Para verdades… el tiempo, pero no el de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el controversial y poderoso banquero colombiano, ese no, el otro; el del transcurrir de la vida, el que no perdona, el que no se detiene ni por amor, ni por dinero[1].
No creo que la confesión espontánea del imputado expresidente y exsenador Álvaro Uribe Vélez, según la cual, él sí dio la orden para que se llevara a cabo la horriblemente célebre operación Orión, en la que a punta de sangre y fuego se pretendió la pacificación (seguridad democrática) de la comuna 13 en la ciudad de Medellín; haya sido un episodio de senilidad, de improvisación oratoria, ni siquiera de mal logrado sarcasmo; mucho menos, cuando en el ambiente de la capital antioqueña resuenan las denuncias sobre los extraños vínculos entre actores armados ilegales y el pasado gobierno del hoy candidato del centro democrático a la alcaldía de esa ciudad.
La inesperada confesión se presentó en medio de las acostumbradas confrontaciones verbales de Álvaro Uribe con quienes lo contradicen o le increpan sobre su responsabilidad por la política de estado de los mal llamados “Falsos Positivos”, en la que se asesinaron miles de jóvenes para hacerlos pasar como guerrilleros, en cumplimiento de la estrategia de seguridad democrática, durante sus dos periodos de mandato en la presidencia de Colombia.
Si bien es cierto que los interlocutores del expresidente Álvaro Uribe le reclamaban por los Falsos Positivos, también lo es, el hecho de que, en uno de sus acostumbrados ataques de soberbia y de autoritarismo; el exmandatario colombiano se ufanó de haber dado la orden de ejecutar la Operación Orión, en la que, según algunos testigos: “el Estado llegó juzgándonos a todos como guerrilleros, como malandros, como asesinos. Ni siquiera hizo una distinción sino que empezó a hacer su incursión militar como si toda la Comuna fuera guerrillera, como si toda la Comuna fuera paramilitar. Como si toda la Comuna tuviera que ver con el conflicto”[2]
Aunque la aceptación de responsabilidad de Uribe por esta oscura operación no es nueva, lo que si es nuevo es la actitud y el contexto en que ocurrió. La confesión se dio frente a una creciente presión por parte de los familiares de las víctimas de los falsos positivos y por las recientes y contundentes revelaciones de exparamilitares sobre los vínculos entre estos grupos ilegales y el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, todo esto, en el marco de la pugnacidad política alrededor de las elecciones de mandatarios locales y regionales, específicamente; la que se está presentando en medio de la lucha por la alcaldía de Medellín, uno de los bastiones de la derecha colombiana.
También sorprende que el habilidoso líder de la derecha colombiana haya atraído para sí, la atención de la opinión pública, justo cuando sus aliados, los dueños de la mal llamada gran prensa colombiana, habían dado la orden de arreciar la campaña de manipulación de la información para ensuciar la imagen del actual presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Es posible (elucubración del autor de estas líneas) que esta aparente confesión de parte, busque seguir relevando a la justicia colombiana, especialmente a la Fiscalía General, de tener que probar su total responsabilidad judicial por el terrorismo de estado implementado durante sus mandatos, en otra de las acostumbradas jugaditas del uribismo.
Desde mi humilde punto de vista, no creo que haya lugar para algún tipo de optimismo frente al avance de las investigaciones y/o enjuiciamiento del señor Álvaro Uribe, toda vez que, nada de lo que este controvertido personaje haga o diga es gratis, ni mucho menos improvisado.
Probablemente esta confesión de parte no es más que otra muestra del gran poder que tiene el ex senador del Centro Democrático, soportado en su manejo de la Fiscalía y la Procuraduría, así como en la complicidad de un importante número de aliados políticos, pero sobre todo económicos (Los dirigentes de los grandes gremios de producción), quienes, durante más de 20 años han convivido y se han enriquecido mutuamente bajo un indecente manto de impunidad.
Nos quedaría el consuelo de que, por una u otra razón, la presión de las ciudadanías libres y decentes logró que el dueño del Ubérrimo expresara públicamente que Él si dio la orden, aunque reitero, es muy probable que se trate de un acto más de exhibicionismo de su poder.
La ñapa: Se llegó la fecha de decidir si realmente queremos el cambio en la forma de hacer política y de manejar lo público, si queremos que haya justicia, verdad y reparación o si lo que queremos es que los poderosos se sigan enriqueciendo a costa de la miseria, la violencia y la muerte. Así de sencilla, pero así de importante es nuestra decisión, a la hora de votar este 29 de octubre. Votar bien o votar por lo mismo. (Recomendado: Elecciones 2022: ¿Votar bien o Votar lo mismo? En el canal YouTube de La Conversa de Fin de Semana)
[1] Referencia a la letra de “Maestra vida” compuesta por Rubén Blades.
[2] Extracto del relato de “Martha Cecilia Rugeles, una habitante de la Comuna 13, en Medellín”, tomado de [Audio] Operación Orión en la Comuna 13 de Medellín, 16 años después | la fm