Para llegar a ejercer el poder en Colombia, la contienda es por la vía electoral y eso lo ha comprendido muy bien la izquierda al abandonar la idea de la toma del poder por la violencia. La derrota electoral a nivel nacional ha significado para la izquierda una correlación de fuerzas que no han sido equivalentes con la fuerza de su enemigo político. La maquinaria de partidos como Cambio Radical y el Centro Democrático en algunos departamentos hacen de la disputa algo desigual. El desprestigio que ha suscitado la izquierda en Latinoamérica por la situación venezolana y brasileña hace que la misma estrategia en Colombia de enfrentar al poder tradicional fracase. No hay peor enemigo para la izquierda que los mismos partidos que se hacen llamar “renovadores” de la izquierda.
Lo que ha caracterizado a la izquierda durante los últimos años en campañas electorales,es un panorama pesimista de la realidad colombiana gobernada por la derecha, su ira y resentimiento por no poder cambiar el orden existente. En cambio, la derecha ha sabido capitalizar mayor número de votantes enseñando a sus electores el panorama trágico y caótico en que se encuentra el país, prediciendo un futuro peor si llegase a gobernar la izquierda.
Si se analiza al detalle los discursos de los candidatos se darán cuenta de que la lucha no es entre izquierda y derecha o entre los partidos políticos, ahora es entre candidatos que se apartan de la visión tradicional de los partidos. Porque la derecha asimila a la izquierda con el socialismo, el comunismo (que no es lo mismo), el mismo hecho de ser de izquierda y llevar unos zapatos Ferragamo, lleva a pensar a la derecha, que si eres de izquierda debes vestir con harapos, porque debes diferenciarte de ellos (se asimila la izquierda con la pobreza más que con la humildad). Vestir, comer y vivir en la pobreza es un ideal sacado de la imaginación ficcional de la misma derecha para resaltar el obrar inconsecuente de todo aquel que contradiga sus ideales.
Es ahí, cuando el sentido de la lucha cambia y la política se traslada a una de las dos formas de gobierno señaladas y mencionadas por los contendientes, democracia u oligarquía. El hecho de llegar a construir un modo único de pensamiento con lo que la derecha mal denomina a sus opositores como “los frustrados de izquierda”, que no saben gobernar, son autoritarios, representan el caos, la pobreza, la miseria de un país y los mamertos, porque ellos son los verdaderos representantes de los valores democráticos. Analizándolo desde el discurso de la izquierda, la derecha es señalada de fascistas, oligarcas (en el sentido peyorativo), unos burócratas que no desean soltar el poder, suprimiendo los intereses de las clases menos favorecidas, al igual, vende la idea de ser los portadores de la democracia.
Esos fracasos se deben a la incapacidad de la izquierda para acomodarse a las nuevas lógicas sociales y políticas, las alianzas estratégicas necesarias para identificar y enfrentar al verdadero enemigo. La izquierda solo sabe lo que son cuando recurren a la denominación y señalamiento que hacen sus opositores de ellos. No saben lo que son viéndose a sí mismos, carecen de una identidad y autoafirmación, no han llenado el vacío que los constituye ideológica y políticamente. Se reconocen a través del otro pero desconociéndose a sí mismos.
La derecha siempre ha derrotado a la izquierda electoralmente. Los vencidos, esa izquierda a pesar de no replantear su estrategia y reformular sus prácticas terminaron por reproducir las mismas acciones de su opositor, es decir, los han derrotado pero no han sido diferentes a ellos y en eso, si deben marcar la diferencia si quieren por primera vez llegar al poder ejecutivo, evitando toda demostración de hombres resentidos bajo los instintos de venganza propios de la moral de esclavos.