no alcance a dimensionar que un proceso de paz puede lograrlo. Claro está que para Robledo, y varios en el POLO, la guerra no es más que un levantamiento armado inspirado en las trovas de Silvio Rodríguez, o en el mejor de los casos, la insurgencia se vio inspirada en el proceso revolucionario de cuba a mediados de siglo.

El desarrollo de los otros tres puntos, vislumbran la posibilidad de solucionar grandes problemas que tiene el país y que son vinculantes con los dos anteriores. Para nadie es un secreto que las drogas tienen una relación con la clase política que ha dirigido las riendas de éste país, es decir, con quienes hasta hoy han gobernado, echemos un vistazo al proceso 8000, a los más de 60 congresistas que fueron a parar a la cárcel en tiempos donde el ubérrimo fue la capital del país, al proceso de alias “la gata”, incluso las acusaciones hoy en curso contra el expresidente Álvaro Uribe; por tal razón que el país abogue por el fin del narcotráfico, es abogar por un país más justo y democrático, por un país donde los campesinos tengan viabilidad económica y puedan trabajar la tierra, sin tener que dedicarse a raspar coca, un país en el que la tierra se dedique a la producción de alimentos y no a los cultivos ilícitos.

En cuanto a las víctimas y el fin de la guerra, que son monumentalmente ligados el uno con el otro, podemos afirmar como dijo el presidente Santos citando a Clara López: “debemos parar la fábrica de víctimas”, nada peor para las víctimas que la continuación del conflicto, y este tema que es muy resbaladizo, porque a su vez es utilizado por los enemigos declarados del proceso de paz (léase uribistas) para afirmar que ellos representan a las víctimas y que lo que éstas exigen es castigo, casi que el ojo por ojo, y así hundirnos en una guerra sin fin, dándole continuidad al horror que toda guerra conlleva, podemos afirmar que lo que las victimas realmente desean es reparación, ser capaz de perdonar a sus victimarios, y lo más importante la no repetición, no solo en el mismo cuerpo, sino en cualquier otro ciudadano, por eso el fin del conflicto está ligado con el fin de la producción de víctimas y la reproducción del horror.

Para finalizar, este artículo no tiene interés alguno en invitar al ejecutivo del POLO a que cambie su decisión, y menos porque pienso ponerlo a circular por algún medio virtual, cosa que al senador robledo le parece una vagamundería, la intención real es mostrar que no existen escusas para construir la paz, y que el primer paso es entendiendo la importancia del voto en esta segunda vuelta, luego entender que la paz es un proceso nacional, que vincula al pueblo colombiano en su totalidad, y por tal razón son importantes las posturas de polistas de base, de aquella oposición que entiende que el país necesita cambiar su rumbo y que el primer paso es la construcción de un país ampliamente democrático, en el que no cabe el uso de la violencia para contener cuestiones políticas, más allá de las diferencias entre izquierda y derecha, para nuestro país lo prioritario es ver crecer por lo menos una generación en paz, porque como dijo nuestro mejor hombre Gabriel García Márquez “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”.

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