Después de un año y tres meses, pareciera que el sector odontológico fuera inmune, vacunado no solo contra la pandemia, sino contra el silencio… una población de más de 60.000 odontólogos, que no tiene voz ni voto, para manifestarse ante el sistema de gobierno en sus áreas de talento humano, secretarías, ministerio de salud, ministerio de educación, ministerio de hacienda; en fin todos los estamentos que tienen que ver con la salud y bienestar de los colombianos, para así poder ejercer sin ataduras y con el mejor profesionalismo.
Hoy, con la gran amenaza del COVID-19, pandemia que estamos viviendo en su máxima expresión, ocasionando miles de fallecidos y contagiados, generando mucho temor entre pacientes y colegas, ya que somos la primera línea de contagio por aerosoles, minimizando la atención odontológica en un 60%.
A todo lo anterior, le sumamos, la inseguridad, la inmovilidad por los paros y manifestaciones, y el colapso económico que esto ocasiona… Es un sector que muere silenciosamente sin respaldo financiero, sin apoyo de emprendimiento, con escasez de materiales y equipos.
Demasiadas pausas de trabajo, que se volvieron permanentes por las diferentes normativas, que lo que hacen es disminuir cada día nuestro derecho al trabajo, aduciendo que no podemos realizar cirugías o tratamientos de alta complejidad, ya que muchos pacientes podrían terminar potencialmente, si se complican ocupando una UCI.
Sin embargo, revisando las estadísticas, ni antes ni ahora, se han presentado dichos inconvenientes, aún en cirugías maxilofaciales que son de alta complejidad. Estas medidas hacen que muchos tratamientos sean suspendidos y ocasionen más alteraciones o patologías, si no se resuelven a tiempo, además del compromiso económico que esto ocasiona, teniendo que devolver en muchos casos el dinero abonado por el paciente e incurriendo en posibles demandas.
Las normativas de habilitación en infraestructura es muy costosa: certificados de vertimientos de agua, bomberos, basuras, electricistas, mantenimiento de equipos, sistema de protección, licencias, curia de radioprotección, cursos y más cursos, calibración de equipos, y todo esto, sin haber atendido un solo paciente, todo en silencio.
Muchos colegas, en su silencio obligado, también mientras volvemos a alguna normalidad, han optado por prepararse a través de plataformas virtuales, realizando talleres de cómo salvar su empresa, cómo salvar su consultorio y todos estos temas mercadológicos con tal de tener una esperanza. Algunos se han dedicado a realizar “tratamientos de lonchera”, fomentando la informalidad. Otros han cerrado sus establecimientos o prefieren arrendar a medio tiempo, y hasta vender sus implementos a un precio irrisorio, ya que cada día que pasa pierden más su valor.
Para hacer un combo completo, nuestro sector es una cadena productiva compuesta, por odontólogos, técnicos dentales, higienistas, auxiliares, radiólogos, almacenes, fabricantes distribuidores, importadores. Unos dependen de otros.
Qué mal momento…
¡Ahora sí, apague la fresa que ya nos fuimos!