La plenaria del senado prohíbe a los padres el uso del “chancletazo” contra los niños
Cuando yo era apenas un niño, mi padre Régulo Meneses (q. e. p. d) para corregirnos a mi hermano (quien lleva su mismo nombre) y a mí nos llamaba la atención de buenas maneras sobre nuestros actos de desobediencia, impuntualidad y de no responder a su llamado inmediato no eran los adecuados y que debíamos portarnos como los niños decentes que éramos.
Cuándo le desobedecíamos mi padre decidía pegarnos con correas de cuero o con una chancleta para que aprendiéramos. Por mi parte, la desobediencia era constante, eso enfurecía a mi papá, obligándolo a usar los famosos “chancletazos y correazos”.
Mi hermano y yo no éramos los únicos que conocíamos este método de corrección, sino nuestros amigos de infancia, cuyos papás y abuelos no solo les daban “chancletazos o correazos” sino que les pegaban con varas de totumo, varas de pringamosas y perreros (este último, un látigo elaborado con cuero de res).
Nuestros amigos, mi hermano y yo no crecimos con traumas psicológicos por estos métodos, que, para mí, eran los mejores para corregirnos.
Si no acatábamos las órdenes impuestas por nuestros padres y abuelos, ellos acudían a estas prácticas.
Gracias a mi difunto padre, a sus regaños y a sus métodos de corrección, mi hermano y yo somos hombres de bien, hechos y derechos, con un alto grado de responsabilidad, de educación y dispuestos a encaminar a nuestros hijos por el camino recto y correcto.
Si los padres de familia usaran estos métodos, nuestros hijos, sobrinos y nietos fuesen niños y adolescentes obedientes, respetuosos, educados y sabrían valorar el plato de comida que sus padres con esmero les llevan a diario a su mesa.
La plenaria del Senado del país les prohíbe a los padres de familia acudir a los tradicionales chancletazos. La decisión se llevó a cabo en el último debate del proyecto de ley que prohíbe este castigo contra la niñez colombiana.
Los padres no podemos corregir a nuestros niños ni castigarlos, porque estaríamos incumpliendo una absurda ley, la cual solo hace que nuestros niños y adolescentes sigan siendo irrespetuosos y hagan con mayor libertad lo que les venga en gana, pasar horas frente al televisor jugando Play Station, viendo series en Netflix y callejeando.
Las adolescentes tendrían alas para volar a la maternidad a temprana edad, o en casos más comunes optarían a la práctica del aborto porque esta ya es legal en nuestra “gran” Colombia.
Como dice el cantante de música vallenata Silvestre Dangond en una de sus canciones: ¡A hora sí se jodió esto!