¿Qué está pasando en Cúcuta respecto a las políticas de seguridad ciudadana? En la capital del departamento Norte de Santander está desatada la delincuencia común y organizada. Los asesinatos a mano armada siguen aumentando de forma indiscriminada, a pesar de que el legítimo alcalde Jairo Tomás Yáñez Rodríguez haya decretado toque de queda para intentar restringir la movilidad ciudadana como estrategia de mitigación y prevención. Sin embargo, las medidas adoptadas por el gobierno no resultan obstaculizadoras para minimizar los hurtos y asesinatos ni mucho menos para la reducción de contagiados por el COVID-19.
La policía metropolitana de Cúcuta pareciera tener mayor interés en cazar a infractores que circulan por la ciudad sin la documentación de tránsito en regla que velar por la seguridad ciudadana. Ningún rincón de la ciudad se torna a ser seguro en su totalidad, siempre se sale con la zozobra de ser atracado o asesinado por alguna bala perdida entre la infinidad de balaceras que ya son el pan de cada día en la ciudad fronteriza. Parte de los delincuentes asesinados o capturados en su mayoría son menores de edad de nacionalidad venezolana.
Desde inicios de pandemia del mes de marzo hasta junio se han perpetrado más de 94 asesinatos a mano armada en el área metropolitana de Cúcuta, superando el número de fallecidos por COVID-19, esto sin contar el mes de julio debido a que las estadísticas delictivas de la policía nacional de donde saque la cifra no están actualizadas. Pero puedo afirmar con certeza que con cada amanecer las cifras van en aumento debido a que el plan integral de convivencia y seguridad ciudadana no es eficiente en su totalidad.
El 30 de julio, Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar, a través de su cuenta de Twitter hace público un panfleto intimidatorio donde se alerta “la creación de un bloque de bandidos para iniciar una limpieza social”. Días después, en una rueda de prensa, el coronel José Luis Palomino (de la policía metropolitana de Cúcuta) lanza una ignorante afirmación difamatoria contra Wilfredo, señalándole “como el jefe de comunicaciones de los bandidos”. ¿Entonces a quién se debe dirigir el ciudadano para hacer las respectivas denuncias si las autoridades competentes todo lo quieren banalizar? Ignorando así una problemática real y tangible que cada día está cobrando la vida de individuos que solo han sido víctimas de un estado que nunca les ha brindado las garantías necesarias para superarse en vida y salir de la miseria a la que han sido condenados.
Cabe recordar que el capitán Carlos Alberto Carrero Gélvez denunció al coronel ante la Fiscalía por acoso laboral, tortura psicológica y abuso de poder. “Entre el mismo gremio de la Mecuc se señalan los unos a otros de bandidos, aliados a bandas criminales de la ciudad”, esto quiere decir que no es la primera vez que el coronel lanza afirmaciones difamatorias sin pruebas que soporten lo dicho. Las “difamaciones” pregonadas desde la institución son verdaderamente cuestionables y clave prioritaria para darle inicio a una ardua investigación por parte de la fiscalía. Allí hay algo putrefacto que emana olores fétidos.
Una vez el panfleto había obtenido viralidad en las redes sociales, los ciberusuarios absurdamente celebrarán con regocijo y comentarios de elogio el hecho de que la delincuencia organizada asumiera la responsabilidad de seguridad ciudadana donde al parecer asesinar a diestra y siniestra es un acto de orgullo patrio como única estrategia para minimizar los altos índices de criminalidad ante la incompetencia de la policía nacional.
¿Hasta cuándo seguiremos estando posicionados entre las cincuenta ciudades más peligrosas del mundo? Cúcuta no solo es zona fronteriza, contrabando y Aid Live, aquí hay gente competente atiborrada de ideales por querer salir adelante desde la legalidad y darle un mejor futuro a sus familias. Aquí hay gente emprendedora, entre esos jóvenes y colectivos artísticos que luchan día y noche a través del deporte y el arte por dejar el nombre de la ciudad en alto sin perder la ilusoria esperanza que en un mañana a Cúcuta se le despoje del despectivo seudónimo de ser llamada tierra paramilitar.