"La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe" —Jacinto Benavente.
El gobierno de los Estado Unidos no deja de sorprendernos; poco a poco se ha ido convirtiendo en un atractivo más para el mundo cuando de encontrar lo inverosímil, lo injusto y lo irónico se trata.
Ahora se trata no solo de cuestionar el proceso de paz, del cual el alto gobierno colombiano le admitió a altos funcionarios de EUA haber cometido errores, según dice el secretario de estado Rex Tillerson, quien salió a exigirle al gobierno colombiano el restablecimiento de las aspersiones aéreas con glifosato en aras de disminuir las extensas áreas de cultivo de coca en el país.
Resulta difícil saber —para nosotros los ciudadanos de este maltrecho país— cuáles son los intereses que realmente mueven al secretario de estado a anunciar la restricción del apoyo financiero al gobierno colombiano si no se atiende su solicitud; dijo además, que su gobierno está profundamente preocupado por los derechos humanos en nuestro país.
Los Estados Unidos —que cuentan con un aparato militar, de policía e inteligencia muy por encima de los de cualquier país del mundo— hasta ahora han sido incapaces de frenar el consumo de drogas en su territorio, tal vez porque la guerra contra las drogas hace ya mucho tiempo que el mundo la perdió, imponiéndose cada vez más la legalización del cultivo, el procesamiento y la distribución de las drogas, como lo han venido haciendo estados de la unión como California, Massachusetts y Nevada, donde se ha legalizado la marihuana.
Con una actitud francamente irrespetuosa, el secretario Tillerson conmina al estado colombiano para que ignore el fallo de la corte constitucional de mayo de 2015, con el cual se prohibió en nuestro territorio la aspersión de cultivos ilícitos con glifosato, dado el potencial daño a la salud humana y al medio ambiente.
Pero qué le va a importar al gobierno norteamericano el medio ambiente si acaba de darle la espalda al acuerdo de París, si el actual secretario de estado —CEO de la Exxon Mobil Corporation entre 2006 a 2016— se ocupó durante los últimos 10 años de dirigir la perforación de pozos petroleros por doquier, contaminado aguas y produciendo un irreparable daño al medio ambiente en búsqueda de los combustibles fósiles, perturbando de paso la eterna paz en que descansaba su tocayo, el Tiranosaurio Rex.
Pienso además que la humanitaria preocupación del secretario de estado por los derechos humanos en nuestro país, contrasta con el atropello del cual son víctimas los latinos en USA, los cuales resultarían sometidos a la segregación física, psicológica, laboral y de toda índole si prosperan las mediadas del gobierno Trump, las cuales afortunadamente han sido atajadas por las cortes norteamericanas, las cuales si respeta el gobierno norteamericano, porque esas si son cortes para respetar, las nuestras no; como le parece.
Pues sí, ¿qué le va a importar el medio ambiente, la salud de la gente y que nos sigamos matando? De algo tenemos que morirnos, ¿no? La ironía tiene diversas caras y presentaciones y causa también diferentes respuestas entre la gente. A mí no dejan de parecerme cómicas.
