Por estos días, en donde la mayor preocupación de la gente es la compra de unas vacunas que no parecen llegar pronto, un artículo que escribió el reconocido periodista investigativo Alberto Donadio se roba la atención. En él se nos dice que el expresidente Virgilio Barco es responsable, en gran medida, de la desaparición de los miembros de la Unión Patriótica (UP), cuando se asesoró de un reconocido espía y héroe de guerra israelí para luego neutralizar de una vez por todas al brazo político de las Farc. De inmediato lo publicado generó diversos pronunciamientos, hizo que muchas personas cercanas a Barco calificaran a Donadio de calumniador al no tener pruebas suficientes para probar tal acusación. Digamos que en el artículo no se menciona la fuente que da crédito del exterminio perpetrado por un gobierno, pero sí se presenta el contrato de la asesoría que lo generó.
Como este es un país que es más falso que un truco de Mandrake, pues ahora se está cuestionando la ética profesional de Alberto Donadio, que de paso, según mi humilde opinión, está más que intacta porque sí presenta pruebas para argumentar lo que publica. Además, lo que nos dice no es más es un secreto a voces, porque desde hace rato se viene acusando al ejército de perseguir y asesinar a los militantes de la UP. Lo que no sabíamos era el papel de Virgilio Barco, que no habría tenido reparo en atentar contra la vida de un partido de izquierda que legalmente estaba haciendo política y que había firmado un acuerdo con Belisario Betancourt. Por todo esto, se está diciendo algo que ya flotaba en el aire, pero que no alcanzábamos a interpretar con precisión.
Que los copartidarios de Barco se pronuncien vaya y venga, porque siempre se nos ha dicho que entre bomberos no se pisan la manguera; pero que Semana, que desde que cambió de línea editorial no más que un esputo lleno de mentiras, califique a Donadio de irresponsable me resulta descarado. A esta mala revista hay que recordarle que últimamente está publicando cosas que no tienen ningún sustento real y que solamente está trabajando en pro de tapar ollas podridas, algo que nunca hizo cuando tuvo mejores atardeceres. Sí, amigo lector, a los de la UP los habría matado un gobierno, simplemente que no sabíamos que el de Barco habría sido el responsable. De allí la sorpresa que tanto revuelo está generando en el ambiente político nacional.
Esta es una discusión que se mantendrá por varios días más, eso está más que claro. Se ha aprendido de ella que aquí al contradictor se le silencia a plomo, se le calla para siempre y sin derecho de recriminar a los asesinos, porque es más que sabido que el que reclame también se lo silencia a punta de plomo. Nos ha hecho comprender que el ejército, haciendo uso de todas sus facultades, puede hacer de sicario o de verdugo, así el general en retiro Jaime Ruiz se ofenda y pretenda denunciar a Aída Avella, superviviente de la UP. Lo que no sabemos es quién está detrás de las muertes de los líderes sociales, que a mi modo de ver también se los está matando sistemáticamente, casi a un ritmo parecido a los de los asesinatos de los miembros de UP.