El DÍA 07 DE AGOSTO COMIENZA el segundo tiempo del gobierno del cambio. Un segundo tiempo que deberá solidificar el proyecto Progresista e imprimirle continuidad más allá del 2026. Lo más seguro e inusual es que este segundo tiempo nos traerá sorpresas, que serán siempre gratas para los tradicionalmente excluidos, para la equidad de género, la salud, la educación y las justas decisiones en el tema laboral; las sorpresas seguirán siendo ingratas para los acostumbrados a la exclusión, a los que agencian la guerra cuando sus hijos no van a ella, y al latrocinio que saquea el erario.
Esta columna de opinión no pretende enumerar hechos puntuales que en buena hora han sucedido o errores y descaches propios del ejercicio de gobernar y que interpretamos como una labor compleja, difícil de entender sobre todo, cuando nos encontramos bajo la dictadura de la desinformación. Hoy aquí se trata, de tener otra mirada, mirar siempre hacia adelante.
Nos hallamos a menos de un mes del comienzo del histórico segundo tiempo, el balón se encuentra en el centro de la cancha y el árbitro ya casi da su pitazo que indica el comienzo del partido. Aun sectores recalcitrantes persisten en no aceptar el acceso al poder, de una visión enteramente diferente a la que ha imperado hasta el momento: un estado capturado 203 años, por una hegemonía política, que tiene la responsabilidad directa de su postración, su pobreza y su desigualdad social. Una clase dirigente, que no ha mirado más allá de sus propios intereses, privilegios individuales y que hoy los sienten amenazados. Es claro que en dos años es imposible reversar una grave situación que viene normalizada hace dos siglos. ¡Ni Mandrake el mago lo lograría!
El triunfo del Progresismo en cabeza de Gustavo Petro no sé puede considerar un movimiento pendular del poder, algo que sería normal dentro de una democracia. En Colombia no ha existido péndulo político, hemos sobrevivido bajo la férula de una plutocracia, que siente que el poder les pertenece, por designios divinos y se imponen unas pocas familias dueñas hasta del aire que respiramos. Siempre han sido los mismos: los Lleras, los Turbay, los López, los Santos, los Pastranas. Casos excepcionales como el del expresidente Marco Fidel Suarez y Belisario Betancourt dos presidentes de origen marginal que no pueden considerarse, por fuera de la hegemonía política: los dos salieron de las canteras del Partido Conservador. Ambos eran militantes de dicha agremiación política que gobernó 11 periodos seguidos, la famosa hegemonía Conservadora de 1886-1930 y, siguieron gobernando bajo la figura del "Frente Nacional" y han cogobernado hasta nuestros días.
Los paralelos sirven para ejemplarizar situaciones que extrapolado a lo que se vive en la actualidad, se hacen más entendibles. En este momento, buena parte de nuestra población Colombiana se encuentra embebida y entregada al deporte más popular del planeta: el futbol. ¡Copa América! Nada más oportuno para establecer un paralelismo: el 07 de agosto comienza el segundo tiempo del partido.
Ninguna actividad humana es perfecta, en este gobierno y en los dos años que restan habrá muchas cosas por cambiar, muchas cosas por mejorar, muchas por corregir, muchas por profundizar. No voy a entrar a enumerar logros puntuales ni errores, ni ingenuidades igualmente puntuales, mucha tinta ha corrido al respecto y no pretendo convertirme en repetitivo; el verdadero propósito es ir por la demolición de paradigmas y estereotipos, gobernar con prelación para los más excluidos, incentivar los mensajes simbólicos; en síntesis ser otra clase de gobierno, diferente a lo tradicionalmente establecido por el Status Quo. ¡Un cambio en serio!
Quiero darle otra mirada a lo sucedido en estos dos años. Es claro que la ultraderecha, sus heraldos y brazos publicitarios representados en sus nefarios noticieros, nunca Irán a publicitar nada de lo bueno que haya sucedido o este por suceder en este gobierno. Es de esperar los constantes ataques sistemáticos basados en mentiras y calumnias. El gobierno del cambio deberá diseñar una estrategia comunicacional más efectiva acerca de sus propios logros que no son pocos.
Dejar de hablar de reelección o dar señales de ello es prudente, es un tema inoportuno que perturba y confunde. El liderazgo de Gustavo Petro es incuestionable, pero lo importante es reelegir sus políticas en cabeza de alguien que las represente, les imprima continuidad y esa persona puede ser Carolina Corcho.
Necesariamente, en el segundo tiempo la ejecución debe mejorar, sabemos que en los anteriores gobiernos la ejecución -según el presidente- consistía en girar a los bancos, pero no eran tangibles obras realizadas; más sin embargo eran registradas como ejecución. Por la ejecución, -por supuesto bien manejada y sin corrupción- se mide la efectividad de un buen gobierno. Es impresentable que ministerios de este gobierno no lleguen al 10% de la ejecución encontrándonos a más de la mitad de año.
Por último y para tener en cuenta en este segundo tiempo: Petro es el presidente y jefe de gobierno, pero igualmente es el jefe de Estado o sea presidente de todos los colombianos, por tanto debe abrirse a escuchar y atender otras voces, si estas están dispuestas a acceder a un gran acuerdo nacional abierto y sincero. No podemos internarnos en un ghetto de izquierda radical y aislarnos, en esencia, el progresismo no necesariamente es izquierda pura.