Los ladrillos sucios y grafiteados más los ventanales rotos evidencian el abandono del viejo edificio que está en la carrera 30 con calle 21, en el carril de norte a sur, justo al frente del conjunto de apartamentos de Colseguros y diagonal a la clínica Meredi, que años atrás se llamaba San Pedro Claver.
Esa edificación fue levanantada a comienzos de los años 40 del pasado siglo. En 1.945 la empezaron a llenar de gigantes maquinas que prendieron motores en el mes de septiembre de aquel año en que al otro lado del planeta se daba por terminada la Segunda guerra mundial. Ese edificio fue la casa de la cervaza Andina, que llegó a ser la competidora más fuerte de Bavaria. La Cervecería Andina logró ser la segunda cervecería más grande del país. Se quedó con el 21% de la producción nacional.
La Cervecería Andina fue la primera gran industria que llegó a aquel sector céntrico de Bogotá, en el barrio Florida Occidental que le pertenece a la localidad de Puente Aranda. Esta cervecería se hizo reconocida en Bogotá y sus alrededores con las marcas Andina, Andinita, Dorada, Rubia, Zipa, Sultana, Imperial, Malta Andina y Morena; siendo Dorada la cerveza más importante y más vendida. Un par de años después otras empresas fueron levantadas en el sector, hasta llegar a ser la zona industrial más importante de la ciudad.
En 1975 la empresa dejó de ser un cervecería independiente y fue comprada por su competencia Bavaria del poderoso Grupo Santo Domingo, en cabeza del empresario Julio Mario Santo Domingo. A comienzos de los años 80 el grupo empresarial acabó la Cervecería Andina y pasó a llamarse Cervecería del Litoral y el lugra se convirtio en la gran productora de la tradicional cerveza Águila.
En 1.997 el entonces Departamento Administrativo del Medio Ambiente de Bogotá ordenó la suspensión de la producción de la cervecería por importantes daños al medio ambiente. Los Santo Domingo dieron la pelea jurídica por dos años, hasta que en 1.999 las puertas de la Cervecería El Litoral cerró sus puertas para darle inicio a la decadencia del edificio al que tuvieron que demolerle las paredes internas para poder sacar la maquinaria.
En 2008 el predio abandonado fue comprado por la iglesia cristiana Misión Carismática Internacional del pastor César Castellanos y su familia, pero por no han podido intervenirlo. Queían montar allí otro gran auditorio de la iglesia, salones culturales, y algunas oficinas administrativas, pero el Plan Parcial de Renovación Urbana El Triángulo Bavaria y la declaratoria del viejo edificio de Bien de Interés Cultural (BIC) frenaron la idea y la inversión de los cristianos. Mientras el plan, que tendrá vivienda comercio y servicios, se hace realidad la mayor parte del edificio, al menos la que está sobre la carrera 30 entre calles 21 y 22 sigue deteriorándose y sumido en el abandono pero no en el olvido.
