A pesar de cifrar sus campañas asustando a manipulables votantes con el fantasma del “comunismo” que se tomaría a Colombia, Estados Unidos y Brasil si en las elecciones triunfan sus rivales, al igual que sus enemigos “castrochavistas” venezolanos, en la práctica han instaurado un “socialismo elitista”, pues la camarilla cercana al gobierno se apoderó del Estado, cargos, tierras, bienes y contratos, que se reparten entre ellos, mientras catapultan sus fortunas personales, las de sus hijos y demás familiares y amigos.
“Socializan pérdidas a cargo del presupuesto nacional; pero privatizan ganancias”, como sucedió con bancos colombianos que en 1999 recibieron el 4xmil como regalo para afrontar la crisis financiera y que en la actual pandemia, a pesar de percibir cerca de 7 billones de pesos del presupuesto nacional y de que el Banco de la República les bajara intereses, no prestan a empresarios que sí necesitan y siguen cobrando intereses usureros.
No cesan de aprovechar privilegios como gobernantes para que hijos y familiares de Trump, Bolsonaro y Uribe-Duque hagan lobby ante grandes multinacionales obteniendo millonarias entradas, además de reclamar más tierras del Estado, como Lina Moreno de Uribe, gestionando adjudicación de varias hectáreas de "baldíos" para ampliar el Ubérrimo (de 1500 hectáreas). No se llenan con nada. De verdad, los "socialistas de élite" son insaciables y no dan puntada sin dedal para acrecentar sus fortunas. Ni hablar de María Araujo, la senadora del Centro Democrático.
Acá da la impresión de que nombran a los mayores promotores del paramilitarismo, junto a los ganaderos y bananeros, en el control de las dependencias que deben velar para que les devuelvan a miles de familias campesinas tierras que a motosierra y fuego les despojaron hordas paramilitares de las AUC. De verdad, todo esto equivale a amarrar a los perros con longaniza.
Por otro lado, Bolsonaro y sus hijos siguen igual libreto, aunque el capitán brasileño fue franco al afirmar que aspiraba convertir el Amazonas en un gran potrero para que pasten muchas vacas y siembren soya.
Duque, buscando no perder millones de dólares aportados por algunos países apoyando acuerdos de paz, más los gestionados por anteriores gobiernos a cambio de preservar bosques y reforestar, apantalla sembrando unas cuantas hectáreas de árboles; mientras solo achaca a “narcotraficantes de las disidencias” incendios y gigantescas talas promovidas a gran escala en Amazonia y el Pacífico por narco-hacendados-ganaderos, madereros y agroindustriales que lo apoyaron en su campaña manchada por la ñeñepolítica.
Ya adecuaron leyes para otorgarles miles de hectáreas de "baldíos" a palmicultores, cañicultores y ganaderos, mientras la reforma agraria integral la hicieron: no para titularles tierras a los campesinos que carecen de ella, sino a los grandes propietarios que tienen más de 1000 hectáreas. La reforma agraria al revés.
Estas élites para evadir impuestos en sus países ubican sus fortunas bien y mal habidas en Panamá, Islas Vírgenes, etcétera, como el ministro Carrasquilla, que se apresta para entregarles Santurbán a los árabes, cuando escondió la plata de los “bonos de agua”.
El colmo lo acaba de mostrar el adalid del socialismo de élite, Donald Trump, declarando 750 dólares de impuestos en 2016, el año que asumió la presidencia. Menos de lo que paga un indocumentado de los que tanto persigue.